sábado, 18 de julio de 2009

LA AMNIOCENTESIS

Regresión disfrazada de progreso.

Asistimos una vez más a la manipulación de la opinión pública, recibimos información adulterada. Se aprovechan, quizá, de los insuficientes conocimientos de la población en materia científica y pretenden introducir su versión como verdadera. Eso sí, siempre disfrazada de progreso.

Etimológicamente, centesis significa punción con aguja, y amnios, saco o líquido amniótico que rodea al bebé durante la gestación. La amniocentesis es la punción del saco amniótico con extracción de líquido. Inmersas en el líquido amniótico se encuentran células fetales a las que se realiza, tras su aislamiento y cultivo, un cariotipo o análisis cromosómico. El cariotipo sirve para diagnosticar en el feto alguna anomalía cromosómica, tanto numérica como morfológica, y la intencionalidad de la prueba es la terminación legal del embarazo, tras confirmar cualquier enfermedad en el feto. Ésta es la realidad y es lo que debemos saber.

Los riesgos que esta técnica invasiva tiene para la mujer son infecciones, rotura de bolsa, hemorragias, parto pretérmino y, en un 3% de los casos, aborto involuntario.

A partir de ahora nos prometen una nueva técnica, que consiste en la detección de células fetales mediante una sencilla extracción de sangre materna, a partir de la séptima semana de gestación; se ofrece una prueba no invasiva. Es cierto que se evitarán los riesgos asociados a la amniocentesis, pero no las consecuencias de la misma. Cuando un ginecólogo ofrece a una mujer una prueba de diagnóstico prenatal, debería informar de la finalidad que busca con ella. Este avance no es tan positivo como parece, ya que, aunque se mejore la técnica, se empeora otro aspecto fundamental: la eliminación precoz de todos los seres humanos ya concebidos portadores de cualquier anomalía cromosómica. En este grupo podríamos incluir a fetos del sexo no deseado, ya que la prueba aporta también información del sexo del feto, y con la ley de plazos que se avecina se podrá abortar dentro de las primeras 14 semanas con total libertad e impunidad.

Como madre me sorprende este avance, puesto que, cuando esperas un hijo, quieres lo mejor para él y, por supuesto, que nazca sano; pero si a una madre le dan la noticia de que su hijo viene enfermo, ¿cómo se puede comprender que lo elimine, que se lo quite como si fuera un tumor? Ese hijo, por lo general deseado y querido, se convierte por arte de magia en el frío objetivo de médicos y madres que, amparados por la ley, deciden que no siga viviendo. Esta sociedad es tibia, disfraza de progreso lo que no es más que regresión. Mientras no respetemos y cuidemos las vidas débiles y más desprotegidas, no sabremos considerar el verdadero avance. Nunca como hoy el hombre ha sido tan sensible al valor de la libertad, y nunca ha hecho tan mal uso de ella. Podíamos tratar de no buscar tanto la perfección humana y reflexionar más sobre el verdadero sentido de la vida.

María José Borrego Gutiérrez
Alfa y Omega julio 2009.