lunes, 11 de febrero de 2019

ABRAHAM

          Nos habíamos quedado en el diluvio. En Noé empieza la nueva humanidad y de Sem, el hijo mayor, nacería la genealogía que alcanza a Abrán.
 
         Abrán se casó con Saray y Dios lo llamó y le mandó ir a la tierra que Él le mostraría: «Haré de ti una gran nación, te bendeciré y haré famoso tu nombre», le dijo. Abrán creyó, obedeció a Dios y marchó con Saray y su sobrino Lot hacia la tierra Canaán; la atravesó hasta llegar a Siquén donde Dios se le apareció de nuevo y le dio esa tierra. Abrán entonces levantó un altar en honor a Dios.
 
Pasado el tiempo sobrevino una gran hambre que obligó a Abrán y Saray a huir a Egipto donde fueron recibidos por el faraón que los trató muy bien en atención a Saray que era muy bella. Abrán obtuvo ovejas, vacas, asnos, siervos y camellos, llegando a ser rico en ganado, plata y oro. Con ese bagaje se trasladó a Betel con Lot que también tenía ovejas y vacas, y Dios habló a Abrán: «Alza tu vista hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Ellos serán como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes». Así fue como nació la tierra prometida; en ella se estableció junto a la encina de Mambré, en Hebrón.
Saray era estéril y no tuvo hijos. Esta dio a su sierva Agar a Abrán como esposa y tuvieron un hijo llamado Ismael. Pero Dios viendo a Abrán afligido le prometió que sería padre de una multitud de pueblos y le cambió el nombre: «Ya no te llamarás Abrán sino Abrahán (padre de muchas naciones). Te haré fecundo. Os daré a ti y a tus descendientes la tierra de Canaán como posesión perpetua, y seré tu Dios» y de Saray dijo: «Tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara; la bendeciré y te dará un hijo que llamarás Isaac y nacerán pueblos y reyes de naciones». Abraham intercedió por Ismael y Dios dijo: «Bendeciré a Ismael, lo haré fecundo, engendrará doce príncipes y haré de él un gran pueblo, pero mi alianza será con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas»
Abrahán y Sara eran ancianos cuando nació Isaac en Guerar en la región del Negueb.  Pasaron los años y Dios puso a prueba a Abrahán: mandó que le ofreciera a Isaac en holocausto. Este relato es conocido como “el sacrificio de Isaac”. Abrahán estuvo  tentado a negarse, pero antepuso el amor a Dios al de su hijo y superó la prueba.
Murió primero Sara y después Abrahán. A su muerte Dios bendijo a Isaac. Ismael, hijo de Abrahán y Agar, tuvo doce hijos que fueron jefes de doce tribus que se extendieron desde Javilá, una región de Arabia, hasta Sur junto a Egipto.
José Gimenez Soria