En el principio Dios creó los cielos y la tierra, y dijo
“¡Haya luz!” y hubo luz, siguió y así un día tras otro creó los seres vivientes
y las plantas hasta llegar al hombre y a la mujer. Para ellos, Adán y Eva, plantó
un jardín en Edén, al oriente, e hizo brotar toda clase de arboles hermosos
para ver y buenos para comer, y en medio, el árbol de la ciencia del bien y del
mal. Para distinguir este jardín sagrado de otros jardines reales la Biblia
también lo llama jardín de Dios o del Señor (Gn.13, 10) (Ez.28,13 y 31,8) o jardín
de Edén, traducción de “delicias” en hebreo. (Gn.3, 23)
Edén es el nombre geográfico de un lugar ahora difícil de
localizar, que tal vez significara estepa. El Génesis lo llama jardín, o
“paraíso” en la versión latina y en la moderna, y da una pista sobre su
ubicación. Dice: «En Edén nacía un rio que regaba el jardín, y desde allí se
dividía en cuatro brazos: el primero se llama Pisón, el que rodea toda la
tierra de Javilá donde hay oro. El segundo rio se llama Guijón, el que rodea
toda la tierra de Cus. El tercero se llama Tigris y corre al este de Asiria. El
cuarto es el Éufrates» (Gn. 2, 10-14)
Los intentos para localizar el lugar exacto del jardín comenzaron
por conocer la ubicación de los ríos. La del rio Pisón, Javilá podía ser una
región de Arabia ((Gn. 10, 29), y la del Guijón Cus podía ser Etiopía, pero no están
plenamente identificadas. Sin embargo son más conocidos y están localizados los
ríos Tigris y Éufrates. El Tigris fluye a través de Siria, Turquía e Irak en el suroeste de
Asia, primero hacia el este y luego hacia el sur. Se une al Éufrates y dan
origen a un gran rio que desemboca en el golfo Pérsico. Entre ambos ríos se
desarrolló Mesopotamia, su nombre significa “tierra entre ríos”, donde floreció
la agricultura y fue cuna de una civilización antigua. Los estudiosos de la Biblia han
llegado a la conclusión de que el jardín del Edén estaba en algún lugar en esta zona en el conocido valle
del río Tigris y el Éufrates. Es una hipótesis que puede ser fiable.
Otra teoría apunta a que la ubicación
del Edén no se conozca con exactitud por la modificación de la orografía
producida por el diluvio y por la supuesta voluntad divina de que no se localice
el lugar donde el hombre cometió el primer pecado.
Desde la perspectiva de un creyente el
jardín prueba la libertad que Dios creador dio a Adán y Eva poniendo a su
disposición todo lo creado, reservándose únicamente el precepto de no comer los
frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Mas Adán y Eva cayeron en la
tentación, comieron y al instante se les despertó la conciencia y «descubrieron
que estaban desnudos»” (Gn.3, 7). Habían roto la armonía existente entre ellos
y Dios.
José Giménez Soria