martes, 25 de diciembre de 2012

Con la Natividad comenzó una nueva Era.

El nacimiento de Cristo, ese sencillo suceso que dio origen a la celebración de la Navidad, fue un acontecimiento capital para la Humanidad. Que todo un Dios omnipotente se haga hombre en el seno de una humilde mujer tiene algo de locura. Locura divina que partió la historia en dos: Lo ocurrido antes de Cristo y lo que sucedería después de Cristo. Con Él nació el año cero para el cómputo de un tiempo nuevo.

Con la llegada de Cristo quedaron abolidos los sacrificios cruentos y las víctimas expiatorias, quedando solo su propio sacrificio de muerte en la cruz, según su voluntad: «Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre» explica San Pablo (Hb, 10,10).

Jesucristo es una figura histórica cuya doctrina es conocida a través de sus discípulos. Su doctrina, el cristianismo, es una religión universal fruto de una predicación de mensajes de amor y de redención. Su indiscutible triunfo a lo largo de los siglos no lo han detenido ni Herodes, ni Diocleciano, ni los totalitarismos ni el laicismo más intolerante, porque anida en la conciencia de los hombres de buena voluntad y se asienta en la fuerza del amor fraterno y del perdón.

El cristiano fetén tiene que predicar esta doctrina con fe y encumbrarla sin tapujos porque tiene rango divino y contra eso nada pueden quienes intentan quebrarla o encerrarla en las iglesias. Ni el amor ni el perdón se pueden rebatir con argumentos groseros o coacciones perversas, a veces disimuladas, como demuestra la experiencia de siglos.

Cuando los apóstoles, conminados por el Sanedrín para que no predicaran la doctrina de Cristo, contestaban que “Obedecerían a Dios antes que a los hombres”,  y los saduceos montaban en cólera y los amenazaban con matarlos, un fariseo llamado Gamaliel, hombre de prestigio, doctor de la ley, les dijo “Mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres. Desentendeos y dejarlos libres, porque si lo que predican es obra de los hombres, se destruirá, pero si es de Dios no conseguiréis destruirla. No sea que os encontréis luchando contra Dios”.

La Navidad nació en un pesebre. Nada ni nadie en el mundo ha ejercido tanta influencia en pro del respeto humano entre el hombre y la mujer como la escena del pesebre de Belén, cuna de la Cristiandad.
 
El cristianismo está en el centro de nuestra cultura. La Navidad se celebra en todo el mundo occidental como la gran fiesta de alegría y de paz sin distinción de razas ni nada que la supere, porque Cristo habita entre nosotros.

 

domingo, 16 de diciembre de 2012

PANDERETAS Y ZAMBOMBAS La modernidad no impide...

La modernidad no impide que panderetas y zambombas resistan el paso del tiempo y lleguen lozanas a la Navidad para acompañar el canto de villancicos, el cante tradicional que entonan las familias en torno a las figuras del belén para anunciar que celebran la Natividad del Señor. 

Los belenes son la parte visible de la llegada a la Tierra del Niño Jesús, el Mesías de Dios que anunciaron los profetas, encarnado en una Santa Mujer, que vino a nacer en un pueblo desconocido de Judea para traer la alegría y la paz a los hombres de buena voluntad.


¡Cantad “Campana, sobre campana”; “Los peces en el rio”; “A Belén pastores” o “Noche de paz”; tocad panderetas y zambombas; vitoread al Dios que ha nacido y decid Feliz Navidad!

domingo, 2 de diciembre de 2012

LA INFANCIA DE JESUS

Cuando del almanaque salta la gran Solemnidad de Cristo Rey y llegan los tonos morados del Adviento, que es el tiempo precursor de la Navidad, es el momento de empezar a prepararse para la alegre fiesta del Nacimiento de Cristo, que eso significa Navidad.

Al principio de nuestra era los cristianos solo conmemoraban la Pasión y Resurrección de Cristo por considerar irrelevante el momento de su nacimiento. Hubo que esperar hasta el año 320 para empezar a celebrar de forma humilde la Navidad, pero fue en el siglo VIII cuando la liturgia de esta Fiesta alcanzó el realce con la que, salvo algunas variaciones, ha llegado hasta hoy.
Si la Pasión y Resurrección de Cristo se representan con imágenes sobre tronos en procesión, su Nacimiento se representa en los belenes, siguiendo la tradición iniciada por San Francisco de Asís en 1223 cuando se le ocurrió montar uno para reproducir la escena de Belén.

