martes, 3 de diciembre de 2019

JOSÉ, CON SU FAMILIA EN EGIPTO

       Los hermanos de José con los sacos lleno de trigo, volvieron a Canaán y le contaron a Jacob lo sucedido. Al oír Jacob que tendrían que volver a Egipto con Benjamín, exclamó “¡Me vais a dejar sin hijos!”, pero cedió y ordenó preparar regalos para “aquel hombre” -no sabía que era su hijo José- y así bajaron a Egipto a comprar trigo y se presentaron a José, se postraron ante él y le ofrecieron los regalos. Cuando éste vio a Benjamín preguntó: “¿Es éste vuestro hermano menor?” y “Está bien vuestro anciano padre? ¿Vive aún?”. Contestaron: “Tu servidor, nuestro padre está bien; vive todavía”. Entonces salió y se puso a llorar. Al volver ordenó servir la comida que había mandado hacer y todos sentados por orden desde el primogénito al menor, se miraban asombrados.

        Marcharon de nuevo con los sacos llenos, pero José hizo registrar el saco de Benjamín donde se encontraba su copa de plata previamente escondida. Fue un ardid para acusar a Benjamín y retenerlo como esclavo. Los demás se echaron a tierra y rogaron a José que dejara ir al muchacho porque su padre se hundiría en las penas del abismo si no volvía con ellos. A cambio Judá se ofreció a quedarse como su servidor en lugar de Benjamín. José no pudo contenerse y los mandó salir, entonces rompió a llorar fuerte de modo que los egipcios lo oyeron. 

José de nuevo con sus hermanos dijo: “Yo soy José, ¿vive todavía mi padre?”. Ellos quedaron perplejos y le oyeron decir: “Acercaos, soy vuestro hermano; no os pese haberme vendido, porque Dios me envió delante de vosotros para aseguraros supervivencia en la tierra y salvar vuestras vidas. Id a donde se encuentra mi padre y bajad con él. Habitará en la tierra de Gosén y estará cerca de mí con sus hijos y nietos y con todo lo que posea, pues tengo toda autoridad en Egipto”. Se abrazó a Benjamin y les urgió regresad a Canaán y que volvieran con su padre y sus familias.
 

La noticia de todo esto llegó a oídos del faraón, quien también dijo a José que sus hermanos cargaran sus asnos, regresaran a su tierra y volvieran que les daría lo mejor de la tierra de Egipto, y que tomaran carros para transportar los niños, las mujeres y a su padre. Así lo hicieron los hijos de Jacob y cuando llegaron le comunicaron que José vivía y gobernaba en todo Egipto. Se le encogió el corazón y cuando recobró el aliento dijo que iría a verle antes de morir.
 

Los hijos de Jacob montaron a su padre con los niños, las mujeres y todos sus descendientes en los carros, tomaron el ganado y sus posesiones y emigraron a Egipto. Al llegar a Gosén Jacob se encontró con José que lo esperaba; ambos se abrazaron y lloraron. Jacob dijo entonces: “Ahora puedo morir contemplando tu rostro y ver que vives todavía”. 

Jacob, -Israel- se estableció en Gosén donde adquirió muchas propiedades y fue fecundo. En Egipto vivió diecisiete años y toda su vida duró ciento cuarenta y siete años. Viendo cercano el fin de sus días pidió a José que cuando muriese lo sacara de Egipto y lo enterrara en la sepultura de sus padres.  

Al enfermar Jacob quiso bendecir a los hijos de José Efraín y Manasés y así lo hizo. Luego llamó a sus doce hijos y les contó lo que les iba a suceder en el futuro uno a uno.  “Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres”, les dijo. Terminó de darles instrucciones, los bendijo y expiró.
 
         Los doce hijos de Jacob son las doce tribus de Israel.
 

José habitó en Egipto con la familia de su padre; vivió ciento diez años, edad a la que murió y fue embalsamado y colocado en un sarcófago en Egipto.  
 

José Gimenez Soria