sábado, 25 de febrero de 2023

LOS APOSTOLES II

También estos otros apóstoles difundieron el mensaje de salvación confiados en que el Señor les había dicho: “Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos”.

Tomás. Llamado Dídimo o el Mellizo, era judío y pescador. Se hizo célebre por ser un incrédulo de la resurrección. Su frase: “Si no veo la señal de los clavos en sus manos, si no meto la mano en su costado, no creo”, fue síntoma de su falta de fe en que Jesús había resucitado. Ocho días después se apareció de nuevo Jesús, le invitó a poner sus manos en su costado y entonces le aseguró convencido: “Señor mío, y Dios mío”. Mucho antes, cuando Jesús quiso ver a Lázaro ya muerto y los demás se resistían, él los animó a acompañarlo. Siempre dispuesto a seguir el camino de Jesús, evangelizó en Siria, en Babilonia, en China y en India donde murió atravesado por una lanza en el año 72 d. C.

Mateo o Leví. Era publicano y recaudador de impuestos en Cafarnaúm, delegado por Herodes. Se supone que habría oído hablar de Jesús y de sus milagros. Cierto día que Jesús curó un paralitico de camino hacia la orilla del mar de Tiberiades, al pasar por delante de su oficina, se le acercó y le dijo: “¡Sígueme!”. Muy resolutivo, se puso en pie, dejó la recaudación y se fue tras Él. Como muestra de agradecimiento, invitó a Jesús y a los demás a un convite con otros republicanos, y los escribas y fariseos murmuraban: “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”. La respuesta de Jesús fue esta: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Mateo evangelizó primero en Judea y luego en Etiopía, Persia y Antioquía. No hay noticia clara de su muerte. Suyo es el primer Evangelio del Nuevo Testamento.

Santiago, hijo de Alfeo y de María, tenía cierto parentesco con Jesús. En Nazaret decían que era hermano del hijo de José el carpintero. Se le identifica como Santiago el Menor. Gozaba de gran autoridad y fue maestro en la Asamblea de Jerusalén. Habló en el concilio de Jerusalén y fue el primer obispo de esta ciudad, donde conoció a san Pablo. Es el autor de la carta que lleva su nombre, dirigida a las doce tribus de la diáspora, es decir a todo el pueblo de Israel disperso por diversas regiones.

 

Mientras predicaba el Evangelio en lo alto del Templo, los fariseos y escribas enfurecidos lo empujaron, pero no murió al caer. Lo apedrearon mientras rezaba de rodillas y lo golpearon en la cabeza con una maza.

 Tadeo, o Judas Tadeo, aparece el último de los doce Apóstoles. En la Ultima Cena se atrevió a preguntar a Jesús: “¿Por qué te revelas a nosotros y no al mundo?” a lo que Jesús le respondió que ellos lo amaban y guardaban su palabra, razón más que suficiente. Se le atribuye la Carta de Judas, dirigida a los cristianos que se desviaban de la doctrina advirtiéndoles del peligro que supone para la fe. Se cree que evangelizó en Turquía, Arabia, Mesopotamia y Persia, y murió apedreado.

Su carta es una invitación a conservar la pureza de la fe y termina así: “Al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, sea la gloria y majestad, el poder y la soberanía desde siempre, ahora y por todos los siglos. Amen.”

Simón el Zelote o el Cananeo. Mateo lo llama Simón el de Caná. Es el apóstol del que se tienen menos noticias. El sobrenombre le vino por pertenecer al grupo de celosos que defendían a los sacerdotes del templo, y poco más. Esta es una virtud que poseen los hombres que se entregan a Dios. Conoció a Jesús y abrazó su fe con gran fervor hasta el fin de sus días. Pudo evangelizar en Asia Menor y que muriera martirizado, pero la información no es segura.

