La casta política en pleno se ha puesto contenta con el reciente comunicado en que tres encapuchados, ETA dixit, anuncian “el cese definitivo de su actividad armada”. La prensa, la radio y la televisión lo han divulgarlo cada cual según su prisma, los comentaristas idem idem, y los políticos han soltado mucha palabrería, modulada según conveniencias de partido pues estamos en campaña electoral y no es cosa de molestar demasiado.
Pocos se han acordado de las víctimas, y casi nadie de la palabra perdón. Será que el perdón es lo que distingue al cristiano, y declararse cristiano o simplemente aparentarlo, ni es moderno ni oportuno.
Los encapuchados, -violentos se les llaman ahora con un eufemismo depravado-, se han olvidado de pedir perdón por los crímenes cometidos, lo que dice poco en favor de un arrepentimiento sincero. De la boca de los enmascarados y boina negra no saldrá nunca la palabra perdón porque tienen sucio el corazón y en su conciencia no cabe la dignidad de todo ser humano.
Muchos deudos de las víctimas perdonarán, porque Cristo dijo que había que perdonar “no siete, sino setenta veces siete”, y Él murió perdonando a sus enemigos.