Coincide la entrada del Adviento con la aparición del libro del Papa Benedicto XVI “La infancia de Jesús”, el tercero dedicado a la figura de Jesús de Nazaret. El primero abarca desde su Bautismo hasta la Transfiguración y el segundo desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Con el último libro se completa la trilogía sobre Jesucristo, y sobre ello el teólogo Olegario Gonzalez de Cardenal, ha escrito: «Cuando los evangelistas tuvieron la experiencia de que aquel a quien los hombres habían crucificado, Dios lo había resucitado, se preguntaron por el sentido de todo lo que habían vivido con Jesús y sobre todo quien era y de donde venía para que Dios hubiera actuado así con Él. Y evocaron todo lo vivido hasta llegar al mismo nacimiento de Jesús. Una convicción les animó: El que ha resucitado es el mismo que ha muerto en la cruz, el que ha predicado el Reino, el que ha nacido en Belén. Y concluyen: éste a quien Dios ha resucitado es su Hijo. Y el que nace en Belén es ese mismo Hijo encarnado».  
El libro ha desatado una falsa polémica porque, según algunos que ni siquiera lo han leído, el Papa “niega la existencia del buey y la mula en el pesebre de Belén”. Los que se han rasgado las vestiduras, antes de decir nada debían leer el libro, y documentarse en los Evangelios, donde no aparecen ni el buey ni la mula en el establo de Belén, que es la fuente empleada por el Papa para el conocimiento de Jesús.

Muy al contrario Benedicto XVI, anima a mantener esa tradición que inició San Francisco. Más aún: ahonda en el significado del buey y la mula citando a Isaías (1,2-3) que pone en boca del Señor esta profecía: «Hijos he criado y educado, y ellos se han rebelado contra mí. El buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende». De este texto se sirvió la tradición cristiana para poner estos animales junto al pesebre de Jesús, capaces de reconocer al único Señor, y como símbolo del amor del nuevo Israel que sí tiene conocimiento del Señor a través de la Iglesia.
También a los belenes se les pone nieve, pero según San Lucas “en la región había unos pastores acampados al raso” lo que hace suponer que la noche no era tan fría para que hubiese nieve. Por si acaso la Virgen había preparado el viaje pensando en la profecía de Miqueas: «De ti, Belén, Efratá, saldrá quien ha de gobernar en Israel», y por eso iba provista de pañales con los que envolvió al niño y lo acunó en el pesebre.

La Navidad viene de camino. El Papa en su libro ahonda en esta fiesta que conmemora el Nacimiento del Niño Jesús, y sigue con el relato de su infancia vivida entre Egipto y Nazaret. Hay que leer el libro para conocer algo más de los primeros años de quien es el Señor de la Historia, y hay que seguir montando belenes, con mula, con buey, con nieve o si ella, cantar villancicos y si se tercia entonar el “Gloria a Dios en las alturas” que sí aparece en el Evangelio.

lunes, 5 de noviembre de 2012

AÑO DE LA FE

ANNUS FIDEI 2012-2013

«La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22).

Así empieza la Carta Apostólica en forma de motu proprio, Porta Fidei, del Papa Benedicto XVI para convocar el Año de la Fe que comenzó el 11 de octubre, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II, y concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey. 

La convocatoria «es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo» y un llamamiento a los cristianos a renovar la fe. Los cofrades, como miembros activos de la Iglesia, tenemos la oportunidad de dar testimonio de que Jesús, el Nazareno, en el centro de nuestra fe y de nuestra vida. Para ello nada mejor que acudir al Credo, la oración que es la síntesis de nuestra fe.

El Credo es la fórmula de la profesión de fe cristiana. Se llama así por ser la primera palabra de la fórmula latina: «Credo in unum Deum...». Los primeros cristianos tenían un código que aprendían de memoria para poder ser bautizados: era el Símbolo de los Apóstoles, cuyos artículos fueron formulados por los Doce. Hoy lo conocemos como Credo, y en él se resumen las verdades principales que profesamos los cristianos.
 
Mucho se ha empezado a escribir sobre el Año de la Fe. De la revista Alfa y Omega extraemos parte de lo escrito por algunos teólogos sobre el Credo. El cardenal luso José Saraiva Martins reconoce que hay una indiferencia religiosa creciente, el ateísmo, pero «El Credo, en síntesis, nos dice que si tú crees verdaderamente los que anuncias, si lo vives en profundidad, no debes tener miedo de nada».

Monseñor Pierangelo Sequeri, Rector de la Facultad de Teología del Norte de Italia, apunta que «En el Credo, la historia del hombre y la historia de Dios, se narran juntas, como en una única narración». Y añade «Sería estupendo que el Año de la Fe llevara a encariñarnos con el Credo».

Más conciso es el dominico Giorgio María Carbone de la Facultad de Teología de Bolonia: «El Credo es la síntesis de la Revelación. En vez de leer todos los libros de la Biblia, la Iglesia, conociendo la pereza humana, nos ofrece en unas líneas la síntesis de la fe».

Finalmente el Arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, explica que, «al final del Año de la Fe, querría que el Credo se convirtiera en la oración diaria de los cristianos, es decir, la profesión de fe recitada y coherentemente vivida». Lo propone con palabras de San Agustín: «Recibid la fórmula de la fe, que es llamada Símbolo. Y cuando la hayáis recibido, grabadla en el corazón y repetirla cada día, antes de dormir, antes de salir de casa, en la plaza o en la calle, y para antes de comer».

«El Credo es, ante todo una oración que se recita dentro de la celebración litúrgica. Es la síntesis de lo que la sabiduría creyente ha seleccionado como esencial», escribe la Teóloga de la Universidad Pontificia Gregoriana Stella Morra.

