martes, 24 de marzo de 2015

HIJAS DE JERUSALEN

Según costumbre en los funerales, entre la multitud que seguía al condenado que era llevado a crucificar, había muchas mujeres gritando lamentaciones que se unían a las plañideras de oficio. En el caso de rabinos ilustres, acudía el pueblo en general.

Tras Jesús camino del Calvario, -dice el evangelista-, le seguía una gran muchedumbre. En el cortejo fúnebre había quienes querían presenciar la ejecución, otros sentían curiosidad, otros iban para burlarse, y, según Zacarías (12, 10-14), otros “hacían duelo por Él como por un hijo único”… porque “En aquel día será grande el llanto en Jerusalen”, decía la profecía.

Pocas palabras salieron de la boca del Señor en el trayecto hacía lo alto del monte. El tormento soportado las horas anteriores había disminuido sus facultades. Reparó sin embargo en un grupo de mujeres mezcladas con la multitud que lloraban golpeándose el pecho. Apoyó la cruz en el suelo, volvió la cabeza, las miró y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos; porque mirad que van a llegar días en que digan: «Felices las estériles, los vientres que no han parido y los pechos que no han criado»”.     

Jesús no quiere el duelo por Él, sino por la ciudad de Jerusalen que será destruida a consecuencia del rechazo del Mesías. Su respuesta a estas piadosas mujeres es una profecía sobre la ruina de la ciudad.

Una vez más se manifiesta el trato que Jesús da a las mujeres, que contrasta con la situación dominante en aquella época en que la mujer estaba discriminada en la convivencia social. Así ocurre cuando advierte a los fariseos: “Hasta las prostitutas os adelantarán en el reino de los cielos” (Mt. 21,31) les había dicho, o “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” cuando salió en defensa de otra mujer acusada de adulterio. Lo mismo ocurre en esta ocasión: al notar su presencia, confidencialmente les revela el futuro de Jerusalen: “No quedará sobre ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido la oportunidad que Dios te daba”.

Se acerca la Semana Santa. Como hicieron aquellas mujeres llega una buena oportunidad para andar el camino de Cristo y prestar atención a sus palabras. En la penitencia de una procesión lo importante no es recordar con tristeza lo que padeció, sino entender por qué murió y resucitó.

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