domingo, 21 de diciembre de 2014

CAMINO DE BELEN

Aquel año el poder establecido dictó una orden que obligaba a los vecinos a inscribirse en el padrón de su ciudad de origen, y de esta forma tener al pueblo controlado. José y Maria ya se habían desposado y, como él era oriundo de Belén, se pusieron en camino hacia esa ciudad de Judea para cumplir el famoso edicto. 

A María, ya en avanzado estado de gestación, le resultó penoso el viaje. Terminaron acomodándose en un establo y allí nació el Niño Jesús. El Mesías que vino a salvar a los humildes, compartió su misma condición desde el principio. “Ya nacido respiré el aire de todos; caí en la tierra que todos pisamos, y como todos, mi primer grito fue el llanto. En pañales y con mimo fui criado” (Del libro de la Sabiduría 7, 3-6)

Poco después del feliz nacimiento unos pastores, gente marginada, acudieron a ver a aquella criatura, el Mesías que “enaltece a los humildes” como había dicho María en el cántico del Magníficat. Los pastores quedaron sorprendidos pero corrieron a trasmitir la Buena Nueva, la misma que ha llegado a nuestros días.  

Por aquel cielo azul oscuro una estrella viajó camino de Belén. Recorrió montañas y desiertos, valles y ríos, para contemplar al Emmanuel,  al “Dios con nosotros”. Guió a unos Magos que le traían “oro e incienso y cantaban las glorias del Señor” (Is, 60-6)

Es Navidad. Las calles están llenas de gente obsesionada por comprar y gastar, donde conviven un falso júbilo y un efímero regocijo, de ida y vuelta. Cuando quedan vacías sus portales acogen a los indigentes que duermen en pesebres de cartón.  No hay ningún vestigio del porqué de esta fiesta porque falla llegar al fondo de su origen jubiloso. El “Dios con nosotros” se confunde con la bolsa atiborrada con la compra de un gran almacén, donde cabe de todo menos una simple referencia al Niño Nacido.

Es preciso una estrella que ilumine la Noche Buena, que reavive la raíz cristiana de estas fechas con cantos de villancicos que despierten la conciencia religiosa de la Navidad. Algo así como éste que dice:

“El camino que lleva a Belén/los pastorcillos quieren ver a su rey/le traen regalos en su humilde zurrón, al Redentor/El camino que lleva a Belén/nada hay mejor que yo pueda ofrecer/que un canto de amor, al Redentor”-

Hace unos días el Papa Francisco en la tradicional ofrenda a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma, pidió la intercesión de la Santísima Virgen para “ir contracorriente en este periodo que nos conduce a la Navidad, enseñarnos a desnudarnos, a postrarnos, a descentrarnos de nosotros mismos y hacer espacio a la belleza de Dios, fuente de nuestra verdadera alegría”.