jueves, 24 de marzo de 2016

LAVATORIO

Hoy es Jueves Santo.

Desde tiempo inmemorial durante cinco días en la frontera de la Semana de Pasión y la Semana Santa, la Cofradía de los moraos de Albox rinde honor y adoración a la figura de Jesús Nazareno, su Santo Patrono. Para ello celebra un Quinario, ya tradicional, en el que se glosan las enseñanzas evangélicas que nos legó nuestro Señor Jesucristo. El Ejercicio del Quinario de 2016 ha estado dedicado a las Obras de Misericordia, un tema muy acorde con el Jubileo de la Misericordia impulsado por el Papa Francisco.

Mas reciente en el tiempo es la procesión de la Imagen de Jesús Nazareno ceñido con una toalla que en los años 40, 60 y 80 del siglo XX salía el Jueves Santo y que desde 2011 se recuperó para el Martes Santo tras lustros perdida en el recuerdo. La Imagen representa el lavatorio de los pies de los discípulos.

En tiempos de Jesucristo al llegar los invitados a una casa, el dueño mandaba a sus siervos lavar los pies de los recién llegados en señal de hospitalidad. En cierta ocasión un fariseo invitó a Jesús a comer y descuidó la cortesía de lavarle los pies. Una mujer pecadora al darse cuenta (Lc. 7,36-50) se coló entre los comensales y con sus lágrimas lavó los pies a Jesús. El fariseo, que dudaba de Él como profeta, pensó: “Si este fuera un profeta, sabría que la mujer es una pecadora”. Jesús adivinó su pensamiento y entabló con él un dialogo sobre el perdón, que sirvió para premiar a la mujer diciéndole, “Tus pecados están perdonados”, frase que levantó murmullos de crítica entre los presentes.

Algún tiempo después, en la última cena, Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ciñó una toalla, tomó una jofaina y se puso a lavar los pies de los apóstoles que estaban reclinados sobre el codo izquierdo y los pies desnudos echados hacia afuera. Ellos al verlo quedaron asombrados y mudos, salvo Pedro, que, más impetuoso, le dijo “Tú a mí no me lavas los pies”. Pedro reaccionó así porque lavar los pies era oficio reservado a los siervos y le chocó la actitud de Jesús, su Maestro. Jesús respondió: “Si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo”, que era como decirle, “Si no te lavo los pies no serás mi amigo”. Ante eso Pedro dijo: “No solo los pies, sino también las manos y la cabeza”.

La escena muestra dos gestos: Primero Jesús se humilla haciéndose siervo. “Tomó la condición de esclavo”, escribe San Pablo a los filipenses, para ofrecer un testimonio más de su vocación al servicio del hombre. "... el que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor” había dicho alguna vez (Mc 10,44)

El segundo gesto es una obra de misericordia, la tercera espiritual: corregir al que se equivoca. Cuando Pedro se niega a que le lave los pies porque no entiende su manera de obrar, Jesús le corrige con suma delicadeza. Amablemente le dice que si no quiere ser su amigo, él sabrá. Ni le reprende ni se impone, simplemente le dice algo que no espera, y por eso Pedro, al oírlo, reacciona porque ¿cómo va a dejar de ser su amigo? ¿Cómo va a dejar de ser su discípulo? Empieza a comprender que el Señor se hace servidor de los suyos para que se sientan iguales y libres.

La corrección fraterna, como obra de misericordia, es parte de la caridad cristiana. Hay que hacerlo amigablemente, como hermanos que nos amamos y buscamos entre nosotros el bien común. Si se logra al primer intento habremos hecho una gran obra de misericordia. En ello abunda San Pablo en su carta a los Gálatas: «Hermanos, si un hombre es sorprendido en alguna falta, vosotros, hombres de fe, corregidle con amabilidad. Tened mucho cuidado, pues también vosotros podéis ser puestos a prueba». (Ga 6,1)

También Jesucristo al hablar del perdón decía: «Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano, pero si no te escucha toma uno o dos testigos para que la cuestión quede zanjada apoyándose en los testigos» (Mateo 18,15-16). Jesús pide testigos, no acusadores, que colaboren en la corrección amistosa del hermano.

La Imagen del Nazareno en la calle sin manto y con su túnica blanca provisto de una toalla, sirve de ejemplo para hacer firme propósito de corregir a nuestro prójimo con mansedumbre, sin recriminarle su actitud, ni siquiera usando palabras desabridas con él. Como Pedro ganaremos la amistad de Jesús y no nos excluirá de tener parte con Él, por pequeña que parezca.  

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