El Dios del Génesis es el Dios creador. El único, sin antecedentes y sin límites, el indefinible y todopoderoso, creó el cielo y la tierra por este orden, y luego el resto del universo. Si por tierra se entiende el planeta que vivimos, con el día y la noche, los seres vivientes, el hombre y la mujer, en su creación se centró Dios en primer lugar, y el cuarto día creó las lumbreras en el cielo para iluminar toda la tierra.
Después de seis días de creación “quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo” (Gn.2,1). Universo que podía definirse como el conjunto de materia, espacio, tiempo y energía que existe, es decir, la totalidad de lo existente, que comprende el conjunto de las galaxias, los sistemas solares con sus millones de estrellas, los planetas y sus satélites. El Universo es de tal magnitud que el planeta Tierra, situado en la Vía Láctea, nuestra galaxia, es una insignificancia dentro de lo que se conoce como cosmos; es como una minúscula partícula de arena en la inmensidad de un desierto inconmensurable.
Desde esta perspectiva, un terrícola puede hacerse esta pregunta: ¿Para qué creó Dios algo tan vasto y tan inmenso, si solo hay vida en este diminuto planeta? El Dios infinito y todopoderoso ¿se conformó con que lo adoraran solo los humanos a quienes sopló la vida? Mermada Gloria tendría entonces el Dios creador. ¿No crearía más seres, hasta ahora desconocidos, en otros mundos para que le idolatraran?
En los planetas de nuestra galaxia, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter... etc. no parece que haya vida – o por lo menos no hay una evidencia clara- pero Dios pudo crearlos para su propia gloria sin necesidad de seres vivientes que lo adoraran, como se lee en el salmo 19:1: "El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos”. Es todo un elogio de la creación, la obra maestra del Creador.
Se especula que no podemos estar solos en el Universo. Es un recurso propio de películas de ciencia ficción. Algunos indicios apuntan que en Marte pudo haber vida, pero ¿qué tipo de vida? ¿Cómo la del ser humano o de otra forma? Si como dice Qohélet, "Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”(Ecl.3,1), da que pensar que, según los tiempos de Dios, en Marte pudo haber vida y ya no la hay, o que la haya en el futuro, porque si bien el Creador descansó el séptimo día de toda la obra que había hecho, ¿no pudo continuar esa ingente tarea los días siguientes?. Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. Él gobierna el tiempo, los días y sus horas; el tiempo de Dios es un instante indeterminado en el que algo sucede, es un momento adecuado y oportuno. ¿Es que el plan creativo de Dios está acabado? ¿Es finita su creación? ¿Alguien ha sondeado los designios de Dios?
El hombre es la obra cumbre de la creación. En el salmo 8 David canta la grandeza del Dios creador y la dignidad del hombre: “¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra!” y continúa: “Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para mirar por él?”. Está claro que el hombre destaca sobre todo lo creado; desde la inmensidad de los cielos el Dios omnipotente se fija en él porque lo ha hecho a su imagen y semejanza para dominar toda la obra de sus dedos con justicia y dignidad. Dios le hizo señor de sus obras y las puso bajo sus pies para que actúe según un plan Soberano en un mundo ordenado. Es el único dotado de inteligencia. “Antes que todo fue creada la sabiduría y la inteligencia prudente desde la eternidad”.(Eclo. 1,4)
Resumen. En el inmenso y profundo espacio que es el Universo, Dios domina el infinito número de partículas brillantes que se mueven por múltiples órbitas celestes: “Mi mano cimentó el mundo, mi diestra desplegó el cielo, cuando yo los llamo se presentan juntos”. (Isaías,48,13). Todo el Universo, las miríadas de estrellas, los planetas y el ser humano, son la expresión de la fuerza y el poder de Dios; los ha creado para su gloria.
José
Giménez Soria
No hay comentarios:
Publicar un comentario