sábado, 14 de noviembre de 2009

NUEVA COLONIZACIÓN

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos -Tribunal de Estrasburgo- ha sentenciado contra el estado italiano que "la presencia de crucifijos en las aulas escolares constituye una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, y viola la libertad religiosa de los alumnos". Agrega el tribunal: "la Corte no puede entender cómo la exposición, en las clases de la escuela estatal, de un símbolo que puede ser razonablemente asociado al catolicismo, puede servir al pluralismo educativo, esencial para la conservación de una sociedad democrática tal como la concibe la Convención europea de los derechos humanos, un pluralismo que reconoce el Tribunal Constitucional italiano".

“La decisión de la Corte de Estrasburgo constituye un ejemplo clásico de imposición laicista dirigida a aislar a la religión, en especial a la cristiana, en un gueto. En esta perspectiva se enmarcan las motivaciones de la sentencia, que afirma que la exposición de cualquier símbolo religioso viola el derecho de elección de los padres sobre cómo educar a sus hijos, así como el derecho de los menores a creer o no, y que lesiona además el ‘pluralismo educativo’” afirma uno de los vicepresidentes del Parlamento Europeo, Mario Mauro.

Por otra parte el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, reconoce que los jueces que han firmado la Sentencia no saben bien de qué están hablando, ni para quién están hablando: “El crucifijo siempre ha sido un signo de ofrenda de amor de Dios y de unión y acogida para toda la Humanidad. Es una pena que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad. No es esto, y no lo es para el sentimiento común de nuestra gente”.

La sentencia del Tribunal europeo de Derechos Humanos, que ordena la retirada de los crucifijos de una escuela pública italiana, no es sino la reedición de una aversión a la cruz defendida, paradójicamente, en nombre de la libertad. Resulta inaudito, que en aras de la libertad religiosa, se llegue a la conclusión justamente contraria. El Estado no es quien para imponer una determinada opción religiosa ni en la escuela ni en cualquier otro sitio. Ahora bien, una cosa es no imponer la presencia de símbolos religiosos, y otra imponer la ausencia de símbolos religiosos, que es lo que el Tribunal exige. Aquí el Tribunal ha patinado pues choca con los principios que invoca, o sea con la laicidad del Estado y con el respeto al pluralismo

Pero no engañemos nuestra conciencia con frases más o menos oportunas y grandilocuentes. El laicismo imperante lucha a fondo para colonizar a los pueblos, aboliendo cualquier principio ético que se le ponga por delante porque ha encontrado el camino propicio para sembrar cizaña en una sociedad de vagancia intelectual y moral ajena a los valores de amor y perdón que ofrece una imagen como el Crucifijo. Contra ese falso progresismo ¿mala educación? ¿aborto? ¿eutanasia? ¿corrupción consentida? ¿justificación del mal? que pregonan políticos, intelectuales,-ya se ve que también los jueces-, y afecta a muchos que se tienen por cristianos, hay que oponerse con renovada energía exhibiendo en los sitios más visibles los símbolos e imágenes que muestran nuestra condición de católicos.