jueves, 28 de noviembre de 2024

AL OTRO LADO DE LA VIDA

En los países de tradición católica, -España, lo es- los días 1 y 2 de noviembre se celebran dos fechas enfocadas en aquello que trasciende nuestra vida terrena y se relaciona con la vida eterna. Esta vida, según la fe, es eterna tanto para bien como para mal, aunque Dios, a través de su Iglesia, procura por su misericordia la salvación de todos.

El Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, son conmemoraciones de suma importancia en el calendario cristiano. No obstante, en las sociedades laicistas, carentes de formación cristiana, es necesario explicar su sentido religioso y espiritual.

El Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, es una fiesta en honor a los que han alcanzado la santidad y la vida eterna en el cielo. No solo abarca a los santos canonizados, también a todas las almas santas que vivieron en unión con Dios, y cuya vida fue un testimonio de fe. Es una celebración de esperanza y de comunión. Al honrar a los santos, recordamos que la santidad y la unión con Dios son posibles y que constituyen el objetivo último de la vida. Los santos son ejemplos de fe, amor, sacrificio y virtud que nos inspiran a vivir una vida cristiana más plena.

La Comunión de los Santos es la creencia de que todos los cristianos (vivos, fallecidos en proceso de purificación y santos en el cielo) están unidos en una “comunidad de fe”. La Iglesia considera que los santos interceden por nosotros, y esta relación espiritual fortalece la unidad del Cuerpo de Cristo.

El Día de los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre, es un día para recordar y orar por las almas de nuestros familiares, amigos y conocidos ya fallecidos, que están en proceso de purificación, es decir, en el purgatorio, con el fin de alcanzar la presencia de Dios. Este día está marcado por la esperanza en la resurrección y la misericordia divina, y nos invita a orar y ofrecer sacrificios por las almas que necesitan purificación.

El Día de los Fieles Difuntos tiene un tono de intercesión y caridad espiritual. Es una oportunidad de mostrar amor y solidaridad hacia los difuntos mediante la oración, considerada una obra de misericordia. Las oraciones y ofrendas de los vivos pueden ayudar a las almas de los fieles difuntos a alcanzar la paz eterna.

En las últimas décadas, se ha popularizado la moda del Halloween, que nada tiene que ver con el sentido cristiano de la muerte y que desvía la atención de lo que verdaderamente importa. Algunos cristianos lo rechazan por su conexión con rituales paganos, mientras otros lo ven como una fiesta cultural sin intención de contradicción con su fe. La temática del Halloween centrada en la muerte y el miedo contradice el sentido cristiano de la vida.

Los días 1 y 2 de noviembre tienen un mensaje de comunión, esperanza y caridad. Celebrar Todos los Santos y los Fieles Difuntos invita a los cristianos a reflexionar sobre su vida y a recordarles vivir en santidad y amor hacia Dios y hacia los demás. Esta conmemoración recuerda que la muerte no es el final, sino el inicio de una vida eterna, y que el amor y la fe pueden superar las barreras del tiempo y espacio, manteniendo a vivos y difuntos unidos en Cristo.

Para los cristianos, estas festividades no solo son momentos de recuerdo, sino también de transformación espiritual, orientados hacia una vida que refleje los valores del Evangelio, en la esperanza de la resurrección y la vida eterna.

Humberto Pérez-Tomé

martes, 12 de noviembre de 2024

LA MUSICA EN LA MISA

          Luis Meseguer, un compositor católico se lamenta: «Seamos honestos, se han empobrecido los cantos en la Misa». Este joven compositor trabaja para recuperar en las celebraciones litúrgicas el sentido de lo sacro.

La música ha tenido desde hace muchos siglos un importante papel a la hora de vivir la fe cristiana, bien con las grandes composiciones clásicas, el Magnificat de Bach o el Réquiem de Mozart, o con otras más actuales como las del grupo Hakuna o las de Hillsong. En este último apartado se inscribe el joven catalán Luis Meseguer, autor de Ángelus, Sanctus o Liturgia misal, para órgano, y director de la revista de arte sacro Transfiguración.  En una reciente entrevista en la Asociación Católica de Propagandistas reflexiona sobre cómo se usa la música en la liturgia.

Para el autor la música religiosa está hecha para la religión, pero la música sacra tiene un valor añadido: es sagrada, ungida. La música moderna puede ayudar para la devoción popular o para la evangelización, pero durante la liturgia, la veo difícil. Veamos porqué: La reforma litúrgica del siglo XX puso mucho empeño en que el pueblo participase y se descubrió el aspecto comunitario de las celebraciones, pero para conseguirlo se han empobrecido los cantos, y es una pena. Para que haya equilibrio y la gente participe y pueda cantar, tiene que haber un buen nivel musical.

Ante todo, hay que partir de la Palabra. La liturgia tiene textos muy claros, el Kyrie, el Agnus Dei o el Sanctus, que han de guiar cómo debe ser la música. La Eucaristía es una fiesta y es sobre todo una boda: La de Jesús, el esposo, y nosotros, la Iglesia. Que sea muy solemne no quiere decir que sea una celebración aburrida. Seriedad no significa aburrimiento, pero hay que ser elegantes. El día de la boda los novios se vestirán con símbolo de respeto y amor entre ambos.

Como muchos no tienen sensibilidad musical debe haber un equilibrio entre cercanía al pueblo y liturgia. El problema es meter con calzador un lenguaje musical que al pueblo no le encaje. La música pegadiza capta la atención, pero existe el peligro de que atrofie la sensibilidad. Lo mejor es introducir pequeños pasajes que abran un poco las ventanas: en vez del canto habitual del santo, poner el Sanctus de Schubert, no todo tiene que ser Mozart ni cantos breves modernos, sino una mezcla de lo mejor de cada género. Hay quienes han disfrutado con el Veni Creator Spiritus gregoriano.

La revista anual Transfiguración quiere recoger el fenómeno del arte sacro actual, como algo global: no solo el arte litúrgico, también el arte donde se manifiesta lo sagrado. Hay artistas interesados en lo sagrado: en su álbum, Motomami, Rosalía concluye una canción con un audio de su abuela diciendo en catalán que Dios es lo más importante para ella. Además, cuenta con la colaboración de una fotógrafa que imprime sobre pan de oro, que habla de toda la tradición de fondos dorados e iconos bizantinos. Como obsequio, a los suscriptores se les entrega una radiografía del Niño Jesús, que simboliza el nacimiento de la revista. El primer número trataba sobre la luz, y poniendo esa lámina a contraluz, se ve cómo la luz se filtra a través de Jesús.

Sobre el texto anterior, un lector comenta: La Misa ha perdido el recogimiento y la unión espiritual con Dios que tenía hace años. Ahora es un guirigay de guitarras, panderetas y voces desafinadas que rozan el ridículo. Se ha eliminado el sentido trascendental de la función, en sintonía con el mal gusto.

Guillermo Altarriba Vilanova
Periodista