martes, 6 de agosto de 2024

PARTICIPAR EN LA MISA

Con frecuencia se dice “Voy a oír Misa”, siendo más correcto afirmar “Voy a participar en la Misa”, porque quien acude a una Iglesia donde un sacerdote celebra la Santa Misa, participa en ella, o debe participar en ella. Lo contrario es como ir al cine y ser un simple espectador de la película.

Después de la Resurrección, los discípulos empezaron a celebrar lo que hoy llamamos la Santa Misa, recordando lo que hizo Jesús en la Última Cena y su posterior sacrificio en la Cruz. Los primeros cristianos la llamaban “la fracción del pan” y pronunciaban las mismas palabras de Jesús, para la consagración. Pronto se fueron concretando los ritos litúrgicos, los gestos, las posturas y el ritual, que observaban las comunidades cristianas.

El modo de la celebración de la Misa ha cambiado. Hoy mantiene este ritual: La preside el sacerdote celebrante; el diácono, los acólitos y los lectores le ayudan, y los fieles participan. La celebración comprende dos partes: La Liturgia de la Palabra, centrada en las lecturas bíblicas y en la oración de los fieles, y la Liturgia Eucarística que comprende la Consagración y la Comunión hasta el final.

Después del concilio Vaticano II, al comienzo del Misal de 1970 se incluye la «Ordenación General del Misal Romano», que expone lo que se celebra en la Misa, detalla cada una de sus partes y los gestos, posturas, vestiduras y lugares, a tener presentes. Es un conjunto de normas y explicaciones para que los fieles participantes en la Misa lo hagan de forma adecuada, y sientan y comprendan que la celebración sirve para santificar a las personas y para dar gloria a Dios.

Salvo por razones de salud u otras circunstancias siempre hay que mantener determinadas posturas durante la Misa. En posición de pie, se estará desde la entrada del sacerdote hasta el inicio de las lecturas y también en el aleluya, en el evangelio, en el credo, en la oración de los fieles y desde la oración de las ofrendas hasta el final. Se podrá estar sentado durante las lecturas bíblicas -salvo el Evangelio-, en la homilía, en la preparación del altar y antes de que empiece la oración después de la Comunión. Finalmente se estará de rodillas en la Consagración desde la invocación del Espíritu Santo, cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino, hasta la aclamación: “Éste es el sacramento de nuestra fe”, y después de comulgar.

Todas las posturas tienen un significado. Ponerse de pie es señal de respeto hacia el celebrante y de reconocer la Palabra de Dios en el Evangelio. La postura de rodillas se identifica con penitencia, con adoración, y estar sentados es postura para la escucha, -las lecturas bíblicas- y meditación, después de la Comunión. Las posturas manifiestan la participación en la Misa y no vale acomodarlas a ningún antojo.

Otra faceta de la celebración Eucarística son los gestos. El más común es la Señal de la Cruz con la que empieza y termina la Misa. Es el símbolo de la Redención. Otro es el Saludo de la Paz, con un apretón de manos y un saludo. Por último, la Instrucción General, nos pide que hagamos una señal de reverencia antes de recibir la Comunión.

Las posturas y los gestos no son ceremoniales. Tienen un gran significado, porque así realzan nuestra participación personal en la Misa. Son actos que nos integran en la celebración de la Santa Misa.

Juan Manuel Sierra López
Doctor en Liturgia y Profesor de la Universidad San Dámaso