miércoles, 26 de marzo de 2025

CUARESMA 2025

Caminemos juntos en la esperanza

El Papa reflexiona con llamadas a la conversión

Iniciamos la peregrinación de la Cuaresma, en la fe y en la esperanzaLa Iglesia nos invita a celebrar el triunfo pascual de Cristo. Como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» (1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es el garante de nuestra esperanza.

Con la gracia del Año Jubilar, reflexiono lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir que la misericordia de Dios nos dirige a todos.

“Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida. El libro del Éxodo narra camino a la libertad, guiado por el Señor. Uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy en camino o paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o en mi zona de confort? Es un buen ejercicio cuaresmal mirar la realidad para descubrir lo que Dios nos pide, siendo caminantes hacia la casa del Padre.

Hagamos este viaje juntos. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos. El Espíritu Santo nos impulsa para ir hacia Dios y hacia los hermanos, nunca a encerrarnos. Significa ir codo a codo, sin albergar envidia o hipocresía, sin excluir a nadie. Vamos hacia la misma meta, juntos los unos a los otros con amor y paciencia.

En Cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en el trabajo, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, no ocupándonos solo de nuestras necesidades. Preguntémonos si somos capaces de trabajar juntos al servicio del Reino de Dios; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos.

Recorramos este camino en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo, es el horizonte cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esta certeza: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús” (Rm. 8,38-39). Jesús, nuestra esperanza, resucitó y reina. En esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su promesa de vida eterna. ¿Tengo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo la esperanza y me comprometo con la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?

Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (Rm.5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, y con ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» (1Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo»

Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.

Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires. 

                                                         FRANCISCO

martes, 4 de marzo de 2025

TRES ETAPAS EN LA VIDA PÚBLICA DEL SEÑOR

          Jesús, el Mesías de Dios, nació en Belén de Judea en tiempos del emperador Octavio Augusto, siendo Herodes el Grande rey de Israel. Su nacimiento marcó el inicio de la era cristiana. Su doctrina, explicada durante tres años, cambió el curso de la Historia. Vino al mundo para dar a conocer a Yahvé, el Dios Padre, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob con palabras y hechos, fruto de su visión y contacto permanente con Dios Padre cuando, en repetidas ocasiones, oraba a solas retirado en el monte 

La vida pública de Jesús, considerada en tres etapas, la inició con su bautismo en el Jordán, hecho que Lucas sitúa “en el año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, y Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide”, o sea en un contexto histórico concreto. Tenía entonces treinta años.

Su primera etapa empezó cuando fue a la boda en Caná de Galilea. María, su madre, quiso que le acompañara para darlo a conocer y le salió bien porque brindó el mejor vino de toda Galilea. A pesar de un ayuno de cuarenta días con sus noches, superó las tentaciones mundanas y venció las mañas del diablo empeñado en apartarlo de Dios. Ungido por el Espíritu Santo en los albores de su juventud, iba tomando conciencia de su misión mesiánica y de ser Hijo de Dios. Fue una etapa dichosa predicando la venida del Reino, dando de comer a la gente, curando dolencias y haciendo el bien. Era asiduo de la sinagoga de Nazaret, donde todos le conocían, aunque lo miraban con cierto recelo.

En la segunda etapa de su vida pública, Jesús cambió. Se marchó de Nazaret y se estableció en Cafarnaúm donde conoció a Simón y Andrés y a Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y empezó su predicación a fondo. “Está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia”, es lo que proclamaba de ciudad en ciudad, de aldea en aldea de forma sencilla y directa o explicada con parábolas para que se entendiese que la salvación del ser humano pasaba por cumplir la voluntad de Dios Padre. Muchas veces tuvo que enfrentarse con los fariseos y los escribas que esperaban un reino que llegaría de inmediato, tangible, sin caer en la cuenta que el Reino de Dios está en el interior de cada uno. A la pregunta de un maestro de la ley, “¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna?”, Él manifestó: “Amarás Dios con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo” y ante la duda de quién es el prójimo, Jesús respondió con la parábola del Buen Samaritano para inculcarle cual es el Mandamiento Mayor.

Esta etapa fue pródiga en los grandes milagros: la curación del criado del centurión romano, la resurrección de la hija de Jairo y otros.


