miércoles, 9 de febrero de 2022

DAVID, UNGIDO REY DE ISRAEL

Según los libros de Samuel, el rey David fue ungido por mandato de Dios.  

En el Nuevo Testamento se repite que Jesús, el Mesías enviado por Dios, es “Hijo de David”. Esto se explica porque tanto José como María pertenecían a la estirpe de David según el evangelista Mateo y los apócrifos, descendientes ambos de la tribu de Judá. José era además oriundo de Belén, la Ciudad de David.

Mateo inicia la genealogía de Jesús con Abraham al que sigue su hijo Isaac, y a éste, Jacob y sus doce hijos, cuyas tribus se asentaron en Canaán. A Judá, uno de los hijos de Jacob, siguieron Fares, Esrón, Arán, Aminadab, Naasón, Salmón, Booz, Obed y Jesé, el padre de David. A David, que vivió 1000 años antes de Jesús, le siguió Salomón, y a éste Roboán, Abías,... Josafat, Jorán, Ozías,... Ezequías, Manasés, Amós,... Zorobabel,... Eleazar, Matán y Jacob el padre de José, esposo de María del cual nació Jesús. Entre Abraham y Jesús hubo 42 generaciones.

En el Libro de Rut se lee que en Belén de Judá vivía Rut, casada con Kilyón, hijo de Noemí; enviudó y se vio obligada a trabajar en el campo donde conoció a Booz, el dueño del campo. Simpatizaron, Booz se encariñó con Rut, se casaron y tuvieron un hijo al que llamaron Obed. De Obed nació Jesé y de éste, David. Así Rut, bisabuela de David, es un eslabón en la genealogía de Jesús.

El Libro de Samuel narra la institución de los reyes. Samuel ya anciano nombró a sus hijos jueces de Israel; éstos, dados al lucro y a retorcer el derecho, hicieron que los ancianos pidieran a Samuel que nombrase un rey que gobernase. Samuel oró a Dios y éste le dijo: «Escúchales  y nombra un rey».

Un hombre de Benjamín, Quis, tenía un hijo llamado Saúl, muy fornido. Su padre le ordenó que buscase unas borricas extraviadas. Partió Saúl y en un pueblo encontró a Samuel al que Dios había revelado: «Te enviaré a un hombre de Benjamín, para que lo unjas como jefe de mi pueblo Israel, y lo salvará de los filisteos». Al ver Samuel a Saúl, Dios le advirtió: «Ese es el que gobernará mi pueblo». Samuel sacó el frasco del óleo, lo derramó sobre la cabeza de Saúl y le besó: «Dios te unge jefe de su heredad» Un mes más tarde Saúl derrotó a los amonitas y luego se enfrentó a los filisteos. Éstos reunieron una tropa numerosa para luchar contra Saúl en Guilgal. Éste ofreció un holocausto y enterado Samuel le dijo: «Como no has guardado el mandato que Dios te ordenó, tu realeza sobre Israel no seguirá; ha buscado un hombre según su corazón y le ha nombrado jefe de su pueblo». No obstante Saúl siguió luchando contra los filisteos.

Dios dijo a Samuel: «No sufras por Saúl a quien he rechazado como rey de Israel. Ve a casa de Jesé, en Belén, porque entre sus hijos hay un rey para mí». Samuel dudó por no enfrentarse a Saúl, pero Dios insistió. Al llegar Samuel a Belén dijo a los ancianos: «He venido a ofrecer un sacrificio a Dios. Venid conmigo». Purificó a Jesé y a sus hijos, y los miró uno por uno. Vio a Eliab, a Abinadab, a Samá y así hasta siete. Como Dios los rechazó, Samuel preguntó: «¿No hay más muchachos?», y Jesé respondió: «Queda el que está con el rebaño». «Manda a buscarlo» dijo Samuel

Jesé lo hizo venir y Dios dijo a Samuel: «Levántate y úngelo que es éste». Samuel lo ungió y el espíritu de Dios vino sobre David desde aquel día. Samuel se retiró a Ramá y David se puso al servicio de Saúl en su lucha contra los filisteos. Cuando David mató de una pedrada al gigante Goliat, Saúl tuvo envidia de David hasta su muerte.

Al morir Saúl David fue proclamado rey de Israel. Reinó administrando el derecho y la justicia a su pueblo. Logró conquistar Filistea, Moab, Siria y Edón. Tuvo varios hijos: Amnón, el primogénito, Absalón, Adonías y una hija, Tamar. Un día desde la terraza del palacio David vio a una bella mujer bañándose; era Betsabé, mujer de Urías el hitita. Mandó que se la trajeran, se acostó con ella y tuvo un hijo. Cuando Urías murió en una batalla, David tomó por esposa a Betsabé y esto desagradó a Dios y aunque David se arrepintió y Dios lo perdonó, el niño enfermó y murió. David se unió de nuevo a Betsabé y dio a luz otro hijo, al que llamó Salomón al que Dios le puso de sobrenombre Yedidías, que significa “amado del Señor” 

El rey David era viejo cuando surgió el problema de la sucesión al trono entre Adonías y Betsabé, madre de Salomón. Enterado David mandó al sacerdote Sadoc y al profeta Natán y a Benaías que ungieran a Salomón y así fue proclamado rey. Próximo a su muerte, David aconsejó a Salomón: «Emprendo el camino de todos. Ten valor y sé hombre. Guarda lo que Dios manda guardar, sigue sus caminos, observa sus preceptos, órdenes, instrucciones y sentencias, como está escrito en la ley de Moisés para que tengas éxito en lo que hagas y a donde vayas. Dios cumplirá su promesa: “Si tus hijos vigilan sus pasos, caminando fielmente ante mí, con todo su corazón y toda su alma, no te faltará uno de los tuyos sobre el trono de Israel”». 

David murió y lo enterraron en Belén, la Cuidad de David. Cuarenta años reinó en Israel, siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.