Carta para los peregrinos de la Romería 2024: Extracto.
Muy queridos peregrinos:
Hace años, un catedrático aragonés ascendió hasta el Roel para investigar acerca de nuestro Santuario y pidió entrevistarme. Cuando nos encontramos, me preguntó ¿Qué es el Saliente? No era una pregunta sencilla, como lo prueba la cantidad de respuestas con que, a lo largo de la historia, se ha tratado esta cuestión. Ahí están los historiadores que acumulan sus tesis al respecto y las buenas gentes que excitan su fantasía con leyendas más o menos piadosas. También los antropólogos, escasos por estos lares, se esfuerzan por realizar analogías con otros lugares sagrados y no faltan los comerciantes que, ávidos de ganancia, tratan del atractivo del lugar. Quizás los poetas y los artistas intuyen algo del misterio que aquí sucede.
¿Qué es – por tanto – el Saliente? Cada peregrino abriga un interrogante similar. A semejanza de los coetáneos de Jesús, un interrogatorio parecido al que Él les planteó: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?» (Mt 11, 7 – 9). En efecto, cuando los pies del peregrino se encaminan hacia el desierto del Buen Retiro, aquí se encuentra algo que enmudece las palabras y abre el corazón.
En el Saliente se descubre la historia de la Salvación. Dios, haciéndose peregrino en el seno de María, se hace camino y meta de los peregrinos. Al Saliente llega el peregrino cargado de recuerdos y dolorido por las ausencias; pero con la certeza de ser transformado para continuar la peregrinación de la vida. El verdadero peregrino no se escandaliza por la evolución de los tiempos ni tiene miedo por el futuro. Tampoco es esclavo del pasado, porque su razón de ser es avanzar y saludar las nuevas realidades. El Saliente no es una recreación del ayer, ni está encadenado a más nombres que el de María… siempre viva como Madre de todos los Desamparados.
El Saliente es una experiencia de encuentro, personal y transcendente. Si la religión cristiana, más que una transmisión de conocimientos divinos es un encuentro con Jesús, este Santuario es un punto privilegiado para encontrarse. Esto lo confirman los miles de peregrinos que compartís vuestras experiencias. Sois personas de distintas edades, condiciones sociales y niveles culturales, con muy distintas creencias religiosas que, de un modo asombroso, experimentáis en este Santuario un encuentro muy especial. ¡Cuántas veces he escuchado a peregrinos que por su presencia en el Saliente han descubierto un sentido nuevo en su existencia!, ¡Cuántas personas han encontrado en el Saliente un motivo para seguir viviendo y afrontar las dificultades.
En
el Saliente María, como en las bodas de Caná (Jn2,1-11), advierte nuestras
necesidades y las presenta a Jesús. Eso es el Saliente. Es la caricia maternal,
dinámica y resolutiva, que nos abre a la esperanza. Peregrinar al Saliente es
decir al propio corazón de uno: “¡Sigue adelante, la vida vale la pena y tú
embelleces al mundo!”.
Nuestra vida no es un miedo a que nos arrebaten la felicidad, sino peregrinación de lucha hacia la victoria definitiva. En María, «…mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap.12,1), vencemos las amenazas del dragón. Peregrinar al Saliente es liberarse de los miedos, enfrentarse a los problemas y vencer con Jesús.
Antonio J. M. Saldaña Martínez
Rector del Santuario del Saliente
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