sábado, 14 de julio de 2012

EL BOSÓN DE MODA

Tan pronto los científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) anunciaron que en el acelerador de partículas de Ginebra habían conseguido observar indirectamente una partícula compatible con el bosón de Higgs, los medios publicaban opiniones de lo más chocantes. Vamos por partes.

¿Qué es un bosón? La Física estudia que las partículas elementales de la materia se subdividen en bosones y fermiones. Son partículas subatómicas descubiertas en el acelerador de partículas, constitutivas de la materia. Una de ellas es el bosón de Higgs (por Peter Higgs, su descubridor), mal llamada partícula de Dios, cuya propiedad más importante es que la masa de las demás partículas elementales depende de él.
 
Entonces surgen las preguntas: ¿Es el bosón de Higgs la partícula de Dios? ¿Tiene algo que ver este descubrimiento con la religión?

El doctor en Astrofísica y sacerdote de la Archidiócesis de Madrid Don Javier Igea aclara que, aunque el CERN reconoce que el análisis de los datos es muy complejo, todo apunta a que se ha medido la masa del bosón de Higgs que explicaría como está construida la realidad física, pero siendo un paso importante, no lo es todo, y a medida que se vaya conociendo más sobre el bosón de Higgs, se podrá empezar a entender lo que es la materia, algo hipotético en el momento actual. 
Don Javier Igea dice que este descubrimiento se debe enmarcar en la voluntad del hombre en saber de qué está hecho el cosmos. “Nos va la vida en ello, y además tiene implicaciones para la vida moral de las personas y de la sociedad”. No entiende las reacciones de algunos periodistas como la de un tal Antonio Lucas que cree que este hallazgo ha sido un duro golpe para la religión: “Dos milenios de guerras religiosas para nada”.

En cuanto a esas implicaciones religiosas el sacerdote-científico escribe: «No hay implicaciones religiosas por este descubrimiento. Reina una cierta confusión porque el bosón de Higgs ha sido llamado la partícula de Dios. Ésta es una mala traducción del título inglés de la obra de divulgación sobre el bosón de Higgs The God Particle escrita por el premio Nobel Leon Lederman. Es imposible expresar en español el sentido que en inglés tiene el título del libro sin hacer una paráfrasis. Una traducción más exacta es: la partícula dios. Sin duda se trata de una metáfora. Éste nombre, dado a una partícula subatómica por el editor de un libro, no gusta a la comunidad científica y debe ser evitado, tanto por motivos científicos, como por motivos religiosos. La ciencia no trata directamente de Dios, pues éste no pertenece al mundo sensible, experimentable, aun cuando los creyentes pensamos que su acción en la historia puede ser detectada. Además, identificar a Dios con una partícula subatómica es una salvajada filosófica que nos llevaría al más radical panteísmo».

«Ahora bien, la trascendencia mediática y científica que ha tenido este descubrimiento sirve para plantear una vez más las preguntas fundamentales que el hombre se hace sobre sí mismo y sobre lo que le rodea. Detrás de cada científico hay un hombre que busca saber, y en las preguntas que hace a la naturaleza hay una pregunta implícita sobre sí mismo y sobre Dios. La negación de Dios a partir de la ciencia solo se podría dar en el caso imposible de que la ciencia estuviese acabada y diese una explicación última de todo. Pero, después de Gödel, hay una pregunta que la ciencia no puede responder: ¿quién ha creado las leyes de la naturaleza que la ciencia descubre? La ciencia no puede explicarse a sí misma».

Y concluye: «Sabemos mucho más que las generaciones anteriores, pero no sabemos cuán cerca estamos de los límites de la ciencia. La ciencia no es la explicación última de todo, y habrá un momento en que no podamos averiguar nada más científicamente».