sábado, 24 de enero de 2009

El negro que tenía la Casa Blanca

O sea, Obama. ¡Barack Hussein Obama! como dice con voz engolada el sin par Rodríguez Zapatero, remarcando lo de Hu-sse-in para darse lustre, porque así se lo han soplado las decenas de asesores que tiene.

Obama, ganador de las elecciones a la presidencia de los EE.UU. ha tomado posesión de su cargo el pasado 20 de enero como está mandado, con un ceremonial de tal aparatosidad, que solo le ha faltado la corona de laurel, símbolo del poder de los Césares Romanos.

En los tres o cuatro días que han pasado desde la entronización de Nuevo Soberano de la Tierra, no ha habido periodista, tertuliano, presentador de televisión, locutor de radio, confidencial, humorista, o comunicador del universo mundo, que no haya lanzado su incienso mediático, laudatorio por supuesto, para el ocupante del despecho oval de la White House. En España todos los progresistas de pesebre nos han metido Obama hasta en el plato del puchero, que es el único plato que comen los tres millones de parados de Spain is diferent.

Para empezar: el nuevo príncipe llegó a la Avenida de Pensilvania a lomos de un utilitario con horizontes de grandeza (vulgo limusina) made in América más largo que un día sin pan, -no es por señalar-, con más blindaje que los BMR del ejército de la Ministra española Chacón y un sistema de comunicaciones que ya quisieran para sí la Telefónica y el Ono juntos, por no decir el CNI. Vaticinan los malpensados que algún jerarca autonómico, envidiosillo él, ya se estará gestionando uno igual para llevar a los niños al cole de paso hacia su sillón nacionalista, pagándolo con los cuartos de los contribuyentes.

Al señor mandatario americano le acompañaba su esposa a quien las modistillas del corazón hispánico, -también en prensa, radio y televisión-, al borde de un ataque de nervios, se han apresurado a darle lecciones de vestuario y poses, y a recomendarle modistos o estilistas, porque la pobre primera dama iba hecha una facha (con perdón).

Los detalles del evento han sido minuciosamente relatados en los medios, y a ellos me remito que para eso están las hemerotecas. Algunos portavoces del laicismo, muy puestos en su papel, han dicho que durante la jura se leyó una plegaria: ¡acabáramos! ¿Les molestó llamar Padrenuestro,-la oración que enseñó Jesucristo para dirigirse a Dios Padre-, a lo que repitieron de memoria los miles de asistentes al acto?

Finalmente Obama juró el cargo empleando un ejemplar de la Biblia, llamada ‘de Lincoln’ porque fue la que usó este presidente en similar protocolo. Pero al margen de este hecho anecdótico, en el juramento, Obama puso una mano a Dios, autor de la BIBLIA, y otra al Diablo revestido de proabortista, porque el ya Presidente americano tiene la tentación de anular las limitaciones estatales al aborto de las leyes federales, según dijo en su campaña electoral.

Mucho liderazgo, mucho patriotismo, mucho trabajo, mucho Guantánamo y mucho aborto facilón ¡ea!

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