Durante los últimos treinta años, la ejecutoria de la Cofradía de los moraos de Albox puede calificarse de ejemplar. Emergida en el 1979 con las alforjas apolilladas, ha sabido imponer, con el tesón de sus hombres y mujeres, un modelo de disciplina cofrade tan solo empañado, en contadas ocasiones, por dimes y diretes interesados que, si en algún momento crearon un ambiente enrarecido, éste, pronto se diluyó en los indulgentes aires de la avenencia. Por ello, la Cofradía, nunca ha visto mermados sus desvelos para conmemorar los Misterios que representan sus imágenes, que tal es su fin.
Treinta años, pasados en un suspiro, han dado una generación de jóvenes emergentes nacidos en ese tiempo, que hoy son chicos y chicas dispuestos a acaparar en plenitud la gestión del gobierno ordinario de la Hermandad, cuyos entresijos algunos conocen someramente. Ardua tarea se proponen.
Esta actitud acaparadora, sorprendente por injustificada, la han planteado errando en las formas, con algunas dosis de inexperiencia y sin atisbos de autocrítica, lo que ha dado al traste con el casi siempre irregular equilibrio de concordia que debe ser pauta obligada de los llamados a dirigir la Cofradía. También, han fallado, es un parecer, los buenos oficios de los que empezaron en el 79, ahora decanos, para que la evolución generacional ideada siguiera un cauce natural de buena convivencia, donde cupieran la energía de los jóvenes y la experiencia de los que hasta ahora han cumplido noblemente su papel. Ha sido vano el empeño de quien lo ha intentado, porque ha dominado la subjetividad personal.
Por otra parte es loable, el que los jóvenes emergentes no parecen apuntarse a una conducta pasiva que pudiera desembocar en un lapsus temporal como el acaecido en los años 60 y 70, cuando las imágenes se carcomían en el olvido, si se exceptúa la procesión del Santo Sepulcro. Si la ilusión que aseguran tener la ejercitan procurando, sin demora, la buena armonía con los que se sientan desplazados; si se plantan ante la moda de la indiferencia religiosa del momento, y si dedican tiempo al Señor en el ámbito de la religión que profesan, en sus manos estará el mérito. Si sus pasos se orientan por otros derroteros, mejor apaguemos las velas y guardemos las túnicas. En poco tiempo lo sabremos.
Jose Giménez Soria
19 de junio de 2008.
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