lunes, 28 de marzo de 2022

MARÍA, CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA

        Hace 35 años en una tarde de otro mes de marzo a los hermanos nazarenos de Jesús y María nos invadió una gran alegría: Una Imagen de rostro juvenil, símbolo de la virginidad y atributos de Mujer Corredentora, fue la causante. Bajo su amparo se inició una etapa nueva; su bella estampa fue el estimulante que nos hizo pregonar su gloria, la Gloria de María Llena de Gracia.

 
Fue bendecida como María Santísima de la Redención, una advocación en armonía con el plan de Dios; desde el principio de los tiempos Ella tenía reservado un lugar en el Misterio de la Salvación que fue revelado con la venida de Cristo y que Ella consintió: «¡Hágase según tu palabra!», había contestado al ángel Gabriel.
 
Si aquella tarde cantamos “Ven como sea, que esta hermosura de tarde te necesita para su eternidad”, que dijo el poeta, hoy, tras el saludo, ¡Ave María!, la aclamamos por ser Causa de nuestra alegría.
 
María es causa de nuestra alegría porque fue preservada de toda mancha de pecado; Ella llenó de gozo a Isabel cuando la visitó en Ain Karen; con su presencia evitó que faltase el vino en la boda de Caná; colaboró por su fe y obediencia a la salvación humana y durante nueve meses llevó en su seno el Hijo de Dios hecho hombre. Son solo una muestra de cómo se implicaba María de Nazaret para cumplir su papel terrenal, unas veces gozoso, otras doloroso.
 
Siguiendo san Pablo que alentaba rezar plegarias y oraciones “para poder vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y respeto”, nosotros invocamos a la Virgen María con las letanías. Causa de nuestra alegría, es una letanía que vale más que mil palabras. Contamos con la Virgen para desterrar tristezas, sinsabores, amarguras, y encontrarnos ante su altar, en sus santuarios o en sus capillas, rezándole, cantándole o llevándole flores o velas, en un ambiente de paz y alegría.
 
La Bendita entre las mujeres es causa de nuestra alegría porque está “arraigada en la historia de la humanidad; presente y partícipe en los múltiples problemas de los individuos, de las familias y de las naciones; y socorriendo al pueblo cristiano en la lucha entre el bien y el mal”, según escribió el papa san Juan Pablo II.
 
Alegría es lo que el mundo moderno necesita. Con María, las caras aparecen radiantes con la sonrisa en los labios, como un rayo primaveral.

miércoles, 23 de marzo de 2022

LOS RECODOS DEL ALMA

Este podía ser el titulo del pregón de Semana Santa de Albox pronunciado por don Luis Pérez Granados, abogado y cofrade, cuando pregonó la Pasión del Señor y mostró sus vivencias cofrades. Empezó recordando a su padre a quien agradeció la fe y devoción que le transmitió a la Imagen de Jesús Nazareno, de la que confiesa: “Su cara emociona, llenando de penas y sufrimientos los recodos del alma, con los suspiros de los anderos, orgullosos de sentir al actor principal de la Semana Santa”.

En su pieza oratoria el pregonero da suelta a sus sentimientos; inicia el itinerario de la Pasión el Viernes de Dolores con la imagen de “Nuestra Señora de los Dolores cuya ternura y belleza trasmite algo que solo Ella y su Hijo saben, porque estaba escrito antes”. Sigue el Sábado de Pasión: “La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Pasión representa el momento en que Jesús es prendido en el Huerto de los Olivos, donde se inicia el calvario para la condena de Jesús a morir en la Cruz”, y el “Domingo de Ramos, tras la bendición de las Palmas, -una tradición ancestral-, Nuestro Padre Jesús de la Victoria, recorre el Barrio de San Francisco. Los cristianos conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén”.

En plena Semana Santa el pregonero proclama: “El Martes Santo la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno sale con túnica blanca cargado por hombres y mujeres, entre ellos mi esposa. Es un Nazareno solitario, con una mirada dulce y piadosa que se pierde en el infinito, pero al mismo tiempo cargado de una gran expresividad”.

Pasa el miércoles Santo, el orador se adentra en los días Santos de la Semana Mayor y aflora su fe: “El Jueves Santo se conmemora la Eucaristía en la Ultima Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús. También rememora la agonía y oración de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento”, y “El Viernes Santo es el día que Cristo encomienda a Juan el Evangelista, a su Madre”. Había dicho: “No soy de pregones largos”, y con dos frases resume el Gran Misterio. En la noche del “Jueves Santo tiene su salida el paso "Negro", con sus tres imágenes. Nuestra Señora de los Dolores lleva el sufrimiento gravado en su cara, porque sabe lo que va a ocurrir”.

El día grande de la Semana Santa es el Viernes Santo. “Por la mañana las bandas de tambores y cornetas esperan en el Barrio de San Francisco la salida de la Cofradía de San Juan Evangelista. Era Juan el Evangelista el discípulo a quien Jesús amaba y el que estaba cerca de Él en la última Cena. En la calle Ancha pasea con una cadencia especial de la música, con un ritmo singular camino de la Iglesia de la Concepción”.

“En la tarde del Viernes Santo la Plaza del Pueblo se llena de feligreses para ver a Nuestra Señora de las Angustias que sostiene la cabeza de su Hijo bajado de la Cruz y entregado muerto. Nuestra Señora de las Angustias no solo está dotada de esa ternura que muestra la Virgen con Jesús, sino de una fuerza que trasmite lo que representa: el dolor de una madre llorando por su hijo".

“Ya por la noche llega el momento más trascendental de la Semana Santa de Albox, al menos para quien les habla. La Plaza del Pueblo se encuentra abarrotada cuando sale la Imagen más representativa del paso "Morao", Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Señor de Albox portado por sesenta anderos. Para mí la Semana Santa culmina con la salida del Nazareno y su Cruz a cuestas. Nos acompaña el sonido de partituras escritas con silencios y pausas”. “Se hace noche cerrada. La pena se convierte en llanto, llanto que refleja la imagen de María Santísima de la Redención, porque está de duelo al perder a lo que más quiere una madre, a su Hijo. “La Virgen de los "Moraos" está impregnada por un color especial. En su recorrido es la luz en el camino que te agarra con fuerza cuando todo se llena de tristeza, por lo que viene a continuación”.

“Como manda la tradición, a las diez de la noche, tiene su salida el Santo Sepulcro del Señor. El Entierro es la imagen a la que a todos los albojenses nos une de una forma especial, porque ha sido la que siempre ha procesionado en nuestro pueblo. De niño la acompañé tocando el clarinete. Por eso esta imagen es la que ha representado la devoción de un pueblo, la devoción de Albox”.

“En la madrugada del Sábado Santo iremos al encuentro de la Soledad, la Virgen Dolorosa que pasea su pena por las calles del Barrio de San Francisco. La procesión se lleva en silencio, sin banda de música, solo con el sonido del redoble de un tambor”.

El pregonero se resiste a pasar página: “Fue Jesús, el Nazareno, Dios convertido en hombre como dijo Pedro "Es Cristo, el Hijo del Dios viviente". Fue vilipendiado, golpeado y vejado. Pasó hambre, sed y frío, y como un hombre fue crucificado. No tuvo un juicio ni una sentencia justos al ser condenado, no por lo que había dicho, sino por lo que dijo a Pilato al preguntarle "Eres tú el rey de los judíos", que Jesús contestó: "Tú lo dices". Pilato sabía que era inocente; se lavó las manos y ejecutó la sentencia que dictó el pueblo, diciendo: "Inocente soy de la sangre de este justo; allá vosotros". Respondiendo el pueblo: "Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Es el Nazareno una imagen que sobrecoge; preside el Sagrario del templo. Cuando lo tengo de frente no puedo por más que pedirle su bendición, como hacía mi padre. Y eso os digo: cuando lo tengáis de frente pedirle su bendición, para que me ayude y os ayude, para que nos proteja a todos los albojenses, y para que aprendamos de su valor, ya que siendo Dios como era, bebió el cáliz del dolor, para darnos el amor y el perdón a los hombres en la tierra”.

