Las iglesias son también para el verano.
La elegancia natural y el estilo en el vestir
indican la importancia que damos a los lugares que visitamos.
Los templos
cristianos -iglesias y catedrales- se construyeron para dar gloria y culto a
Dios, a la Virgen María y a los santos. El culto de adoración, o de latría, se
reserva solo para Dios; el de
hiperdulía es de veneración especial a la Virgen María y el de dulía es de
veneración a los santos y a los ángeles.
Se entra a una iglesia para asistir a la Santa Misa u otro ejercicio religioso; como turista para contemplar su arte o la belleza de sus imágenes; o como peregrino o para cumplir con los sacramentos. Independiente del motivo de la visita es importante mostrar respeto y consideración. No hay excepciones.
De un tiempo a esta parte la observancia de los buenos modales se va deteriorando por días. El turismo -local o foráneo- ha viciado el comportamiento de las visitas a los lugares sagrados o de las celebraciones religiosas. Al margen de la vestimenta impropia de algunos, ya es normal ver a los padrinos de bautizos con bermudas y chanclas, y en las comuniones con pantalón de un chándal y tacones. Es manifiesta la falta de decoro y de saber vestir y estar, y se echa de menos una pizca de elegancia y la escasa importancia que se da a la celebración.
Uno no se viste correctamente para
ser admirado, sino por respeto a los demás. Quien se presenta desastrado no
respeta al prójimo. Es
recomendable saber vestir, incluso con variada estética.
Redacción Tertulia