domingo, 26 de octubre de 2008

DAR DE COMER AL HAMBRIENTO


"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". (Mt 5,7)

Hay una procesión silenciosa que diariamente recorre las catorce estaciones de su vía crucis particular acercándose a las puertas de Cáritas, en busca de un plato de lentejas. Son miles de nuevos pobres que ha traído esta crisis ¿financiera?; de mendicantes que no entienden de euribor, ni falta que hace; de ancianas solitarias, de parados sin dinero, de mujeres que limpian casas, escaleras o lo que haga falta, de carpantas bajo el puente, en definitiva de estómagos vacíos… Todos acuden al amparo de una Iglesia que tapa las miserias del Poder Público que le niega el pan y la sal, mientras vive preocupado por arrancar votos, usando los impuestos para subvencionar ONGes de dudosa competencia, o en pagar cargos sin oficio, o para películas mediocres, o para sostener a sindicatos negados, o para derrochar miles de euros en coches oficiales ¿por seguridad o por decoro del cargo político?.

A la crisis ¿financiera? se une la crisis de valores, donde la misericordia para con el prójimo necesitado no parece ser de nuestra incumbencia. Está ganando el materialismo sobre la caridad. Gana la carrera de los bienes materiales cuando aflora la pobreza y el hambre de cientos de personas que hacen cola en pos de asistencia en el comedor parroquial, o en las oficinas de Cáritas o de Manos Unidas. ¡Es la Iglesia la que acude a su encuentro!

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