Don Luis Pérez retorna a los años de su niñez: “Todavía tengo en mi mente cuando salía la procesión del Entierro de Cristo, antes de 1979, y cómo los albojenses, cada Viernes Santo, a partir de las diez de la noche, lo acompañábamos con velas encendidas”. “Entonces solo había cuatro actos importantes: La bendición de las Palmas del Domingo de Ramos, los Santos Oficios del Jueves y Viernes Santo, el Vía Crucis y la procesión del Entierro de Cristo. El Viernes Santo los niños no podíamos correr, ni gritar, ni hablar alto. Las campanas no tocaban para los Santos Oficios, sino que los monaguillos salíamos por las calles con una carraca, anunciándolos a viva voz”

El año 1979 fue muy importante para él. Su tío Ángel habló con Víctor Jiménez para que llevara al Nazareno y así empezó su vida como cofrade y andero del Nazareno, y aún sigue activo. Hizo una mención especial de su primer Mayordomo, Pepe García Martínez, del que guarda un entrañable recuerdo, y añade como punto final.

“Puedo decir con satisfacción el que mi hijo, también sea andero del Nazareno. No es mérito de quien les habla. Es más mérito de mi esposa, porque ella vive más que yo, si cabe, la Semana Santa, y ha sido artífice de que la tradición no se pierda en nuestra casa, inculcando a nuestro hijo el sentimiento de pertenecer, primero, a la religión católica, y segundo, de participar en la Semana Santa”.

“Solo me queda deciros, que las calles os esperan en los próximos días de Semana Santa, y nada de lo que nuestras imágenes representan tendría sentido sin vuestra presencia y participación. Salir y acompañar a todas las imágenes, porque es nuestra cultura, nuestra tradición y nuestra religión”. ¡Muchas Gracias!

 

Nota. El pregón fue pronunciado el 19 de marzo de 2022 en la Iglesia de Santa María de Albox.

miércoles, 2 de marzo de 2022

DETENERNOS EN LA IGLESIA

Nuestros pueblos y ciudades ofrecen hoy un clima poco propicio a quien quiera buscar un poco de silencio y paz para encontrarse consigo mismo y con Dios. No es fácil liberarnos del ruido permanente y del asedio constante de todo tipo de llamadas y mensajes. Por otra parte, las preocupaciones, problemas y prisas de cada día nos llevan de una parte a otra, sin apenas permitirnos ser dueños de nosotros mismos.

Ni siquiera en el propio hogar, invadido por la televisión y escenario de múltiples tensiones, es fácil encontrar el sosiego y recogimiento indispensables para encontrarnos con nosotros mismos o para descansar gozosamente ante Dios.

Pues bien, precisamente en estos momentos en que necesitamos más que nunca lugares de silencio, recogimiento y oración, los creyentes mantenemos con frecuencia cerrados nuestros templos e iglesias durante buena parte del día.
    Se nos ha olvidado lo que es detenernos, interrumpir por unos minutos nuestras prisas, liberarnos por unos momentos de nuestras tensiones y dejarnos penetrar por el silencio y la calma de un recinto sagrado. Muchos hombres y mujeres se sorprenderían al descubrir que, con frecuencia, basta pararse y estar en silencio un cierto tiempo, para aquietar el espíritu y recuperar la lucidez y la paz.
    Cuánto necesitamos los hombres y mujeres de hoy encontrar ese silencio que nos ayude a entrar en contacto con nosotros mismos para recuperar nuestra libertad y rescatar de nuevo toda nuestra energía interior.
    Acostumbrados al ruido y a la agitación, no sospechamos el bienestar del silencio y la soledad. Ávidos de noticias, imágenes e impresiones, se nos ha olvidado que sólo alimenta y enriquece de verdad aquello que somos capaces de escuchar en lo más hondo de nuestro ser.
    Sin ese silencio interior, no se puede escuchar a Dios, reconocer su presencia en nuestra vida y crecer desde dentro como seres humanos y como creyentes. Según Jesús, la persona “saca el bien de la bondad que atesora en su corazón”. El bien no brota de nosotros espontáneamente. Hemos de cultivarlo y hacerlo crecer en el fondo del corazón. Muchas personas comenzarían a transformar su vida si acertaran a detenerse para escuchar todo lo bueno que Dios suscita en el silencio de su corazón.

José Antonio Pagola