viernes, 24 de enero de 2025

SORPRESA EN EE. UU. (Y en el resto del mundo)

                   Tenemos que preguntarnos si vivimos para Dios o para nosotros mismos 

Saltaba el otro día la noticia de que en EE. UU. los obispos han lanzado una campaña para animar a los fieles a volver a la iglesia. Por lo visto un siete por ciento ha dejado de ir a la iglesia de forma habitual y ha considerado más cómodo quedarse en casa o pasar directamente al aperitivo. No sería de extrañar que todavía quede algún despistado con muy buena salud que haga el canelo delante de la pantalla del ordenador, comulgando digitalmente.

Y de esta triste –y esperable noticia– sacamos dos conclusiones: la primera es que no parece haber sido buena idea cerrar los templos durante la pandemia. No parece haber ayudado a la fe privar de los sacramentos a la gente cuando más los necesitaba.

No parece muy inteligente –y mucho menos cristiano– haber actuado como si Dios fuera el problema más que la solución, una carga más que una ayuda, algo prescindible y no necesario, algo accidental y no nuclear.

Bajo el pretexto de cuidar de los cuerpos se olvida el cuidado de las almas, bajo el pretexto de interesarse por lo humano se lanza el mensaje de que Dios no existe, no está, ni se le espera ni tiene nada que ofrecer. Un mensaje sin duda muy cristiano que ha enardecido el corazón de los fieles y los ha llenado de inmenso amor.

La segunda conclusión a la que llegamos es que este desplome del siete por ciento no ha hecho sino evidenciar un problema que nos afecta absolutamente a todos los cristianos –y que puede que vaya a más–, y es que tenemos que preguntarnos si vivimos para Dios o para nosotros mismos y –como mucho– le dejamos un huequecito no muy grande para que entre en nuestra vida.

Si lo nuestro es cumplir acabaremos como ese 7 por ciento. Si es un tema ideológico, acabaremos como ese 7 por ciento. Si es un tema emocional, –sentimos que estamos a gusto y haciendo lo correcto– acabaremos como ese 7 por ciento. Si lo hacemos porque después de tantos años pensamos que nos sentiríamos mal si no lo hiciéramos, acabaremos como ese 7 por ciento. Si no hay un encuentro personal y una adhesión del corazón y la voluntad acabaremos como ese 7 por ciento.

Así pues, puede que no sea tan sorprendente lo que está ocurriendo en EE.UU. (y en el resto del mundo).

Jaume Vives. Periodista

jueves, 2 de enero de 2025

NUESTRO PROTECTOR

Jesús Nazareno es Nuestro Protector

Fue la Orden de los Dominicos quien difundió la advocación del Dulce Nombre de Jesús ligada a Jesús cargado con la Cruz e impulsó las Cofradías de Jesús Nazareno. Al menos desde el siglo XVI la Imagen del Nazareno cargado con la Cruz es, sin duda, la que suscita gran devoción. Quien sube al Calvario es el Hijo de Dios hecho Hombre.

La fuerza de la Imagen radica en su mediación entre Dios y el pueblo, siendo el arte de sus tallas, sus ropajes y sus tronos los que estimulan ese acercamiento emocional, hecho afectivo a través del tiempo.

Más allá de las creencias personales, la devoción hacia Jesús Nazareno acentúa la fraternidad humana. “Eres nuestro auxilio y protector”, reza el salmo 33. Prueba de que es piadoso, clemente, misericordioso y protector, en su Vía Crucis auxilia a unas mujeres que lloraban: “No lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, …” y a Verónica, la mujer que se le acercó y le limpió la sangre, el sudor y la tierra de su rostro, que quedó impreso en el paño. En ambos casos reclamaron su protección: “Escúchanos Señor, es tu rostro lo que buscamos; no nos rechaces ni escondas tu rostro, porque tú eres nuestro auxilio”. (Salmo 26)

Si las Órdenes Religiosas propagaron el fervor a Jesús Nazareno, ha sido la fe de los cofrades la que ha consolidado su devoción, extendida como una marea viva todo el año por todo el pueblo. No en vano, en su Calvario, - “Desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano”-, encarna la plenitud del Misterio de la Cruz.

Al inicio de 2024, los Hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Paso Morao de Albox, tomaron la iniciativa de avanzar un proceso para que la Imagen del Nazareno se reconociera como “Sagrado Protector de la Villa de Albox”. Desde la Antigua Hermandad del Santísimo, una historia de siglos apunta a que esa Sagrada Imagen no es exclusiva de la Cofradía, ya que su veneración se amplía por todos los círculos albojenses. Durante los 365 días del año, en su Altar, cirios y velas encendidas vaticinan peticiones, agradecimiento y respeto del pueblo llano, amén de quienes imploran su protección postrados a sus pies para que les guie por el sendero de la vida.

La extraordinaria devoción se acentúa en Semana Santa porque se le ve como un Dios cercano, sufriente y humano, que dispensa esperanza, consuelo, o el bálsamo de la misericordia. Son instantes íntimos para acompañarlo en oración al pasar bajo la luna llena de primavera pidiendo perdón a Dios-Padre, sin exclusión.

Para avalar la iniciativa cofrade, se solicitaron adhesiones a instituciones, asociaciones públicas y privadas, y particulares. El resultado reactivó la plural aceptación del proyecto de la Cofradía y, una vez formalizado el expediente, se solicitó de la Diócesis la Proclamación de Jesús Nazareno como Sagrado Protector de la Villa de Albox.

Finalmente, en diciembre de 2024, se tuvo noticia del Decreto de aprobación fechado el 24 de noviembre de 2024 por el Obispo Monseñor Antonio Gómez Cantero, del Nombramiento del Nazareno como Protector de la Villa.

Un hito singular de la Cofradía que pone en valor una realidad: El apego y la devoción que desde siglos se le profesa a Jesús Nazareno como Señor de la Historia del pueblo de Albox, ahora reafirmado oficialmente Nuestro Protector.

José Giménez Soria