Sirva este Año de la Fe como punto de partida para descubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, confirmando día a día nuestras creencias en Dios Padre, el Creador; en Jesucristo, nuestro Señor Redentor; en el Espíritu Santo, el Consolador; en la Resurrección al final de los tiempos, y en la Vida eterna, compartiéndolas con los demás.

sábado, 20 de octubre de 2012

APOSTILLA A LA APERTURA DE CURSO 2012-2013.

La breve ceremonia de Apertura del Curso Cofrade 2012-2013 tuvo lugar el tercer día del Solemne Triduo en honor a la Virgen MARÍA SANTÍSIMA DE LA REDENCIÓN, celebrado los días 11, 12 y 13 de octubre de 2012 como colofón del XXV Aniversario de su Bendición.

El Hermano Mayor, Pedro J. García Sánchez, dedicó su alocución para hacer balance del Año de la Virgen; lanzar un mensaje de acercamiento constante a Cristo y a la Virgen; y proclamar la verdad de que la Virgen cooperó en la obra de la Redención. Lo hizo con estas palabras:

“Queridos hermanos, queridos cofrades:
Recordaréis que el año pasado por estas fechas declaramos el curso cofrade que entonces comenzamos como AÑO DE LA VIRGEN en memoria del XXV aniversario de la  Bendición de María Santísima de la REDENCIÓN. Ha sido éste un año fructífero que nos ha servido para estar más cerca de la Virgen María y hacernos más devotos de Ella.
Pero este acercamiento no debe ser solo de unos meses. Tenemos que ser constantes en la devoción a Jesucristo y a la Virgen María durante los 365 días de todos los años. Esa es nuestra primera obligación de cofrades. Como creyentes, el apego demostrado a la Virgen nos debe servir para valernos de su mediación ante el Señor y lograr que participen de esa fe otras personas que no la tengan.
En varias ocasiones la Virgen intervino ante su Hijo para conseguir atraer a gente indecisa. Un ejemplo conocido por el Evangelio sucedió en la boda de Caná. La Virgen usó su habilidad de madre para que su Hijo se revelase como el Mesías, transformando el agua en vino. Gracias a la intervención de Ella, Cristo se ganó sus primeros discípulos entre los invitados.
Más tarde, cuando Cristo resucitó, se cumplieron los designios de Dios: El hombre fue redimido para siempre y la Virgen María cooperó en esa magna obra. Esta gran verdad la proclamamos los cofrades moraos honrando a nuestra María Santísima de la REDENCIÓN.
Este Curso Cofrade lo vamos a empezar presumiendo con Ella. Durante estos días hemos celebrado un Triduo en su honor y hoy, el terminar la Eucaristía, la vamos a sacar en procesión por las calles de Albox. Será una buena ocasión para encomendarle nuestras alegrías y preocupaciones; para confiarle nuestros deseos e ilusiones, y sobre todo para tenerla presente en el discurrir diario de nuestra vida.
Así lo manifiesto y así lo deseo al declarar abierto el Curso Cofrade 2012-2013”.

San Lucas, en el evangelio de ese día –el sábado 13-, pone en boca de una mujer que oía a Jesús mientras hablaba a la gente, este grito: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”. (Lc 11, 27-28). Tanta era la dicha de aquella mujer, que alzó su voz para elogiar a la Madre de quien les hablaba.

También los cofrades moraos unimos la voz a la mujer del evangelio para proclamar nuestro entusiasmo por la Virgen María Santísima de la Redención como dijo el Hermano Mayor  “presumiendo con Ella” en la Iglesia o en la calle. Somos dichosos por su título que pregona el misterio más grande de la humanidad: la Redención; por su mediación ante el Señor que nos concede todos los bienes juntos, y porque su resplandor no tiene ocaso. ¡Bendita seas!.

 

jueves, 6 de septiembre de 2012

EUGENIO

En la orilla norte del altiplano granadino, la que linda con la Sierra de Cazorla, son casi las siete de la mañana de un día de primeros de agosto, cuando unos rayos del sol anuncian un nuevo día.  En un instante el campo se tiñe de un rojo mañanero que en pocos minutos se va tornando en amarillento caluroso y es cuando la atmósfera empieza a perder el frescor de la noche.

Para el caminante que echa a andar a esa hora, cada mañana es diferente aunque se repitan la paz de los campos, el saludo a otros caminantes y las avemarías del rosario. El amanecer regenera el espíritu del que madruga. 
 
Eugenio ve siempre la salida del sol, y sabe que a medida que pasan los días el sol sale cada vez más tarde siguiendo el curso natural que impuso el Creador. ¡Ah, Eugenio es un pastor!

En uno de los recorridos matutinos, el caminante lo encontró al borde del camino del Cementerio vigilando al rebaño que pastaba en el rastrojo, con su parsimonia habitual. Se apoyaba en su cayado a modo de asiento en posición estática, con una quietud paciente, contagiado tal vez por la pacienzuda compañía de las ovejas. Los perros guardianes mantenían la disciplina del rebaño que rebuscaba la hierba comestible del prado sin ninguna otra preocupación notable. Estaba abrigado pues la mañana amanecía fresquita.
 
