miércoles, 22 de octubre de 2025

EL BECERRO DE ORO

En el Evangelio se revela la justicia de Dios para los que creen

Moisés, siguiendo el dictado de Yahvé en el monte Horeb, liberó al pueblo israelita de la tiranía egipcia. A los tres meses de salir de Egipto los israelitas acamparon en el desierto de Sinaí. Moisés subió al monte Horeb y Yahvé le habló: “Di a tu pueblo que no tendrá otro Dios fuera de mí. Seis días trabajará, pero el séptimo día es consagrado a Dios y no hará ningún trabajo. Levantará un altar para ofrecer holocaustos y no hará escultura ni imagen de lo que hay en el cielo”. Y añadió: “Te daré unas tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instruir a tu pueblo”.

    Moisés permaneció en el Horeb cuarenta días y cuarenta noches y viendo que tardaba, los israelitas pidieron a Aarón que hiciera un dios para ellos. Aarón les hizo un becerro de oro y un altar y ofrecieron holocaustos. Vio Yahvé que su pueblo se había pervertido y dijo a Moisés: “Es un pueblo de cabeza dura. Déjame que se encienda mi ira y lo aniquile”, pero Moisés lo aplacó y bajó del monte con las dos tablas que estaban escritas de un lado y de otro. Las tablas eran obra de Yahvé y lo grabado sobre ellas era escritura de Yahvé. 

Josué oyó al pueblo y dijo a Moisés: “Hay ritos de guerra en el campamento”, a lo que Moisés respondió: “Son cantos de coros”. Al acercarse al campamento y ver el becerro, enfurecido, arrojó las tablas y las rompió al pie de la montaña. Después tomó el becerro, lo quemó y lo trituró hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua e hizo beber a los israelitas.

“¿Qué ha hecho este pueblo para que cometiera un pecado tan grave?”, dijo Moisés a Aarón. Éste respondió: “Te ruego que reprimas tu enojo, porque este pueblo está inclinado al mal”. Moisés le habló: “Habéis cometido un gran pecado. Subiré a Yahvé y tal vez alcance perdón para vuestro pecado”. Moisés subió a Yahvé y le dijo: “Este pueblo ha cometido un gran pecado. Han fabricado un dios de oro. ¡Si quisieras perdona su pecado! Si no, bórrame del Libro que has escrito”. Yahvé le respondió: “Borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí”.

Los israelitas cambiaron la Gloria de Dios por la imagen de un becerro. Olvidaron a Yahvé que los había salvado de Egipto y Yahvé amenazó con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme y aplacó su enojo.

Esto revela la debilidad humana, que tiende a apartarse de Dios. El ser humano busca becerros de oro para adorarlo, ignorando lo que dijo a Moisés: “Di a tu pueblo que no tendrá otro Dios fuera de mí”. El hombre se preocupa más de los bienes terrenales y no cuenta con que Dios le reclamará el alma. El becerro de oro es una advertencia contra la idolatría.

Los creyentes debemos estar despiertos frente a lo temporal, a lo mundano, y vivir en cristiano. Es precisa una nueva evangelización para mantener las creencias en Jesucristo para no desviarse a los nuevos ídolos que cambian la gloria del Dios por imágenes a semejanza del becerro de oro.

                                                                                                                    Éxodo 32, 15-35

 

No hay comentarios: