Al comienzo de este año, en enero, el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, escribía una carta a sus diocesanos invitándoles a orar por España: «Es tiempo de oración. Ni la renovación y fortalecimiento de la Iglesia, ni la renovación y edificación de nuestra España serán posibles si no oramos. Todos debemos orar. Necesitamos volver al Señor, encontrarnos con Él, escucharle, tratar con Él, vivir la experiencia de su cercanía, gozar de su gracia. No cesemos de orar. Es preciso, como nos dice Jesús, «orar en todo tiempo y no desfallecer».
Más reciente es la carta fechada en la fiesta de la Virgen del Pilar, la Hispanidad, que rozando el mismo tema, ha divulgado el obispo de Almeria, don Adolfo González Montes:
«España es un país cristiano tanto
por su génesis como por su historia, pero el cristianismo se está erosionando. Se
está erosionando porque no acertamos a transmitir la fe en las condiciones de
la sociedad actual, aunque ésta no es la única causa. La transmisión de la fe
no se impone a nadie y tropieza hoy con una agresiva crítica de la religión en
gran medida obsoleta, pero que algunos con poder y medios de comunicación presentan
como insoportable para mentes emancipadas. Si los prejuicios de la izquierda
representan un hecho persistente, la derecha no se define por su fervor
cristiano, entregada al liberalismo y envuelta en un traje de modernidad con la
que comparte núcleos de difícil conciliación con el cristianismo.
Entre los prejuicios de una izquierda sin reconciliar con la religión, está la valoración negativa de la historia de España, que la progresía se empeña en travestir una y otra vez. De ahí la constante disolución de las fiestas patronales cristianas en toda la geografía, transformadas en cultura, donde lo religioso se diluye progresivamente.
La manipulación sectaria de la memoria histórica del pasado inmediato pretende hacer creer a las jóvenes generaciones que el enfrentamiento civil del pasado siglo entre españoles fue cosa de buenos unos y malos otros, lo cual significa pretender que se olvide interesadamente que hubo errores y aciertos en las dos visiones de España que la Transición ayudó a reconciliar, movidos unos y otros por la cruda experiencia de los hechos de un pasado dramático que nunca debe volver
Hoy pedimos a la Virgen del Pilar que ayude a todos los españoles a ver con verdad nuestra reciente historia. Lo hacemos conscientes del fervor mariano de millones de españoles que han vivido y viven la fe en Cristo de la mano de la Virgen Madre del Redentor del mundo. Nos lo recordaron los papas que nos visitaron. San Juan Pablo II se despidió de nosotros, cercana ya su muerte, contemplando a España como tierra de María. Benedicto XVI no dejó de señalar los peligros que se ciernen sobre España y su futuro, y nos alentó convencido de que la fe cristiana de los españoles tiene en la Virgen María un dique protector contra los males que pueden venirnos encima.
Todas las
víctimas de la guerra reclaman un recordatorio digno y la paz de los muertos
que ya están en las manos de Dios. Hay que reclamar este recordatorio para
todas las víctimas, por cuyo eterno descanso los cristianos oramos con fe
esperanzada en la resurrección de Cristo.
Invito a todos los diocesanos a unir su plegaria a la de la Iglesia en este día, recitando el himno de alabanza a la Virgen del Pilar:
Santa María del Pilar: / Tú, la
alegría y el honor del pueblo, / eres dulzura y esperanza nuestra: / desde tu
trono, miras, guardas, velas, / Madre de España. / Árbol de vida que nos diste
a Cristo, / fruto bendito de tu seno virgen, / ven con nosotros hasta que
lleguemos / contigo al puerto. / Amén.»
+ Adolfo González Montes, Obispo de Almería
Día
del Pilar en la Fiesta Nacional de España