¡Buenos días nos dé Dios!, saludó el caminante. ¡A la paz de Dios!, respondió Eugenio, el pastor. Tras un corto diálogo de tanteo el buen hombre se dejó preguntar, y contó que en el verano sale con el rebaño a las nueve de la noche y se recoge sobre las nueve de la mañana para evitar el sol y el calor. Pasa las noches al raso, como recuerda el pasaje evangélico de los pastores de Belén, y solo duerme un rato cuando las ovejas se echan para dormir a eso de las cuatro o cinco de la mañana sin que nadie les diga nada. Eso explica la prenda de abrigo que llevaba para pasar la fría noche. Como despertador se sirve de una cuerda que se ata a un pie que, a su vez, está atada a la oveja mansa, y cuando ésta se despierta tira de la cuerda y “avisa” a Eugenio. Así fue el primer encuentro.  
Otra mañana, de cielo azul claro y limpio, al oír el tintineo de las campanillas de las ovejas y cabras, el andariego orientó sus pasos en esa dirección y encontró a Eugenio y su manada en una ladera a la vera del Cortijo Blanco, hecho con paredes de mampostería en color ocre, en su postura habitual “sentado en el bastón”. Uno de los perrillos rondaba inquieto cerca de Eugenio como esperando sus órdenes. Esta vez el señuelo de la edad dio pié para iniciar la charla. El hombre tiene 75 años y toda su vida ha tenido ese oficio, y no piensa en la jubilación. Vive del fruto del rebaño, sobre todo de la venta de las crías; no así de la lana que no se cotiza; tiene algo más de 400 ovejas aunque deja en la majada las que están “criando”. Aunque el pasto no es gratis, pues tiene que pagar algo a los dueños del terreno, el negocio se defiende. 

El tercer encuentro, más tarde de lo usual, llegó cuando el rebaño se alejaba de los prados próximos al Cortijo del Rey siguiendo el Camino Real, -nombres que los lugareños ignoran de donde vienen-, atravesando la carretera por el paso obligatorio en dirección al Pozo Viejo para saciar la sed con el agua que mana abundante. Las ovejas avivaron el paso al notar el aire húmedo por la cercanía del chorro líquido y en tropel se lanzaron al abrevadero. Tras un buen rato de paciente espera, a una voz de Eugenio el perrillo puso en movimiento al rebaño ya camino del redil para pasar a la sombra el resto del día.  Mientras otra perrita, liberada temporalmente de su función de pastoreo, jugueteaba con otra, Eugenio contó que en invierno sale entre las diez de la mañana y se recoge a las cinco de la tarde.
 
Las ovejas son parte de su vida, las conoce una a una; se siente a gusto en la soledad de estos prados de Dios bajo el cielo estrellado de la noche. Miró las cuentas del rosario del caminante, dijo que se le había olvidado rezar lo que aprendió de su maestro de escuela y avivó el paso.   

sábado, 14 de julio de 2012

EL BOSÓN DE MODA

Tan pronto los científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) anunciaron que en el acelerador de partículas de Ginebra habían conseguido observar indirectamente una partícula compatible con el bosón de Higgs, los medios publicaban opiniones de lo más chocantes. Vamos por partes.

¿Qué es un bosón? La Física estudia que las partículas elementales de la materia se subdividen en bosones y fermiones. Son partículas subatómicas descubiertas en el acelerador de partículas, constitutivas de la materia. Una de ellas es el bosón de Higgs (por Peter Higgs, su descubridor), mal llamada partícula de Dios, cuya propiedad más importante es que la masa de las demás partículas elementales depende de él.
 
Entonces surgen las preguntas: ¿Es el bosón de Higgs la partícula de Dios? ¿Tiene algo que ver este descubrimiento con la religión?

El doctor en Astrofísica y sacerdote de la Archidiócesis de Madrid Don Javier Igea aclara que, aunque el CERN reconoce que el análisis de los datos es muy complejo, todo apunta a que se ha medido la masa del bosón de Higgs que explicaría como está construida la realidad física, pero siendo un paso importante, no lo es todo, y a medida que se vaya conociendo más sobre el bosón de Higgs, se podrá empezar a entender lo que es la materia, algo hipotético en el momento actual. 
Don Javier Igea dice que este descubrimiento se debe enmarcar en la voluntad del hombre en saber de qué está hecho el cosmos. “Nos va la vida en ello, y además tiene implicaciones para la vida moral de las personas y de la sociedad”. No entiende las reacciones de algunos periodistas como la de un tal Antonio Lucas que cree que este hallazgo ha sido un duro golpe para la religión: “Dos milenios de guerras religiosas para nada”.

