martes, 5 de octubre de 2010

DE LOS CAMINOS DEL DESIERTO, A LOS CAMINOS DEL SEÑOR

Los caminos el Señor contrastan con los caminos del desierto. En éstos, Dios prueba al pueblo elegido de Israel durante cuarenta años hasta que alcanza los caminos del Señor donde brota la vida: es la tierra prometida.

Estos son palabras que dirigió Moisés a los israelitas:

“El Señor, tu Dios, te va a introducir en una tierra buena; tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas que brotan en el fondo de los valles y sobre los montes; tierra de trigo y cebada, de viñas, higos y granados; tierra de olivos, aceite y miel; tierra que te dará el pan en abundancia sin carecer de nada; tierra donde las piedras son de hierro y de cuyas montañas sale el bronce. Comerás hasta saciarte y bendecirás al Señor, tu Dios, en la buena tierra que te da.

Guárdate de olvidarte del Señor, tu Dios, descuidando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. Cuando hayas comido hasta saciarte y hayas construido hermosas casas; cuando hayas visto multiplicarse tus bueyes y tus ovejas, tu plata, tu oro y todos tus bienes, no te ensoberbezcas en tu corazón ni te olvides del Señor, tu Dios, que te ha sacado de Egipto, de la casa de la esclavitud; que te ha conducido a través de un vasto y horrible desierto, tierra de sed y sin agua, y te ha alimentado con el maná, con el fin de humillarte y probarte para prepararte para un futuro dichoso.

Guárdate de decir en tu corazón: Mi fuerza y el poder de mis manos han hecho todo esto. Acuérdate del Señor, tu Dios: él es quien te ha dado esta fuerza y te ha procurado este poder. Pero si te olvidas del Señor, tu Dios, para irte tras otros dioses, dándoles culto y postrándote ante ellos, os aseguro que seréis completamente destruidos”.
(Dt 8, 7-19)

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