domingo, 8 de septiembre de 2013

FRANCISCO, UN PAPA CERCANO (y III)

Uno de los rasgos que hacen cercano al Papa Francisco es su obsesión por “construir una cultura del encuentro”, porque, dice, que “La cultura del encuentro es lo que hace que la familia y los pueblos vayan adelante”. “Una cultura que supone que el otro tiene mucho que darme. Que tengo que ir hacia él con una actitud de apertura y escucha, sin prejuicios, sin pensar que, porque tenga ideas contrarias a las mías, o sea ateo, no puede aportarme nada. No es así. Toda persona puede aportarnos algo y toda persona puede recibir algo de nosotros”.
 
En la JMJ de Rio celebrada en julio de 2013, clamó con insistencia a favor de una cultura del encuentro, sin exclusiones, con niños y ancianos, con jóvenes, con pobres, para integrar a todos en el ámbito de la sociedad.

Otra de sus facetas, muy interesante, es su experiencia como docente en un instituto. Dice de sus alumnos que “Los quise mucho y no me olvidé de ellos. Les quiero agradecer todo el bien que me hicieron al obligarme y enseñarme a ser más hermano que padre”.

A la pregunta de si los padres de ahora eligen un tipo de educación para sus hijos en valores, contesta: “En general los padres se dejan llevar por una dinámica promocional para sus hijos. Eligen un colegio que les enseñe más informática e idiomas para competir, y no se plantean tanto el tema de los valores”.

“Es inevitable apelar a la vieja figura del maestro que daba ejemplo, que marcaba pautas, que sabía interpretar a sus alumnos y establecía una relación humana con ellos”. “La educación se profesionalizó demasiado y sin duda es necesario pero no debe olvidares la otra actitud, la que sale al encuentro de la persona, del alumno en todos sus aspectos”. Cuenta el caso de una chica de un colegio que se quedó embarazada, y había varias posturas de cómo afrontar la situación, pero nadie se hacía cargo de lo que sentía la chica. Ella tenía miedo a las reacciones y no dejaba que nadie se le acercase, hasta que un preceptor joven, casado y con hijos, se acercó a ella la tomó de la mano y le preguntó si iba a ser mamá. Ella empezó a llorar, pero la actitud de proximidad le ayudó a buscar una solución. Se encontró la solución a través del acercamiento no del rechazo. El preceptor buscó acercarse a ella desde el amor”. “Cuando se quiere educar a los chicos solo con principios teóricos, no les sirve porque ellos no asimilan las enseñanzas que no van acompañadas de un testimonio de vida y una proximidad”. 

“Al chico hay que dejarle hablar y aunque a veces diga “pavadas” De cien cosas que dice alguna es singular porque lo que busca es que lo reconozcan en sus particularidades. La edad es importante, porque es cuando despierta al mundo. El aprendizaje que experimenta es muy grande y necesita, no solo una respuesta explicativa, sino la mirada de su padre y de su madre que le de seguridad”.

Y de las cuestiones religiosas, ¿qué? En las charlas entre amigos o conocidos, o en familia, surge el alejamiento de la gente de la Iglesia Católica. Es conocido el fenómeno de “privatizar” la fe, de vivir la religión sin la Iglesia, que se resume en la frase “creo en Dios pero no en los curas”. Puede deberse a que no haya una “acogida cordial”, y el Papa lo explica: “La tentación de los clérigos es creernos administradores y no pastores. Esto lleva a que, cuando una persona va a la parroquia a pedir un sacramento o cualquier otra cosa, no la atiende el sacerdote sino una secretaria… y puede dar lugar a que la gente se espante de la Iglesia”. “No olvidemos que la parroquia es la puerta de acceso a la religión católica”. “En otras comunidades evangélicas, hay cordialidad, cercanía… y se va a buscar a la gente”. “Es clave que los católicos salgamos al encuentro de la gente”.

En este punto recuerda lo opuesto a “la parábola del buen pastor que abandona las noventa y nueve ovejas en el redil y se va a buscar la que está perdida: ahora tenemos una sola en el corral y no vamos a buscar las otras noventa y nueve”. “La opción básica de la Iglesia actual es salir a la calle a buscar a la gente, a conocer a las personas por su nombre, y no solo eso, sino salir a anunciar el Evangelio”.

¿Esto supone un cambio de mentalidad? “Esto supone una Iglesia misionera”. No dejar nunca solos a los feligreses. El Papa cuenta como Juan XXIII, siendo patriarca de Venecia, cumplía con el llamado “rito en la sombra”, que consiste en sentarse a la sombra con unos parroquianos y tomarse un vaso de vino conversando con ellos.

Finalmente apela a no caer en una politización indebida, aunque para Francisco su gran política es la que “nace de los mandamientos y del Evangelio”. Y aclara: “Denunciar atropellos a los derechos humanos, situaciones de explotación o exclusión, carencias de educación o en alimentación, no es hacer partidismo. La Doctrina Social de la Iglesia está llena de denuncias y no es partidista. Cuando salimos a decir cosas, algunos nos acusan de hacer política. Yo les respondo: sí, hacemos política en el sentido evangélico de la palabra, pero no es partidista”.