jueves, 28 de agosto de 2025

LA HIDALGUÍA CON DIOS

 

F. García Lorca. Nueva York, julio de 1929


       “Lo más interesante de esta inmensa ciudad es precisamente el cúmulo de razas y de costumbres diferentes. Yo espero poder estudiarlas todas y darme cuenta de todo este caos y esta complejidad.


        He asistido también a oficios religiosos de diferentes religiones. Y he salido dando vivas al portentoso, bellísimo, sin igual catolicismo español.


        No digamos nada de los cultos protestantes. No me cabe en la cabeza -cabeza latina-cómo hay gentes que puedan ser protestantes. Es lo más ridículo y lo más odioso del mundo.


        Figuraos vosotros una iglesia que en lugar de altar mayor haya un órgano y delante de él a un señor de levita (el pastor) que habla. Luego todos cantan y a la calle. Está suprimido todo lo que es humano y consolador y bello, en una palabra. Aun el catolicismo de aquí es distinto. Está minado por el protestantismo y tiene esa misma frialdad. Esta mañana fui a ver una misa católica dicha por un inglés. Y ahora veo lo prodigioso que es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto innato de la belleza en el pueblo español y una alta idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora comprendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo, que es una misa en España. La lentitud, la grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento, el culto a la virgen, son en España de una absoluta personalidad y de una enorme poesía y belleza.


        Ahora comprendo también, aquí frente a las iglesias protestantes, el por qué racial de la gran lucha de España contra el protestantismo y de la españolísima actitud del gran rey injustamente tratado en la historia, Felipe II.


         Lo que el catolicismo de los Estados Unidos no tiene es solemnidad, es decir, calor humano. La solemnidad en lo religioso es cordialidad, porque es una prueba viva, prueba para los sentidos, de la inmediata presencia de Dios. Es como decir: Dios está con nosotros, démosle culto y adoración. Pero es una gran equivocación suprimir el ceremonial. Es la gran cosa de España. Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios”.

De la carta de Federico García Lorca

jueves, 14 de agosto de 2025

EN CHANDAL Y CON TACONES

 

Las iglesias son también para el verano.

La elegancia natural y el estilo en el vestir

 indican la importancia que damos a los lugares que visitamos.

Los templos cristianos -iglesias y catedrales- se construyeron para dar gloria y culto a Dios, a la Virgen María y a los santos. El culto de adoración, o de latría, se reserva solo para Dios; el de hiperdulía es de veneración especial a la Virgen María y el de dulía es de veneración a los santos y a los ángeles.

      El acceso a los tempos no está discriminado por razones de origen, raza, edad, color o creencia, pero ha de hacerse con respeto. El visitante ha de ser consciente del lugar que pisa -sagrado para el cristiano- que requiere comportarse dignamente tanto en el obrar como en el vestir. Al entrar en la casa de Dios, lo correcto es saludarle al entrar, bien con una oración o con una simple inclinación de cabeza ante el Sagrario, antes de continuar la visita.

Se entra a una iglesia para asistir a la Santa Misa u otro ejercicio religioso; como turista para contemplar su arte o la belleza de sus imágenes; o como peregrino o para cumplir con los sacramentos. Independiente del motivo de la visita es importante mostrar respeto y consideración. No hay excepciones.

De un tiempo a esta parte la observancia de los buenos modales se va deteriorando por días. El turismo -local o foráneo- ha viciado el comportamiento de las visitas a los lugares sagrados o de las celebraciones religiosas. Al margen de la vestimenta impropia de algunos, ya es normal ver a los padrinos de bautizos con bermudas y chanclas, y en las comuniones con pantalón de un chándal y tacones. Es manifiesta la falta de decoro y de saber vestir y estar, y se echa de menos una pizca de elegancia y la escasa importancia que se da a la celebración.

Uno no se viste correctamente para ser admirado, sino por respeto a los demás. Quien se presenta desastrado no respeta al prójimo. Es recomendable saber vestir, incluso con variada estética.

Redacción Tertulia