La tercera etapa de su vida pública de Jesús se inicia con una pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, y ¡qué piensan de Él sus discípulos! Era un momento importante porque iban camino de Jerusalén, el lugar donde se cumpliría el destino final de Jesús, el de la Cruz. Pedro se atrevió a contestar en nombre de todos: “Tú eres el Cristo, el Mesías”. Pedro hizo una confesión de fe, sin entender que el Mesías sería condenado a muerte, tal como fue anunciado. “Reconocido como hombre, se despojó de sí mismo, se hizo esclavo y se humilló hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp.2,7)

 

Días después Jesús se transfiguró. Acompañado por Pedro, Santiago y Juan subieron a lo alto del monte, “y mientras oraba el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos se brillaban de blanco”. (Lc.9,29). La transfiguración fue un indicio de la gloria futura, una revelación de la majestad de Cristo Jesús, un anticipo de la parusía. La visión produjo en Pedro tanta felicidad que le hizo exclamar “¡Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí!”.

 

Tiempo después celebró su última cena con sus discípulos y les dejó como legado el “amor fraterno”; marchó a orar a Getsemaní, lo prendieron, lo condenaron y fue crucificado en el Calvario.

 

Fuera de nuestra capacidad, hay una cuarta etapa que tendremos que desvelar: la Resurrección y la Gloria. A diferencia de las otras tres, ésta la compartiremos en tiempo real con Cristo… ¡O no!

José Giménez Soria

lunes, 24 de febrero de 2025

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

La Iglesia, con Cáritas a la cabeza, hace lo imposible por ayudar a los más necesitados. Lucha contra la pobreza con todos los medios a su alcance, con la colaboración de quienes marcan la casilla de la declaración de la Renta a favor de la Iglesia y los que depositan sus limosnas.

Después de ayunar cuarenta días, Jesús tuvo hambre y Satanás le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan”, a lo que Jesús respondió: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

 

Dios dio al ser humano una fuente de alimento para el alma, el pan bajado del cielo. En cierta ocasión afirmó Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que lo coma vivirá eternamente” y lo confirmó después instituyendo la Eucaristía como prenda de la gloria que acerca al ser humano con Él mismo. La Comunión es la mejor muestra de Caridad que puede ofrecer la Iglesia.

A veces la vida de la Iglesia se justifica por el bien que hace con los más necesitados, como si erradicar la pobreza material fuera su misión. Dar de comer al hambriento o dar posada al vagabundo son obras de misericordia que palían necesidades elementales, mas no hay que olvidar el banquete eucarístico que atenúa la pobreza espiritual.

Dios nos dado una fuente de alimento verdadero para el alma: su Hijo Jesucristo. Él es el pan del alma, y “el que se alimente de este pan vivirá para siempre” (Jn. 6:58). Necesitamos alimentarnos diariamente y compartir el Pan de vida para saciar el hambre espiritual del mundo.

Poniendo al pobre en el centro, se desplaza a Dios. Si se auxilian a los pobres y no les falta de nada, se acaba con la pobreza material, pero la Caridad bien entendida se completa enriqueciendo la pobreza espiritual. Hay que compensar la sed y el hambre, sin olvidar el vacío del alma.

Jaume Vives. Periodista

martes, 4 de febrero de 2025

SIMEÓN

“La fe es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve”.

Según relata san Lucas en su Evangelio, Dios prometió a Simeón que no moriría hasta ver al Mesías, es decir, a Jesús. Durante generaciones el pueblo judío esperaba un Mesías, un Salvador, que viniera a rescatarlo como hizo al liberarlo de la esclavitud de Egipto. Simeón, un hombre justo y piadoso, que vivía en Jerusalén, esperaba pacientemente la consolación de Israel, y creía en la promesa de Dios de que vería al Mesías. Representa la piedad y la esperanza judía en la venida del Mesías y es un vínculo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Simeón es una figura clave para entender el plan de salvación de Dios: reconoce al Niño Jesús como el Mesías y destaca su misión dentro del plan divino. La promesa de Dios se cumplió cuando María y José llevaron al Niño Jesús al Templo para consagrarlo a Dios y cumplir los requisitos de la Ley. Simeón, ya anciano, avisado por el Espíritu Santo, subió al Templo y al ver al Niño Jesús lo tomó en sus brazos, bendijo a Dios y dijo: “Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.

