miércoles, 8 de abril de 2020

TE ECHO DE MENOS, JESÚS


Los que creen que la Iglesia es un servicio esencial lo expresa con acierto el autor de un artículo de este título, algunos de cuyos párrafos son estos:
 

«Quiero escribir de lo duro que es no poder estar en el Gólgota. No poder acompañar a Jesús. No poder recibirle. El cristiano no tiene miedo a la muerte. Pero sí a la forma de morir. Los enfermos, ancianos y moribundos, salvo excepciones privilegiadas, están solos y privados de los últimos sacramentos.
 

Soy un sencillo fiel. No tengo Teología. Hablo sin querer criticar. Solo plasmar lo que siento. Te echo de menos Jesús.
 

Puedo ir a comprar la comida que perece, con las debidas medidas de seguridad, pero no puedo ir al Gólgota. Ni te puedo recibir. Esa es la Comida que verdaderamente necesito. La que no se marchita y de verdad me transforma.
 
No puedo ir a contarte Señor mis pecados para que me los perdonesA darme el baño que de verdad me limpia. A escuchar eso de lo malo que pueda sufrir sea remedio de mis pecados y prenda de vida eterna, incluso aunque sea un virus.
 

Entiendo las medidas decretadas por las autoridades. Pero me duelen tanto Señor. ¿Por qué? ¿No cabe racionalizar el uso de las Iglesias? No serían muchos los fieles que acudirían, que podrían adoptar las medidas necesarias para la prevención. ¿No sería posible celebrar este próximo Triduo Pascual con pueblo? Con el número razonable y siguiendo todas las medidas de prevención, pero con pueblo.
 

Los sacramentos son el canal privilegiado para recibir la gracia. Claro que Dios puede hacer lo que quiera. Podrá, digo yo, dispensar su gracia como le venga en gana. A una la hizo Inmaculada. Pero precisamente lo que quiso es que los sacramentos fueran el medio por el que recibir su gracia, la vida divina. Y ahora no los tenemos.
 

Qué mundo más triste. Parece el escenario pensado idealmente por un laicista.

Por eso quisiera dar las gracias a tantos sacerdotes que se están desviviendo para ayudar a sus fieles. A los que llevan la Comunión. A los que confiesan. A los que nos bendicen desde los tejados. Especialmente a los que han sacrificado su salud y sus vidas. Dios se lo premiará, estoy seguro.
 

Estamos aplaudiendo a los que de forma elogiable se están desviviendo por todos en sus puestos de trabajo en los hospitales. Ojalá pudiera salir al balcón también a ver pasar a Jesús sacramentado bendiciendo nuestras calles, nuestra ciudad».
 

Autor: José Castro Velarde
Presidente de la Asociación Enraizados

Comentario: Es un texto propio de quién está muy enamorado del Señor y de la Virgen. Es e
ntrañable su relación con Jesús y verdadero lo que los católicos estamos viviendo estos días.

Miércoles Santo. 8 de abril de 2020

 

1 comentario:

A. Rubio F. dijo...

Una "confesión", a mí me lo parece, plena de sentimiento cristiano en esta hora difícil que nos ha tocado vivir. Muchos serán, parece más que probable, los que echen de menos las carencias que el autor del escrito denuncia y pienso, como él, en que no hubiese sido demasiado complicado "racionalizar" el uso de las iglesias. Quizás esta reflexión requiera de un estudio más profundo, que no me atrevería yo a encarar; pero el pensamiento de que "parece el escenario pensado idealmente por un laicista" da pie para más de una conjetura.