viernes, 27 de enero de 2012

PREGON EN VALLADOLID

En los últimos días han aparecido críticas contra el Arzobispo de Valladolid, Don Ricardo Blázquez por, dicen, haber objetado que Doña Soraya Sáenz de Santamaría pronuncie el pregón de la Semana Santa de esa Capital dada su situación matrimonial al estar casada por lo civil. En esta ciudad el pregonero es elegido por su Alcalde, dentro de una terna de nombres que la Junta de Cofradías de Semana Santa le presenta cada año.

El arzobispado ha desmentido que hubiese objeción hacia la pregonera. Monseñor Blázquez, a la cuestión de un periodista sobre el estado civil de Sáenz de Santamaría, dijo que desconocía ese dato pero añadió que le gustaría conocer antes la terna de posibles pregoneros propuesta por la Junta de Cofradías por ser un acto que se celebra en la Catedral.

La celebración de la Semana Santa gira en torno a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Es una fiesta cristiana con el Triduo Pascual como núcleo principal. El pregón es la pieza literaria que anuncia la fiesta, y las procesiones trasladan a la calle la representación de ese Misterio. Todo va unido al culto con que la Iglesia, depositaria de la doctrina de Jesucristo, y las Cofradías, que son parte de esa Iglesia, evocan al Hijo de Dios hecho Hombre en las horas finales de su vida terrena.

La elección del pregonero de Semana Santa en la ciudad castellana por la autoridad civil no casa bien con una festividad religiosa, la principal del Cristianismo. La Junta de Cofradías se supedita al poder político, en contra de la tan cacareada separación Iglesia-Estado. Si, pongamos por caso, la Autoridad eligiese a un ateo o a un judío para pregonero, éste difícilmente orientará su pregón para anunciar una conmemoración en la que no cree, aunque hay que suponer que la Junta de Cofradías no propondrá a alguien ajeno a la religión cristiana.

En este caso, en la elección de la pregonera prima su relevancia política. Es Vicepresidente del Gobierno de España, y el Alcalde vallisoletano aprovecha la personalidad pública de la elegida para divulgar a todo trapo la Semana Santa de su ciudad, haciendo además una interpretación sui generis del pregón: “Pretendemos con el pregón de la Semana Santa, no hacer un acto de fe, no hacer una homilía, sino poner en valor el resto de los aspectos de la Semana Santa”. ¿Se referirá al ocio, a la gastronomía, a la visita turística, a la economía local? Bien está favorecer el interés turístico, pero sin relegar el interés cristiano de la fiesta, por desgracia cada vez más mercantilizada. Lo expresa claramente uno de los muchos comentarios leídos: “no es extraño que la gente vaya a las procesiones como si fuera a la feria o por hacer turismo”.

En el alud de dimes y diretes habidos los hay para todos los gustos. Uno aconseja al Obispo que “dé una catequesis a los de la Junta de Cofradías sobre los mandamientos y la importancia que tiene cumplirlos”. Otros apuntan que “por discreción y por prudencia Doña Soraya debería declinar amablemente el ofrecimiento. No se puede elogiar un hecho religioso y vivir de espaldas a la fe que lo informa sin demostrar una profunda falta de respeto”.

Pero la guinda la han puesto algunos políticos como Ramón Jáuregui (que se dice católico, del Psoe) que pide a la Iglesia que “nada tiene que decir” en un acto cultural que organiza el Ayuntamiento y no la Iglesia. ¿Acto cultural en la Catedral? Si solo es así no será un pregón de Semana Santa, que es más un acto religioso inmerso en la cultura de un pueblo. Joan Josep Nuet (de Izquierda Plural), insta a la Vicepresidenta del Gobierno a que "sea valiente" y ejerza sus funciones públicas "libre de las doctrinas totalitarias" de la Iglesia. Y el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, dice que éstos "no son ejemplos que ayuden en absoluto a la Iglesia católica. Soy católico practicante y no comparto esta decisión". El caso es cargar contra la Iglesia por un malentendido entre un periodista y un obispo.

No se puede creer una cosa y hacer la contraria. Hay que tener coherencia entre la fe que se dice profesar y la vida que se vive en privado o en público. Esto vale para cualquier persona de toda clase y condición, pero más para un dirigente, periodista, ingeniero, maestra, medico, cofrade, enfermera, abogada, jornalero, ministro de la Iglesia o simple ama de casa que crea sin dobleces en el mensaje evangélico.