Simeón, religioso, servidor de Dios, hombre de gran fe y esperanza, poseía el carisma profético y por ello reconoció al Niño Jesús, si bien fue el Espíritu de Dios quien lo iluminó y movió su corazón para tomar al Niño en brazos. Se llama así mismo “siervo de Dios” y su encuentro con el Niño Salvador es un Consuelo, porque librará a Israel de la opresión y alcanzará la gloria predestinada por Dios.

José y María quedaron admirados de lo que Simeón dijo del Niño. Simeón los bendijo y dirigiéndose a María profetizó la suerte de Jesús que provocaría oposición y una espada traspasaría el alma de María, presagiando su sufrimiento durante la Pasión de su Hijo. Junto a ellos estaba Ana, una profetisa de edad avanzada que vivía en el Templo sirviendo a Dios; reconoció al Niño y lo alababa.

La vida de Simeón y Ana son ejemplos de fe, esperanza y paciencia. Su encuentro con el Niño Jesús en el Templo fue un momento de alegría y de agradecimiento a Dios por haber cumplido su promesa. Actualmente Simeón y Ana son los santos patronos de las personas mayores. 

                                                                                                               José Giménez Soria

viernes, 24 de enero de 2025

SORPRESA EN EE. UU. (Y en el resto del mundo)

                   Tenemos que preguntarnos si vivimos para Dios o para nosotros mismos 

Saltaba el otro día la noticia de que en EE. UU. los obispos han lanzado una campaña para animar a los fieles a volver a la iglesia. Por lo visto un siete por ciento ha dejado de ir a la iglesia de forma habitual y ha considerado más cómodo quedarse en casa o pasar directamente al aperitivo. No sería de extrañar que todavía quede algún despistado con muy buena salud que haga el canelo delante de la pantalla del ordenador, comulgando digitalmente.

Y de esta triste –y esperable noticia– sacamos dos conclusiones: la primera es que no parece haber sido buena idea cerrar los templos durante la pandemia. No parece haber ayudado a la fe privar de los sacramentos a la gente cuando más los necesitaba.

No parece muy inteligente –y mucho menos cristiano– haber actuado como si Dios fuera el problema más que la solución, una carga más que una ayuda, algo prescindible y no necesario, algo accidental y no nuclear.

Bajo el pretexto de cuidar de los cuerpos se olvida el cuidado de las almas, bajo el pretexto de interesarse por lo humano se lanza el mensaje de que Dios no existe, no está, ni se le espera ni tiene nada que ofrecer. Un mensaje sin duda muy cristiano que ha enardecido el corazón de los fieles y los ha llenado de inmenso amor.

La segunda conclusión a la que llegamos es que este desplome del siete por ciento no ha hecho sino evidenciar un problema que nos afecta absolutamente a todos los cristianos –y que puede que vaya a más–, y es que tenemos que preguntarnos si vivimos para Dios o para nosotros mismos y –como mucho– le dejamos un huequecito no muy grande para que entre en nuestra vida.

Si lo nuestro es cumplir acabaremos como ese 7 por ciento. Si es un tema ideológico, acabaremos como ese 7 por ciento. Si es un tema emocional, –sentimos que estamos a gusto y haciendo lo correcto– acabaremos como ese 7 por ciento. Si lo hacemos porque después de tantos años pensamos que nos sentiríamos mal si no lo hiciéramos, acabaremos como ese 7 por ciento. Si no hay un encuentro personal y una adhesión del corazón y la voluntad acabaremos como ese 7 por ciento.

Así pues, puede que no sea tan sorprendente lo que está ocurriendo en EE.UU. (y en el resto del mundo).

Jaume Vives. Periodista

jueves, 2 de enero de 2025

NUESTRO PROTECTOR

Jesús Nazareno es Nuestro Protector

Fue la Orden de los Dominicos quien difundió la advocación del Dulce Nombre de Jesús ligada a Jesús cargado con la Cruz e impulsó las Cofradías de Jesús Nazareno. Al menos desde el siglo XVI la Imagen del Nazareno cargado con la Cruz es, sin duda, la que suscita gran devoción. Quien sube al Calvario es el Hijo de Dios hecho Hombre.

La fuerza de la Imagen radica en su mediación entre Dios y el pueblo, siendo el arte de sus tallas, sus ropajes y sus tronos los que estimulan ese acercamiento emocional, hecho afectivo a través del tiempo.