En cuanto a esas implicaciones religiosas el sacerdote-científico escribe: «No hay implicaciones religiosas por este descubrimiento. Reina una cierta confusión porque el bosón de Higgs ha sido llamado la partícula de Dios. Ésta es una mala traducción del título inglés de la obra de divulgación sobre el bosón de Higgs The God Particle escrita por el premio Nobel Leon Lederman. Es imposible expresar en español el sentido que en inglés tiene el título del libro sin hacer una paráfrasis. Una traducción más exacta es: la partícula dios. Sin duda se trata de una metáfora. Éste nombre, dado a una partícula subatómica por el editor de un libro, no gusta a la comunidad científica y debe ser evitado, tanto por motivos científicos, como por motivos religiosos. La ciencia no trata directamente de Dios, pues éste no pertenece al mundo sensible, experimentable, aun cuando los creyentes pensamos que su acción en la historia puede ser detectada. Además, identificar a Dios con una partícula subatómica es una salvajada filosófica que nos llevaría al más radical panteísmo».

«Ahora bien, la trascendencia mediática y científica que ha tenido este descubrimiento sirve para plantear una vez más las preguntas fundamentales que el hombre se hace sobre sí mismo y sobre lo que le rodea. Detrás de cada científico hay un hombre que busca saber, y en las preguntas que hace a la naturaleza hay una pregunta implícita sobre sí mismo y sobre Dios. La negación de Dios a partir de la ciencia solo se podría dar en el caso imposible de que la ciencia estuviese acabada y diese una explicación última de todo. Pero, después de Gödel, hay una pregunta que la ciencia no puede responder: ¿quién ha creado las leyes de la naturaleza que la ciencia descubre? La ciencia no puede explicarse a sí misma».

Y concluye: «Sabemos mucho más que las generaciones anteriores, pero no sabemos cuán cerca estamos de los límites de la ciencia. La ciencia no es la explicación última de todo, y habrá un momento en que no podamos averiguar nada más científicamente».

viernes, 29 de junio de 2012

BAUTIZO

Hasta hoy, que sepamos, es el más novatillo de la Cofradía. Tiene apenas cinco meses y uno de estos domingos de junio lo han vestido de blanco para ser bautizado. Meses atrás, el pasado Viernes Santo, su madre le puso una túnica morada con capa blanca que lució con la inocencia de un bebé que aún no distingue los colores. Esa noche, su padre, actual Mayordomo del Santo Sepulcro, lo aupó en brazos para ofrecerlo al Señor Yacente. Este gesto paterno le abrió las puertas de la Cofradía del Nazareno, siguiendo una tradición familiar iniciada por el bisabuelo del neófito que se remonta a casi un centenar de años.

El día de San Juan fue bautizado bajo el manto protector de la Santísima Virgen del Saliente. Al terminar la ceremonia padres y padrinos subieron al camarín y presentaron al  pequeño Pedro Jesús a la Madre de Dios. En la Eucaristía previa Isaías había profetizado: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó”. Fue una premonición a la gracia del Señor que recibió en el bautismo.

El bautismo nos permite ser hijos de Dios. Al ser bautizados pasamos de ser criaturas de Dios a hijos suyos. Cruzamos el umbral de la Iglesia para formar parte de sus miembros y ser herederos de la Vida Eterna. El bautismo es la puerta para poder recibir los demás sacramentos.

Los signos del bautismo son la vestidura blanca, la señal de la cruz, el agua, el santo crisma y el cirio. El pequeño Pedro Jesús iba vestido de blanco en señal de su dignidad de cristiano. Después de que padres y padrinos solicitaran al Oficiante la fe de la Iglesia, éste hizo la señal de la cruz sobre la frente y el pecho del pequeño mientras rezaba las preces de rigor. Luego puso un poco de sal en la boca del niño, derramó el agua bendecida sobre su cabeza, lo ungió con crisma y entregó a los padres una vela encendida directamente del cirio pascual recordándoles la responsabilidad de que nunca se llegue a apagar esa luz.

El celebrante terminó tocando con el dedo pulgar los oídos y la boca del bebé, mientras decía “Effetá”, esto es ¡Ábrete! que es una invocación al Señor para que el neófito pueda escuchar la Palabra de Dios y proclamar su fe. Este imperativo lo pone San Marcos en boca de Jesús cuando yendo desde Tiro hacia el mar de Tiberiades, le presentaron un sordomudo y Él, apartándolo de le gente, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua y mirando al cielo dijo ¡Effetá! y el sordomudo empezó a oír y a hablar.

Al finalizar el bautismo invocando el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, el sacerdote invitó al nuevo cristiano a ir en paz.


