Si en una encuesta se preguntase sobre que es Pentecostés o que es el Rocío, es probable que muchos supieran del Rocío y algo menos de Pentecostés, y eso que son fiestas que se celebran el mismo día.
Pentecostés es la fiesta religiosa que tiene lugar siete semanas después de la Pascua, es decir pasados cincuenta días; de ahí su nombre: Pentecostés (= cincuenta) que equivale en griego a "quincuagésimo". Es un domingo de los más importantes del año. Conmemora la venida o efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11): “Estando todos reunidos se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar lenguas extranjeras contando maravillas de Dios”.
Cristo había dicho a sus discípulos que, para proclamar al mundo todo lo que les había predicado, enviaría el Espíritu Santo para recordárselo y hacérselo comprender mejor. Nueve días después de la Ascensión, el Espíritu Santo vino sobre ellos en la fiesta de Pentecostés y empezó a ejercer su magisterio. La inspiración del Espíritu Santo les ayudaría a divulgar mejor el mensaje de Cristo.
En el Levítico a esta fiesta se le llama “fiesta de las semanas” porque se celebraba siete semanas después de las primeras cosechas. Se hacía para dar gracias a Dios por los frutos recibidos. Se conocía también como fiesta de la siega y tenía lugar en el mes judío de Sivan que es una fecha entre nuestro mayo y junio. Más tarde se le añadió un sentido histórico: a los cincuenta días de salir de Egipto, los israelitas sellaron el pacto de la Alianza con Dios en el Sinaí. Con la venida del Espíritu Santo, Pentecostés se convirtió en fiesta cristiana de primera categoría. Fue el comienzo de la peregrinación de los apóstoles por el mundo enseñando el evangelio.
El Rocío tiene en común con Pentecostés que se celebra el mismo domingo en el pueblo onubense de Almonte. Este día culmina la romería a la Ermita de la Virgen del Rocío con miles de peregrinos con sus Hermandades en un ambiente de alegría y esperanza. Desde semanas antes los romeros preparan carretas, Simpecados, Estandartes que llevan por caminos polvorientos, bajo la sombra de los pinos. Un sinnúmero de hombres y mujeres vadean el rio Quema y acuden a la Ermita para cumplir promesas de todo el año que ofrecen a la Virgen del Rocío.
Se tienen noticias de que a principios del siglo XVI se funda la primera Hermandad con el nombre de Cofradía de Nuestra Señora de las Rocinas. A mediados del siglo XVII el pueblo de Almonte aclama a la Virgen como su patrona. En 1758 se conocen las primeras reglas de la Hermandad donde ya figura como Nuestra Señora del Rocío, nombre que se inspira en la liturgia de Pentecostés que compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío: Ven, Espíritu divino/manda tu luz desde el cielo/.Riega la tierra en sequía/sana el corazón enfermo/doma el espíritu indómito/guía al que tuerce el sendero/. Los almonteños quisieron significar que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo y por eso la llaman Blanca Paloma. Poco a poco se han ido creando nuevas Hermandades Filiales que ya superan el centenar.
La peregrinación al Rocío es una manifestación de religiosidad popular. Si en Pentecostés los discípulos se llenaron del Espíritu Santo para “ir a predicar el evangelio de Cristo”, en el Rocío es la Santísima Virgen la que invade el espíritu de los romeros que, entre cantos, bailes y plegarias, transforma el camino rociero de la marisma en amor a la Madre de Dios.