Más allá de las creencias personales, la devoción hacia Jesús Nazareno acentúa la fraternidad humana. “Eres nuestro auxilio y protector”, reza el salmo 33. Prueba de que es piadoso, clemente, misericordioso y protector, en su Vía Crucis auxilia a unas mujeres que lloraban: “No lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, …” y a Verónica, la mujer que se le acercó y le limpió la sangre, el sudor y la tierra de su rostro, que quedó impreso en el paño. En ambos casos reclamaron su protección: “Escúchanos Señor, es tu rostro lo que buscamos; no nos rechaces ni escondas tu rostro, porque tú eres nuestro auxilio”. (Salmo 26)

Si las Órdenes Religiosas propagaron el fervor a Jesús Nazareno, ha sido la fe de los cofrades la que ha consolidado su devoción, extendida como una marea viva todo el año por todo el pueblo. No en vano, en su Calvario, - “Desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano”-, encarna la plenitud del Misterio de la Cruz.

Al inicio de 2024, los Hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Paso Morao de Albox, tomaron la iniciativa de avanzar un proceso para que la Imagen del Nazareno se reconociera como “Sagrado Protector de la Villa de Albox”. Desde la Antigua Hermandad del Santísimo, una historia de siglos apunta a que esa Sagrada Imagen no es exclusiva de la Cofradía, ya que su veneración se amplía por todos los círculos albojenses. Durante los 365 días del año, en su Altar, cirios y velas encendidas vaticinan peticiones, agradecimiento y respeto del pueblo llano, amén de quienes imploran su protección postrados a sus pies para que les guie por el sendero de la vida.

La extraordinaria devoción se acentúa en Semana Santa porque se le ve como un Dios cercano, sufriente y humano, que dispensa esperanza, consuelo, o el bálsamo de la misericordia. Son instantes íntimos para acompañarlo en oración al pasar bajo la luna llena de primavera pidiendo perdón a Dios-Padre, sin exclusión.

Para avalar la iniciativa cofrade, se solicitaron adhesiones a instituciones, asociaciones públicas y privadas, y particulares. El resultado reactivó la plural aceptación del proyecto de la Cofradía y, una vez formalizado el expediente, se solicitó de la Diócesis la Proclamación de Jesús Nazareno como Sagrado Protector de la Villa de Albox.

Finalmente, en diciembre de 2024, se tuvo noticia del Decreto de aprobación fechado el 24 de noviembre de 2024 por el Obispo Monseñor Antonio Gómez Cantero, del Nombramiento del Nazareno como Protector de la Villa.

Un hito singular de la Cofradía que pone en valor una realidad: El apego y la devoción que desde siglos se le profesa a Jesús Nazareno como Señor de la Historia del pueblo de Albox, ahora reafirmado oficialmente Nuestro Protector.

José Giménez Soria

jueves, 26 de diciembre de 2024

ENTRE ADVIENTO Y LA EPIFANIA

En cinco semanas, entre el Adviento, la Navidad y la Epifanía, los cristianos renovamos costumbres y seculares tradiciones con gran gozo por el nacimiento del Mesías, que es lugar preferente de la liturgia cristiana. Es la Buena Noticia.

Corona de Adviento. El Adviento, es un tiempo de preparación para la “venida”. Lo anuncia Isaías y se marca con una “Corona de Cuatro Velas” que se encienden cada domingo de Adviento. En la semana antes del 24 de diciembre las Misas de Gozo, que simbolizan la gestación de la Virgen, amenizan el ambiente.

Montar un Belén. En las vísperas de la Navidad, en las iglesias, en las casas y en otros sitios, las escenas del Portal de Belén se representan con figuras de José y María, del Niño en el pesebre, de los pastores, de los Magos de Oriente y del buey y la mula.

Nochebuena. Fiesta de la víspera de la Navidad. Se celebra durante la noche del 24 de diciembre porque en la Iglesia cristiana el 25 de diciembre es el día del nacimiento de Jesús. Es tradicional la cena familiar con pavo relleno y el intercambio de regalos.

Misa del Gallo. La Misa del Gallo, o Misa de los Pastores es rito de la Nochebuena. El ángel anuncia: “Ha nacido el Mesías, el Señor”. Se oficia antes de la media noche y conmemora el nacimiento del Niño Jesús al comienzo del día 25. Es muy popular y recibe este nombre porque coincide con el canto del gallo.