Judas Iscariote es otro de los más conocidos por su traición a Jesús. Pudo ser oriundo de Kerioth, una ciudad de Judea, y eso lo diferenciaba de los demás que eran galileos. Fue el que llevaba la bolsa del poco dinero del grupo y se beneficiaba de su posición robando monedas. Jesús supo siempre quién era el que lo iba a entregar. “Uno de vosotros es un diablo”, les dijo en una ocasión, y cuando los sumos sacerdotes querían quitárselo de en medio, trataron con Judas que lo entregara a cambio de dinero.

Consumada la traición en el huerto de Getsemaní, y viendo que condenaban a Jesús, se arrepintió, quiso devolver las 30 monedas a los sumos sacerdotes, que rehusaron. Las arrojó en el Templo, se marchó, compró un campo y se ahorcó. Judas fue el primero de los apóstoles en morir.

Hasta aquí los apóstoles elegidos por Jesús en distintos momentos de su vida pública. Después de que fuese elevado al cielo, los once apóstoles volvieron Jerusalén, se reunieron y Pedro habló de que el puesto de Judas debía ser ocupado por otro. De los habituales que los acompañaban, propusieron a José, llamado Bernabé, y a Matías. Imploraron a Dios, y por suerte le tocó a Matías que pronto se entregó a su misión. Primero predicó en Judea, luego en Capadocia y en la costa del mar Caspio. Sufrió persecución de los bárbaros y fue martirizado. Según los griegos, fue crucificado.

Otro que tuvo la condición de apóstol, fue Saulo de Tarso, luego llamado Pablo. Nació en Tarso de Cilicia, actual Turquía, de la tribu de Benjamín. Estudió en Jerusalén en la escuela de Gamaliel, aprendió la Escritura y se hizo fariseo. No conoció a Jesús, pero Dios lo llamó camino de Damasco y se convirtió. Suya es esta frase: “Todo es pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Jesús, mi Señor. Por Él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Jesús y encontrarme con Él”. Con unas alforjas medio vacías viajó por tierra y mar predicando el Evangelio. Por eso fue perseguido, pero apeló a su ciudadanía romana y fue enviado a Roma. Estuvo dos años cautivo, pero fue liberado y siguió su predicación. De nuevo fue apresado en Roma en el 67 en la persecución de Nerón contra los cristianos y fue decapitado. Ha pasado a la historia como el Apóstol de los gentiles. 

JGS

miércoles, 15 de febrero de 2023

LOS APOSTOLES I

Apóstol, derivado del griego apostolos, significa “enviado”. Los apóstoles fueron los doce discípulos enviados por Jesús para predicar el Evangelio por todo el mundo, con esta consigna: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos” (Mt. 28:19-20​).

Los Doce difundieron el mensaje de salvación que les enseñó Jesús. Algunos fueron perseguidos y padecieron martirio. Los más conocidos son Pedro, su hermano Andrés, Santiago el Mayor y su hermano Juan; y en menor escala Felipe y Bartolomé.

Simón bar Jonás, luego llamado Pedro, nació en Bethsaida, Galilea, junto al mar de Tiberiades. Se estableció en Cafarnaúm, estaba casado, tenía hijos y vivía en casa de su suegra. Era un hombre sencillo, generoso e impulsivo y a veces no comprendía el mensaje de Jesús. Como líder del grupo, hablaba y respondía en nombre de todos. Con Santiago y Juan estuvo con Jesús en la resurrección de la hija de Jairo; en la Transfiguración y en la Agonía en el huerto de Getsemaní.

Fue testigo de la pasión del Señor; aunque el miedo lo acobardó y negó conocer a Jesús. Tras la resurrección fue confirmado como primado de los apóstoles. Empezó su actividad apostólica en Jerusalén, viajó por las ciudades de Lidia, Joppe y Cesárea, y de vuelta a Jerusalén fue apresado por Herodes Agripa I. Liberado de manera milagrosa, marchó a Antioquía y finalmente a Roma donde murió crucificado con su cabeza hacia abajo durante la persecución de Nerón en el año 67. Dejó escrita dos cartas dirigidas a gente humilde de las regiones de Asia Menor