lunes, 11 de junio de 2012

COCINA MODERNA

Sabido es que, desde tiempo ha, se han hecho un renombre ciertos llamados cocineros que “venden” platos con el señuelo de una cocina de diseño. No es que quiten el hambre pero dejan a dos velas el bolsillo de los comensales. Los más renombrados son Arguiñano, Arzak, Ferrán Adrià, Arola, Subijana y algún otro, que te sirven platos como el “Gallo asado con manitas de cordero, carabineros y aceite de albahaca y jabugo”; el “Timbal de alcachofas son flan de foie-gras al oporto”, o la “Ensalada de jeta de lechal y caracoles de mar” por poner tres ejemplos.
A estos sagaces empresarios les está superando desde hace años un afamado competidor. Se trata de un tal Javier Krahe, que en 2004 diseñó un plato llamado “Como cocinar un crucifijo”  cuya receta consiste en tomar un crucifijo, trocearlo, untarlo con mantequilla, meterlo en el horno y esperar tres días, al cabo de los cuales está en su punto y sale solo. A los católicos nos ofende que se use el símbolo que representa la Redención para tan chabacano invento.
Así lo entendió en su día el Centro Jurídico Tomás Moro que presentó una querella criminal por escarnio de las creencias religiosas contra el artista-cocinero. Ahora, al cabo de ocho años (la justicia va por la vía lenta) el Juez correspondiente ha absuelto al provocador cocinero, porque su señoría no ve delito en humillar los sentimientos religiosos de miles de españoles. Que el Señor le conserve su sapiencia.
Está más que probado que a los cristianos se nos ataca a través de los símbolos más queridos, y el crucifijo es el que se lleva la peor parte. O lo quitan o lo cocinan. ¿Y qué podemos hacer? Por lo pronto ser verdaderos apóstoles y no acomplejarnos. En la era de internet y de las redes sociales tenemos los instrumentos para contrarrestar ese acoso. Mostrar la cruz y el crucifijo ha de ser el objetivo preferente y de paso difundir por los cuatro puntos cardinales el rechazo a toda provocación. Si en Semana Santa sacamos a la calle nuestros crucificados, ¿por qué no enseñarlos todo el año para avivar la cristianización tan decaída?
Hace dos mil años San Pablo dijo a Timoteo en su segunda carta que vendrían “tiempos difíciles”, pues los hombres son “egoístas, avariciosos, irreligiosos, calumniadores, amigos más del placer que de Dios”. Es lo que ocurre hoy. Pero al cristiano “Dios no ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza y templanza”. “No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”, le decía. Apliquemos pues la enseñanza de San Pablo contra la marea anticristiana con más fortaleza y menos vergüenza sin reír la gracia a los que cocinan platos de mal gusto porque nos insultan, diga lo que diga un juez.

sábado, 19 de mayo de 2012

PENTECOSTES Y EL ROCIO

Si en una encuesta se preguntase sobre que es Pentecostés o que es el Rocío, es probable que muchos supieran del Rocío y algo menos de Pentecostés, y eso que son fiestas que se celebran el mismo día.

Pentecostés es la fiesta religiosa que tiene lugar siete semanas después de la Pascua, es decir pasados cincuenta días; de ahí su nombre: Pentecostés (= cincuenta) que equivale en griego a "quincuagésimo". Es un domingo de los más importantes del año. Conmemora la venida o efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11): “Estando todos reunidos se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar lenguas extranjeras contando maravillas de Dios”.

Cristo había dicho a sus discípulos que, para proclamar al mundo todo lo que les había predicado, enviaría el Espíritu Santo para recordárselo y hacérselo comprender mejor. Nueve días después de la Ascensión, el Espíritu Santo vino sobre ellos en la fiesta de Pentecostés y empezó a ejercer su magisterio. La inspiración del Espíritu Santo les ayudaría a divulgar mejor el mensaje de Cristo.

En el Levítico a esta fiesta se le llama “fiesta de las semanas” porque se celebraba siete semanas después de las primeras cosechas. Se hacía para dar gracias a Dios por los frutos recibidos. Se conocía también como fiesta de la siega y tenía lugar en el mes judío de Sivan que es una fecha entre nuestro mayo y junio. Más tarde se le añadió un sentido histórico: a los cincuenta días de salir de Egipto, los israelitas sellaron el pacto de la Alianza con Dios en el Sinaí. Con la venida del Espíritu Santo, Pentecostés se convirtió en fiesta cristiana de primera categoría. Fue el comienzo de la peregrinación de los apóstoles por el mundo enseñando el evangelio.

El Rocío tiene en común con Pentecostés que se celebra el mismo domingo en el pueblo onubense de Almonte. Este día culmina la romería a la Ermita de la Virgen del Rocío con miles de peregrinos con sus Hermandades en un ambiente de alegría y esperanza. Desde semanas antes los romeros preparan carretas, Simpecados, Estandartes que llevan por caminos polvorientos, bajo la sombra de los pinos. Un sinnúmero de hombres y mujeres vadean el rio Quema y acuden a la Ermita para cumplir promesas de todo el año que ofrecen a la Virgen del Rocío.

Se tienen noticias de que a principios del siglo XVI se funda la primera Hermandad con el nombre de Cofradía de Nuestra Señora de las Rocinas. A mediados del siglo XVII el pueblo de Almonte aclama a la Virgen como su patrona. En 1758 se conocen las primeras reglas de la Hermandad donde ya figura como Nuestra Señora del Rocío, nombre que se inspira en la liturgia de Pentecostés que compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío: Ven, Espíritu divino/manda tu luz desde el cielo/.Riega la tierra en sequía/sana el corazón enfermo/doma el espíritu indómito/guía al que tuerce el sendero/. Los almonteños quisieron significar que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo y por eso la llaman Blanca Paloma. Poco a poco se han ido creando nuevas Hermandades Filiales que ya superan el centenar.

