Hace algunas semanas unos yihadistas asaltaron en Paris una revista
satírica e irreverente matando a doce personas, la mayoría periodistas, por publicar
unas viñetas de Mahoma, ofensivas, según los asaltantes, para el profeta. La
prensa calificó a los periodistas asesinados como “mártires de la libertad de
expresión”, y la Europa que se dice civilizada (sic) se movilizó contra los
terroristas islamistas también en defensa de la libertad de expresión y de la
democracia, que es palabra sagrada. Paris reunió a más de un millón de
manifestantes en torno a Jefes de Estado y de Gobierno que no quisieron
perderse la foto multitudinaria. Por el
contrario ninguno de los gerifaltes europeos, y no europeos, movió un dedo ni
salió a la calle cuando meses antes los yihadistas mataban a miles de
cristianos en Siria o Irak por el mero hecho de no ser musulmanes, ni firman en
ningún libro de condolencias cuando el grupo nigeriano de Boko Haram secuestra
a niñas para esclavizarlas o por los centenares de muertos que tiene en su
haber. Niñas o cristianos, apenas cuentan.
La misma revista ha publicado en ocasiones caricaturas de tono grueso contra Dios y viñetas blasfemas contra el cristianismo, ultrajando la fe de muchos millones de personas en el mundo que siguen el credo de nuestro Señor Jesucristo y mofándose de sus creencias. Nadie ni ningún organismo ha alzado la voz contra tales agravios a los cristianos, invocando la tolerancia y el buenismo bobalicón para no molestar a la dichosa libertad de expresión o la democracia. Ningún cristiano se ha alzado en armas contra esa revista ni contra cualquier otra para saldar cuentas a quemarropa, porque la ley que propone mal por mal fue derogada por Cristo. Los cristianos hemos aprendido de Él a actuar con Amor y Caridad.
Vamos acercándonos al Tiempo de Cuaresma camino de la Semana Santa. Después
del Prendimiento, el Sumo Sacerdote Anás interrogó a Jesús y le preguntó por su
doctrina. Éste contestó: “He hablado públicamente, y he enseñado en la sinagoga
y en el Templo, nada he hablado en secreto, ¿por qué me preguntas? Pregunta a
los que me han oído”. Apenas dijo esto uno de los siervos le dio una bofetada,
diciéndole, “¿Así contestas al Sumo Sacerdote?”. Jesús no responde a la
violencia con violencia, se sobrepone al instinto de devolver la bofetada. Le
dijo: “Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿porque me
pegas?”. Estas palabras son una forma de poner la otra mejilla. Jesús muestra su
generoso espíritu de caridad y trata de hacerle comprender lo irracional de su
comportamiento.
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