Andrés, hermano de Pedro, era pescador y discípulo de Juan el Bautista a quien oyó decir cuando volvía del desierto: “Este es el Cordero de Dios”, señalando a Jesús que pasaba cerca de ellos. Se convirtió en el primer discípulo de Jesús y al ver a Pedro le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”. Fue su primer testimonio sobre Jesús. Presenció la mayoría de sus milagros y aprendió de sus predicaciones. En una ocasión, cerca de la Pascua, viendo al Señor preocupado por dar de comer a la multitud, fue el que descubrió un muchacho con cinco panes de cebada y dos peces, suficientes para multiplicarlos y saciar a la gente.

Después de la Ascensión, el día de Pentecostés, ungido por el Espíritu Santo se dedicó a predicar el evangelio. Según la tradición, Andrés murió en Patras, Grecia, en el año 63 en tiempos de Nerón, atado a una cruz en forma de X y con la cabeza hacia abajo. El gobernador lo mandó arrestar y lo condenó a morir. La cruz en forma de X es conocida como la cruz de San Andrés.

A Santiago y Juan, hijos de Zebedeo y Salomé, también pescadores, Jesús los llamó hijos del trueno, por su fuerte carácter. Santiago, llamado el Mayor, fue de los preferidos por Jesús y muy activo. Con Pedro y Juan estuvo en la Transfiguración del monte Tabor y en la Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní. Su madre pidió a Jesús que en su trono celestial situara a los dos hermanos uno a su derecha y otro a su izquierda, una petición tan vanidosa, que disgustó a los demás. El Señor le contestó con una lección de humildad y Santiago aprendió a ser humilde.

Tras la muerte de Jesús, Santiago formó parte del primer grupo de la Iglesia de Jerusalén. Predicó en los confines de la tierra y San Isidoro de Sevilla dice que “predicó en Hispania”. Arrestado y torturado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea, murió decapitado. Desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela, tal vez fuesen unas reliquias llevadas desde Palestina.

Juan, el discípulo amado, fue de los íntimos de Jesús. Era muy impulsivo, estuvo cerca de Jesús en la última Cena, siguió el proceso de su condena, subió al Calvario con María y fue testigo de su crucifixión y muerte. Estando junto a la cruz Jesús le encomendó a su Madre y él la recibió como algo propio. Cuando oyó a María Magdalena que habían quitado la losa del sepulcro, subió con Pedro, entraron y vieron los lienzos en el suelo y creyeron en la resurrección. Fue perseguido por Domiciano y desterrado en la isla de Patmos por dar testimonio de Jesús. San Jerónimo asegura que luego vivió en Éfeso en compañía de la Virgen María y murió a la edad de 94 años en la época de Trajano. Escribió el cuarto Evangelio, tres cartas y el Apocalipsis. Según san Pablo, Juan, Pedro y Santiago son las columnas de la Iglesia.

Felipe era de Bethsaida. Jesús lo conoció después que a Pedro. “¡Sígueme!”, lo llamó. Conocía las Escrituras y esperaba la venida del Mesías, y al ver en Jesús algo especial, lo siguió. Compartió la noticia con su amigo Natanael: “Hemos visto a Jesús, hijo de José, de Nazaret, del que habló Moisés”. Natanael dudó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. De corazón sincero, y algo tímido, Felipe tuvo espíritu misionero; además de compartir con Natanael su encuentro con Jesús, se ofreció llevar a unos griegos que deseaban conocer al Señor, a donde estaba. Predicó en Turquía, pero se ignora cuál fue su destino final.

 Natanael, más conocido como Bartolomé, se extrañó que Jesús, al verlo debajo de una higuera, lo reconociera, despejó sus dudas y le dijo: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel”. Para él fue un encuentro imborrable y una sincera confesión de fe, que más tarde lo llevaría al martirio. Predicó en la India y luego fundó la iglesia en Armenia donde proclamó el Evangelio haciendo el bien. Murió decapitado.

JGS