La peregrinación al Rocío es una manifestación de religiosidad popular. Si en Pentecostés los discípulos se llenaron del Espíritu Santo para “ir a predicar el evangelio de Cristo”, en el Rocío es la Santísima Virgen la que invade el espíritu de los romeros que, entre cantos, bailes y plegarias, transforma el camino rociero de la marisma en amor a la Madre de Dios.

jueves, 12 de abril de 2012

SE SUSPENDE LA SEMANA SANTA

Cuando ya solo quedan los ecos de los tambores de los días de Semana Santa pasada, cuando la cera de los cirios solo es un reguero de una luz que pasó, es hora de reseñar algo de la noticia aparecida en la prensa anterior a estos días santos, que decía “El conflicto laboral con la Policía Local deja a La Línea sin Semana Santa”.

La noticia estaba en que los miembros de la Policía Local de La Línea (Cádiz) llevaban ocho meses sin cobrar sus nóminas y ante su falta de colaboración para montar el dispositivo de seguridad necesario, se optaba por “suspender la Semana Santa”.

El titular califica por sí solo la ignorancia del quien lo redactó, y no pudo ser más nefasto. ¿Por un conflicto laboral se va a suspender la Semana que los cristianos dedicamos durante siglos a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, o simplemente es que no habrá procesiones?

Cada vez más los días de Semana Santa parecen, como quieren algunos, fiestas del equinoccio de primavera desligados de toda creencia. Y así han convertido los desfiles procesionales (frase horrorosa) en un espectáculo entendido como de “manifestaciones culturales y artísticas” apto para turistas y foráneos. El hecho de que el protagonista central de las procesiones sea un hombre que se dice Hijo de Dios, no cuenta.

No es extraño pues, que el Papa Benedicto XVI exhorte a los sacerdotes a la enseñanza cristiana, para paliar “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad”. "Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos", denuncia el Papa, que anima a leer la Sagrada Escritura, "que nunca leeremos y meditaremos suficientemente".

La Semana Santa, como tantas celebraciones de los misterios de nuestra fe, hace tiempo se ha desacralizado por parte del ambiente de la calle. La sociedad va secularizando las manifestaciones más sagradas de nuestra Religión. La Semana Santa para muchos es tiempo de vacación, de turismo, de diversión, de folklore. Los pasos de la Pasión cada vez están más reducidos a puro tipismo y a puro comercio. El espíritu de estos días pasa inadvertido para una parte considerable del pueblo de Dios. No se busca el perdón y la penitencia, sino el exhibicionismo callejero de unas procesiones desvirtuadas que, en más de un caso, la algarabía que las rodea rompe la seriedad de lo que representan.

No es extraño que se den titulares como los de La Línea. Si no puede haber procesiones por un problema laboral, no hay espectáculo, ergo no hay Semana Santa. Ahora que ha pasado, los que creemos algo en estos misterios hagamos nuestro balance espiritual de lo que hemos vivido en estos días Santos.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿PERDONAMOS A QUIENES NOS OFENDEN?

Deambulando por el universo de la Red se pueden encontrar enseñanzas para ir por los caminos rectos de la conducta humana. Sirva de ejemplo el blog Sol y escudo que en los últimos días trata el tema que titula este comentario. El bloguero empieza: «Hay una petición en el Padrenuestro que siempre me ha parecido inquietante y no terminaba de entender, es la de: "perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden"».

En este tiempo de limosna, oración y perdón que es la Cuaresma, sería un cargo de conciencia dejar pasar la ocasión de no contestar a esta pregunta ¿perdonamos a quienes nos ofenden?

Después de que Jesucristo enseñase la oración del Padrenuestro a los suyos, Pedro le preguntó: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Y en otra ocasión dijo Jesucristo “Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete antes a reconciliarte con tu hermano”.

¿Tan importante es el perdón a los que nos han ofendido? En Sol y escudo se califica la frase del Padrenuestro de conclusión matemática: “Todos los pecados pueden ser perdonados menos uno, nuestra negativa a perdonar”, y lo ilustra con esta parábola: “Diez mil talentos le perdonó su señor al deudor moroso. Diez mil talentos en términos de moral, equivaldrían a la suma de todos los pecados habidos y por haber. De todos menos uno, por lo visto, ya que luego se negó a perdonar lo que según una estimación humana tal vez sólo supondría algunos decimales: no le perdonó el que a su vez él no perdonase a un compañero suyo la pequeña cantidad de cien denarios”. Mateo pone esto en boca de Jesús: "Si perdonáis, se os perdonará; si no perdonáis, no se os perdonará".

