Los dos cursos cofrades precedentes se han visto menguados por la epidemia del SARS-CoV-2, o Covid-19. La Autoridad Eclesiástica, atendiendo las orientaciones de las autoridades públicas recomendó suspender las procesiones de Semana Santa y los actos devocionales que congregasen gran número de asistentes. La medida afectó, además, a Romerías, Pregones, Triduos, Quinarios, Viacrucis e incluso a la celebración del Triduo Pascual, el corazón del año litúrgico.
Obligados por la situación, las Hermandades y Cofradías de Semana Santa, llamadas a conmemorar el Misterio de la Redención humana, sufrieron un inusitado recorte en su misión, y en consecuencia, los cofrades no atendimos nuestra vocación de proyectar en la calle el culto a las Sagradas Imágenes, arte sacro tallado por manos humanas al servicio del gran Misterio actuado por Cristo Jesús.
Ante la evolución de la epidemia, los cristianos, y en particular los cofrades, al inicio de este nuevo curso cofrade y con la perspectiva de la próxima Cuaresma, apelamos a Autoridad Eclesiástica, o quien competa, a que dicte nuevas medidas que permitan celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, siguiendo la tradición cristiana. La fraternidad cofrade es una virtud que precisa del credo cristiano y el Misterio de la Cruz es el acicate fundamental que mantiene despierta la hermandad del creyente, y como tal no puede estar arrinconado.
El movimiento cofrade en general empieza a mostrar signos de inquietud al observar cómo se celebran determinados espectáculos multitudinarios, mientras se coartan las celebraciones religiosas. Si la tasa de incidencia de la epidemia ha disminuido, los cristianos queremos expresar nuestra fe en calles y plazas, sin privilegios pero sin cortapisas. Ha llegado la hora de levantar vetos y prohibiciones –algunas diócesis ya lo han hecho, entre ellas la de Almería- para que los cristianos no nos sintamos discriminados. Las Imágenes no contaminan, al contrario, preservan, purifican, y se les reza implorando la misericordia divina, la mejor vacuna. No se entiende que una manifestación pública de fe, -esto es una procesión- no se pueda llevar a cabo y sí otras manifestaciones públicas por motivos diversos.
Si la Cena del Señor del Jueves Santo, la Pasión del Viernes Santo, la Vigilia Pascual del Sábado Santo, y la Misa de la Resurrección son ritos de adoración a Dios en el templo, en las procesiones los cofrades cristianos reviven los momentos claves de nuestra fe, los que padeció Cristo Jesús en tres días que innovaron la humanidad. Una procesión cristiana deja huella, es un valor añadido al bienestar espiritual del ser humano. ¡Sigamos arrimando el hombro!
José Giménez Soria