sábado, 9 de noviembre de 2019

JOSÉ, VENDIDO POR SUS HERMANOS

         Jacob conoció a Raquel hija de Labán y se enamoró de ella. Para ganarse el favor de Labán trabajó siete años en casa de éste al cabo de los cuales cohabitó con ella. Pero pasaba el tiempo sin tener un hijo de Jacob y rogó a Dios que le hiciese fecunda. Dios la atendió e hizo fecundo su seno. Ella concibió y tuvo un hijo al que llamó José.

José se convirtió en el preferido de Jacob y por eso lo odiaban sus hermanos, los demás hijos de Jacob de otras mujeres. José tenía sueños que hacían predecir su futuro: sobresalía por encima de su padre y sus hermanos, y estos, movidos por la envidia, planearon matarlo mientras pastoreaban con el ganado en Siquén, en el valle de Hebrón. Pero Rubén no quería derramar sangre y lo echaron en un pozo sin agua. Judá propuso venderlo a unos ismaelitas de una caravana que iban de Galaad hacia Egipto. Así lo hicieron y le dijeron a su padre Jacob que lo había devorado una fiera. Éste, apenado, guardó luto muchos días deseando ver la tumba de su hijo.

Entretanto José fue revendido a Putifar, un egipcio cortesano del faraón que lo tomó por esclavo. El Señor estaba con José y todo le salía bien. Su dueño vio que hacía prosperar su negocio y lo hizo mayordomo de su casa, confiándole cuanto tenía.

La mujer de Putifar viendo que José era guapo y esbelto, quiso acostarse con él sin conseguirlo. Insistió pero fue en vano, hasta que un día que estaban solos ella le arrancó su manto y se puso a gritar que la había obligado a acostarse con él. La oyeron los criados y su marido, que mandó prender a José y meterlo en la cárcel.

Pero como el Señor seguía con él, el jefe de la cárcel le dio su confianza porque hacia todo lo que le encomendaba. Por una culpa cometida contra su señor, fueron a la cárcel dos servidores del Faraón, también confiados a José. Ambos tuvieron dos sueños interpretados por José; uno saldría de la cárcel en tres días y el otro sería decapitado, como así fue. El primero siguió al servicio del Faraón y nunca se acordó de interceder por José como este le había rogado.
 
Dos años después el faraón tuvo dos sueños que ningún sabio ni adivino supieron interpretar. Fue cuando aquel servidor se acordó de José, lo comentó al Faraón y lo mandó traer. Una vez en su presencia el Faraón habló a José de sus sueños. Éste le dijo que era Dios quien le daría respuesta favorable. El Faraón soñó primero con siete vacas hermosas y gordas que subían del Nilo, y detrás con otras siete vacas escuálidas y flacas que devoraron a las gordas. Soñó después con siete espigas granadas y lozanas y con siete espigas raquíticas que devoraron a las otras. Oídos los sueños José dijo que era un solo sueño: Las siete vacas gordas y las siete espigas lozanas significaban siete años; las siete vacas flacas y las siete espigas escuálidas significaban siete años de hambre. Los siete primeros años serán de abundancia, luego vendrán años de hambre. José se atrevió a aconsejar al Faraón que buscara un hombre sabio que almacenara víveres en los años buenos, como reserva para los años malos.

El faraón nombró a José gobernador de su casa y le puso en el cuello un collar de oro. Durante siete años José recorrió todo Egipto recogiendo y almacenando víveres en las ciudades. Tomó por mujer a Asenat, hija de Putifar, de la que nacieron dos hijos Manasés y Efraín.

Al cabo de siete años de abundancia comenzaron los siete años de hambre como José había dicho. El hambre llegó a todos los países, Canaán incluido, pero en Egipto hubo pan. José distribuía el grano e incluso vendía a otros países.
 
Supo Jacob que se vendía grano en Egipto y mandó a diez de sus hijos a comprarlo. El menor, Benjamín, se quedó con su padre. Salieron los hijos de Israel, Jacob, junto con otros de Canaán y al llegar a Egipto y ver a José se postraron ante él sin reconocerlo. José sí los reconoció pero los trató como espías. Le contaron que eran doce hermanos, de los que uno no vivía y el menor quedó con su padre. José para comprobar que decían verdad, les ordenó que fuese uno de ellos a por su hermano menor y lo llevase a su presencia. Después los metió en la cárcel tres días, al cabo de los cuales les dijo que “temía a Señor y si eran sinceros que solo uno se quedara preso y los demás llevaran el grano a su familia y volvieran con el hermano menor”. Finalmente fue Simeón quien se quedó preso. (Continuará)