El bloguero termina con un cuento de Lichtwer: «Un rey tenía tres hijos y muchas posesiones. Pero entre todas sus riquezas sobresalía un brillante de valor inmenso. A la hora de repartir su hacienda, ¿a cuál de los tres hermanos reservaría el brillante? Decidió someterlos a una prueba; el brillante iría a parar a manos del que realizase, un día determinado, la acción más heroica. Al llegar la noche de aquel día, se presentaron los tres hermanos y cada uno relató su hazaña. El mayor había logrado dar muerte a un dragón que desde hacía mucho tiempo asolaba los campos y sembraba el pánico entre las gentes del reino. El segundo contó cómo había reducido, él solo, valiéndose de una pequeña daga, a diez hombres magníficamente armados. El pequeño habló en tercer lugar y dijo: "Salí esta mañana y encontré a mi mayor enemigo durmiendo al borde de un acantilado; lo dejé seguir durmiendo". El rey se levantó del trono, abrazó a su hijo menor y le entregó el brillante».

Con este hermoso relato Lichtwer quiso explicar qué heroico, qué costoso, qué difícil es el perdón entre los humanos.

viernes, 27 de enero de 2012

PREGON EN VALLADOLID

En los últimos días han aparecido críticas contra el Arzobispo de Valladolid, Don Ricardo Blázquez por, dicen, haber objetado que Doña Soraya Sáenz de Santamaría pronuncie el pregón de la Semana Santa de esa Capital dada su situación matrimonial al estar casada por lo civil. En esta ciudad el pregonero es elegido por su Alcalde, dentro de una terna de nombres que la Junta de Cofradías de Semana Santa le presenta cada año.

El arzobispado ha desmentido que hubiese objeción hacia la pregonera. Monseñor Blázquez, a la cuestión de un periodista sobre el estado civil de Sáenz de Santamaría, dijo que desconocía ese dato pero añadió que le gustaría conocer antes la terna de posibles pregoneros propuesta por la Junta de Cofradías por ser un acto que se celebra en la Catedral.

La celebración de la Semana Santa gira en torno a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Es una fiesta cristiana con el Triduo Pascual como núcleo principal. El pregón es la pieza literaria que anuncia la fiesta, y las procesiones trasladan a la calle la representación de ese Misterio. Todo va unido al culto con que la Iglesia, depositaria de la doctrina de Jesucristo, y las Cofradías, que son parte de esa Iglesia, evocan al Hijo de Dios hecho Hombre en las horas finales de su vida terrena.

La elección del pregonero de Semana Santa en la ciudad castellana por la autoridad civil no casa bien con una festividad religiosa, la principal del Cristianismo. La Junta de Cofradías se supedita al poder político, en contra de la tan cacareada separación Iglesia-Estado. Si, pongamos por caso, la Autoridad eligiese a un ateo o a un judío para pregonero, éste difícilmente orientará su pregón para anunciar una conmemoración en la que no cree, aunque hay que suponer que la Junta de Cofradías no propondrá a alguien ajeno a la religión cristiana.

En este caso, en la elección de la pregonera prima su relevancia política. Es Vicepresidente del Gobierno de España, y el Alcalde vallisoletano aprovecha la personalidad pública de la elegida para divulgar a todo trapo la Semana Santa de su ciudad, haciendo además una interpretación sui generis del pregón: “Pretendemos con el pregón de la Semana Santa, no hacer un acto de fe, no hacer una homilía, sino poner en valor el resto de los aspectos de la Semana Santa”. ¿Se referirá al ocio, a la gastronomía, a la visita turística, a la economía local? Bien está favorecer el interés turístico, pero sin relegar el interés cristiano de la fiesta, por desgracia cada vez más mercantilizada. Lo expresa claramente uno de los muchos comentarios leídos: “no es extraño que la gente vaya a las procesiones como si fuera a la feria o por hacer turismo”.

En el alud de dimes y diretes habidos los hay para todos los gustos. Uno aconseja al Obispo que “dé una catequesis a los de la Junta de Cofradías sobre los mandamientos y la importancia que tiene cumplirlos”. Otros apuntan que “por discreción y por prudencia Doña Soraya debería declinar amablemente el ofrecimiento. No se puede elogiar un hecho religioso y vivir de espaldas a la fe que lo informa sin demostrar una profunda falta de respeto”.

Pero la guinda la han puesto algunos políticos como Ramón Jáuregui (que se dice católico, del Psoe) que pide a la Iglesia que “nada tiene que decir” en un acto cultural que organiza el Ayuntamiento y no la Iglesia. ¿Acto cultural en la Catedral? Si solo es así no será un pregón de Semana Santa, que es más un acto religioso inmerso en la cultura de un pueblo. Joan Josep Nuet (de Izquierda Plural), insta a la Vicepresidenta del Gobierno a que "sea valiente" y ejerza sus funciones públicas "libre de las doctrinas totalitarias" de la Iglesia. Y el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, dice que éstos "no son ejemplos que ayuden en absoluto a la Iglesia católica. Soy católico practicante y no comparto esta decisión". El caso es cargar contra la Iglesia por un malentendido entre un periodista y un obispo.

No se puede creer una cosa y hacer la contraria. Hay que tener coherencia entre la fe que se dice profesar y la vida que se vive en privado o en público. Esto vale para cualquier persona de toda clase y condición, pero más para un dirigente, periodista, ingeniero, maestra, medico, cofrade, enfermera, abogada, jornalero, ministro de la Iglesia o simple ama de casa que crea sin dobleces en el mensaje evangélico.