miércoles, 6 de marzo de 2019

CENIZA


En el libro de Jonás se lee esto: Nínive era la capital del Imperio Asirio, situada en la orilla del rio Tigris. Dios dijo a Jonás: «Vete a Nínive, la gran ciudad, y anúnciales que su maldad ha llegado hasta mí». Pero Jonás no se apresuró y de nuevo Dios le dijo: «Ve a Nínive a predicar lo que yo te diga». Lo hizo Jonás y predicó así: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida». Los ninivitas creyeron, ayunaron y vistieron ropa de penitencia. Enterado el rey se despojó de manto real, se vistió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Dios tuvo compasión y no llevó a cabo su amenaza.

Este relato es ilustrativo del porqué la ceniza es signo de penitencia.

         El Miércoles de Ceniza se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos, día que comienza la Semana Santa. Su fecha varia cada año por la misma razón que la Pascua de Resurrección, que se festeja el domingo siguiente de la primera luna llena del equinoccio de primavera según decretó el Primer Concilio de Nicea en el 325 d.C. De ahí que este miércoles oscile entre el 4 de febrero y el 10 de marzo.

Aunque la imposición de la ceniza se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, fue en el siglo XI cuando Roma impuso el rito de la ceniza al iniciar la Cuaresma. La ceniza es un símbolo. Según el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, “El gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Este gesto la Iglesia lo conserva como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles que acuden en gran número a recibir la ceniza a que capten su significado interior, el que abre a la conversión y a la renovación pascual”.

          Como signo de humildad, la ceniza recuerda el origen del hombre, «Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo» (Gn.2,7), y su final, «Comerás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado, pues eres polvo y al polvo volverás» (Gn.3,19).
 
La ceniza que se usa este día procede de haber quemado los restos de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior. Se rocía con agua bendita e incienso y se impone en la frente haciendo la señal de la cruz mientras el celebrante dice: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o bien «Conviértete y cree en el Evangelio». Después se pueden dedicar unos minutos a la meditación.

         No es obligatoria la imposición de ceniza, pero si recomendable para que los creyentes inicien la Cuaresma con un ejercicio de valor penitencial, prólogo del gran misterio de la Semana Santa.