sábado, 15 de noviembre de 2014

CONCILIO SEGUNDO DE NICEA.

“Veneración de las Imágenes”

Para los cofrades sacar en Semana Santa las procesiones con las Imágenes del Señor en “los pasos” de su Pasión y Muerte y de la Virgen María en sus advocaciones que la relacionan con aquellos días de su Hijo, es una tarea con alto contenido cristiano, reflejo de nuestra fe, con toda  la prestancia que se merece, pero sin caer en la idolatría. Sin embargo en la Semana Santa la preferencia está del lado de los Cultos y de la Liturgia de esos días, -la celebración de Triduo Pascual-, donde destaca por su relevancia la Institución de la Eucaristía del Jueves Santo.

La veneración de las Imágenes representadas en pinturas y esculturas se remonta a los inicios del cristianismo, una práctica rechazada en el Imperio Bizantino que derivó en iconoclastia, o sea prohibición de representar y dar culto a las imágenes de Cristo y de los santos. Esta lucha se acentuó en tiempos del emperador bizantino León III el Isáurico, en el año 725, con edictos que prohibían el culto e incluso el uso de imágenes de Cristo, de la Virgen y de los santos. En el 727 mandó destruir la Imagen de Cristo de uno de los palacios imperiales. El pueblo se amotinó y el emperador recrudeció la persecución a los ortodoxos, que continuó con sus sucesores hasta que en el 787 la emperatriz Irene, de acuerdo con el Papa Adriano I, convocó el II Concilio de Nicea, el último concilio ecuménico aceptado por católicos y ortodoxos.
 
Al Concilio asistieron más de 300 obispos y enviados pontificios. En él fueron condenados los defensores de la herejía iconoclasta; se proclamó la licitud del culto a las imágenes, distinguiendo que se les dará veneración y respeto, por lo que representan, pero no adoración, porque solo adoramos a Dios. Desaparecida Irene, volvió la persecución con León V el Armenio y sus sucesores, hasta que en 843 la emperatriz Teodora impuso la paz definitiva. Desde entonces la Iglesia Oriental celebra anualmente la "fiesta de la ortodoxia" en recuerdo a los mártires víctimas del furor iconoclasta.
En la Semana Santa la figura central es Cristo, la excelencia absoluta, a quien se le da adoración de latría en la Hostia consagrada. En el culto cristiano también tienen importancia las imágenes de Cristo y de la Virgen a las que veneramos respetuosamente por lo que representan. Con ellas en la calle es cuando los cofrades de corazón sincero damos testimonio público de nuestra Fe, una virtud cotidiana durante todo el año.