lunes, 24 de julio de 2023

UNA IGLESIA PARA LOS TURISTAS

El otro día andábamos por las calles de Segovia, disfrutando de esa maravilla de ciudad, esculpida por el hombre para dar gloria a Dios. Como eran fiestas, la alegría se respiraba por doquier.

Una de nuestras paradas fue en la catedral, situada en la plaza mayor, donde el pueblo disfrutaba de una charanga. Pensamos que sería una buena idea entrar a saludar a Aquel en honor de quien se habían levantado los edificios más bellos de la ciudad.

La entrada de la catedral era el lugar más fresco de todo Segovia. Todo nos llevaba a que dentro podríamos tener un rato de oración de lo más agradable. Pero nuestros propósitos se truncaron en el control de acceso, parecido al de un museo o exposición, por que, cuando preguntamos dónde podíamos rezar, nos contestaron sin pudor alguno: «La catedral solo está abierta al turismo». O sea que, para entrar a rezar, teníamos que pagar.

Fue inútil razonar con las chicas del control, la decisión no era suya, se limitaban, muy eficazmente, por cierto, a cumplir órdenes. Nos dijeron que, si queríamos rezar, la catedral estaba abierta a las diez de la mañana, cuando se celebraba la misa.

Salimos a la plaza mayor y nos unimos a la charanga que la Comisión de Fiestas había contratado para que los segovianos y los turistas disfrutaran gratis. Era una fiesta muy animada, con familias, música, cerveza, gente bailando y unos músicos que, a las seis de la tarde, seguían animando a los allí congregados. ¡Qué milagro el de la música, capaz de alegrar el corazón y elevar el alma!

Pero volviendo a lo nuestro, entiendo que la catedral tenga que afrontar unos gastos muy elevados, pero no debería ser a costa del que quiere entrar a rezar un rato. Quizá debiera haber una contraseña para que los católicos de aquí y del otro extremo del mundo pudiéramos entrar gratis, si lo que queremos es rezar. Ni siquiera haría falta poner un rótulo en la puerta. Sería suficiente con no cerrar el paso a los que piden entrar para dicho fin.

Hay que pensar primero en los de casa, y luego salir al encuentro de los demás. Imaginemos una fiesta pensada para los turistas y no para los del lugar. ¡Qué tristeza! Casi tanto como una iglesia abierta solo para el turismo. Algunos parecen haber olvidado que las catedrales se construyeron para dar gloria y culto a Dios.

Jaume Vives
Periodista

Comentario: Muchas iglesias parecen pasarelas para el curioseo con chavalas que entran semidesnudas y hombres con bermudas y chanclas, hablando con el móvil. Falta decoro. En el Pilar de Zaragoza, con entrada libre, todo el mundo habla alto, riendo, haciendo fotos y con las gorras puestas, como en una feria.

sábado, 1 de julio de 2023

ARCOÍRIS

El arcoíris, además de ser un fenómeno óptico, simboliza la alianza de Dios con Noé.

El arcoíris es un fenómeno óptico que se produce cuando los rayos de la luz del sol se refractan en las gotas de agua suspendidas en la atmósfera. La luz, al entrar en esta zona, se descompone y genera un efecto colorido en forma de arco con siete colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta.

 

La primera teoría sobre el arcoíris se debe a Aristóteles; más tarde Séneca (65 d.C.) teorizó sobre la formación del arcoíris y en el año 1665 Isaac Newton observó que la luz blanca se descomponía en siete colores cuando sus rayos entraban en un prisma. El arcoíris suele aparecer después de una tormenta, o en sitios donde el agua produce salpicaduras, como las cataratas, y se ve en la dirección opuesta del sol, que es a donde se dirigen sus rayos.

 

Miles de años antes de Cristo, Yahvé usó el arcoíris como señal de la alianza que hizo con Noé. Ocurrió así: Cuando Yahvé, -Dios-, vio que era grande la maldad del hombre en la tierra, sintió pesar en su corazón y se propuso eliminarlo junto a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo. Solo Noé agradó a Dios.

A Noé, un hombre justo, le habló Dios: «Voy a acabar con todos los mortales porque tienen una conducta depravada. Construye un arca de madera con un tragaluz y tres pisos, y tú entrarás en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres. También irán en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes. Además, almacena víveres de toda clase para que sirvan de alimento a todos».

Noé cumplió la orden de Dios, se encerró en el arca y empezó a diluviar. Noé tenía seiscientos años. Las aguas se precipitaron sobre la tierra y una fuerte lluvia cayó durante cuarenta días y cuarenta noches. Las aguas subían de nivel y el arca flotaba hasta que quedaron sumergidas las montañas y perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el ganado, las fieras, y también los hombres. Sólo quedó Noé y los que estaban en el arca.

Cuando las aguas empezaron a bajar, el arca se posó en el monte Ararat, el pico más alto de Turquía, situado al oriente cerca de la frontera con Irán. Al cabo de cuarenta días, Noé abrió el tragaluz del arca y soltó un cuervo que iba y volvía. Después soltó una paloma que, al no tener un sitio donde apoyarse, regresó al arca. Noé esperó siete días más y volvió a soltar una paloma que regresó trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían bajado del todo.

Una vez que la tierra se secó, Noé oyó la voz de Dios: «Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca también a los seres vivientes que están contigo –aves, ganado o cualquier clase de animales– y que llenen la tierra, sean fecundos y se multipliquen»

Noé salió acompañado de sus hijos, de su mujer y de las mujeres de sus hijos, levantó un altar a Dios y le ofreció holocaustos. Entonces dijo Dios: «Nunca volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos; tampoco castigaré a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche».

Dios bendijo a Noé y a sus hijos y les dijo: «Establezco mi alianza con vosotros y vuestros descendientes. Este arco será el signo de la alianza que establezco con todos los seres vivientes, para todos los tiempos futuros. Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco me acordaré de mi alianza y no volverán a precipitarse las aguas del diluvio para destruir a los mortales». De esta forma quedó sellada la alianza de Dios con Noé, cuya señal es el arcoíris.

El arcoíris simboliza pues la unión del cielo y la tierra y representa la rúbrica del pacto misericordioso de Dios con el hombre. No es privativo ni exclusivo de ningún grupo humano, abarca a toda la humanidad sin distinción de raza, sexo, cultura, religión u otra condición humana. El pacto de Dios con Noé se extiende a toda la Creación y así será mientras dure la tierra, haga frio o calor, sea de día o de noche.

El arcoíris no solo aparece en el Genesis. Mucho después de Noé el profeta Ezequiel tuvo una visión a orillas del rio Quebar: “Vi un brillo, era como un arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la Gloria de Dios”. También san Juan en el Apocalipsis al referirse al trono de Dios, escribe: “Había un arcoíris alrededor del trono con aspecto de esmeralda”.

Finalmente, el salmo 104 insiste: “Dios se acuerda de su alianza eternamente” 

José Giménez Soria