“Era ya como la hora sexta, y vinieron las
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El
velo del templo se rasgó por medio”. (Lc. 23, 44-45). Las tinieblas y el velo significan el duelo universal por
la muerte de Jesús.
En la cima del monte había
tres palos verticales dispuestos para crucificar. Jesús fue colgado del palo
central y dos malhechores uno a cada lado. En lo alto de la cruz de Cristo se
podía leer el título de su condena, INRI.
El evangelista Mateo enfatiza más
el momento de la muerte: “El velo del templo se rasgó
de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron y las tumbas se
abrieron”. El profeta Amós había anunciado que “ese día se
pondrá el sol a mediodía y se oscurecerá la tierra”.
¿Qué es el velo del templo? En
el cuarto año del reinado de Salomón, éste comenzó a construir el templo del
Señor. Tenía treinta metros de largo, diez de ancho y quince de alto. Se
emplearon piedras entalladas y su artesonado se recubrió de cedro. Dios le
dijo: «Por este templo que estas
construyendo y si caminas según mis leyes y cumples todos mis preceptos,
cumpliré contigo la promesa que hice a tu padre David. Habitaré en medio de los
israelitas y no abandonaré a mi pueblo, Israel».
El
templo tenía dos partes: el lugar Santo, con el altar del incienso, una mesa y
el candelabro de siete brazos; y el lugar Santísimo, separado de aquel por un velo
o cortina bordada, donde Salomón hizo colocar el Arca de la Alianza cuyo
interior contenía las dos tablas de piedra puestas por
Moisés en el Horeb cuando Dios hizo la alianza con los israelitas al salir de
Egipto. En el centro únicamente había una gran piedra sobre la que el
Sumo sacerdote ponía el incensario el Día de la Expiación.
El
libro del Éxodo describe las instrucciones de Dios a Moises sobre el velo: “Harás
un velo de púrpura violeta, roja y escarlata, y lino fino retorcido, y bordarás
en él unos querubines. Lo colgarás de cuatro columnas de acacia, revestidas de
oro, provistas de ganchos de oro y de sus cuatro basas de plata. Colgarás el
velo debajo de los broches; y allí, detrás del velo, colocarás el Arca del
Testimonio. El velo servirá para separar el Santo del lugar Santísimo” (Ex
26 31.33).
Jesús inclinó la cabeza hacia el hombro, la corona
de espinas se incrustó más en la sien, y expiró. Su rostro quedó relajado. La
rotura del velo del templo simboliza la apertura del camino hacia Dios
inaugurando la esperanza de entrar en su santuario en virtud de la sangre
derramada por Jesús. Él entró en el santuario una vez para siempre con su
propia sangre consiguiendo la redención eterna. Al atravesar el velo roto con su muerte, todos tenemos acceso a la salvación realizando
el rito de expiación una sola vez de modo definitivo.
José Gimenez Soria