Día de Navidad. Al amanecer del día 25 de diciembre se celebra la Misa de la Aurora y entrado el día la Misa propia de Navidad, donde Juan anuncia que Jesús “habitó entre nosotros”.

Villancicos. Son cantos con temas relacionados con el Niño Jesús, la Virgen María, San José, los Reyes Magos, los pastores y la Estrella de Belén. Estas canciones populares desde el siglo XIX son exclusivas de la Navidad.

Día de los Inocentes. Aún con el recuerdo del Portal de Belén, el 28 de diciembre llega la fiesta de los Santos Inocentes, la de los niños que Herodes el Grande mandó matar. Una inocentada es una broma o chasco que se gasta a alguien en ese día.

Santa María. Al comenzar el año trae a la memoria la Madre del Niño Jesús, la elegida por Dios para engendrarlo. El Concierto de la Orquesta Filarmónica de Viena con su tradicional "Marcha Radetzky", de Johann Strauss, da la bienvenida al Año Nuevo.

Epifanía. El 6 de enero, la Epifanía, conmemora la presencia de los Reyes Magos ante el Verbo encarnado. Es tradición generalizada hacer regalos a los niños como hicieron los Magos al Niño Jesús, que le ofrecieron oro, incienso y mirra.

Repetimos un ¡Feliz Navidad! para desear lo mejor a familiares y amigos. El domingo siguiente a Epifanía el bautismo de Jesús en el Jordán, nos indica que deja de ser Niño y empieza su ministerio público. 

                                                                                                                     José Giménez Soria


 

jueves, 12 de diciembre de 2024

PARA PENSAR

El problema del que no cree en Dios es que termina creyendo en cualquier cosa.

Odiaban creer en Dios Padre, y ahora creen en la «madre tierra»

Odiaban creer en Cristo, y ahora creen en los youtuberos …

Odiaban creer en la Iglesia Católica, y ahora creen en la ONU…

Odiaban ir el domingo a Misa y ahora van a hacer yoga todos los días…

Odiaban ir a confesarse ahora pagan terapeuta…

Odiaban ir al Santísimo para estar en gracia y ahora van a las pirámides para llenarse de las «buenas vibras» …

Odiaban hacer oración y ahora hacen «meditación trascendental» durante horas…

Odiaban hacer la paz con el prójimo, y ahora hacen la paz con el «universo» …

Odiaban hacer ayuno en cuaresma, y ahora se hacen veganos toda la vida…

Odiaban una cruz en el cuello, y ahora se tatúan todo el cuerpo…

Odiaban leer la Biblia, y ahora se memorizan las series de Netflix…

Odiaban maltratar a los animales, y ahora matan a sus hijos en el vientre se sus madres con el aborto…

No lo olvides, Dios te ama.

P. Antonio Rivero

P.D.: Una aclaración: hay veces que los sacerdotes y los psicólogos nos complementamos. El problema se presenta cuando se busca reemplazar al Sacramento de la Confesión que es irremplazable. Yo he mandado a parroquianos míos al psicólogo católico cuando era necesario, y fue un gran complemento.

El Padre Antonio Rivero, nacido en Ávila en 1956, es Licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, y en Filosofía y Teología en Roma en la Universidad Pontificia Gregoriana. Fue ordenado sacerdote en Roma en 1986. Es autor de artículos y libros sobre Jesucristo, la Historia de la Iglesia, los Mandamientos y la Eucaristía. El centro de su vida es Dios: Dios es el único que da peso y sostén a mi vida. Quitarlo de mi vida es destruirme”

jueves, 28 de noviembre de 2024

AL OTRO LADO DE LA VIDA

En los países de tradición católica, -España, lo es- los días 1 y 2 de noviembre se celebran dos fechas enfocadas en aquello que trasciende nuestra vida terrena y se relaciona con la vida eterna. Esta vida, según la fe, es eterna tanto para bien como para mal, aunque Dios, a través de su Iglesia, procura por su misericordia la salvación de todos.

El Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, son conmemoraciones de suma importancia en el calendario cristiano. No obstante, en las sociedades laicistas, carentes de formación cristiana, es necesario explicar su sentido religioso y espiritual.

El Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, es una fiesta en honor a los que han alcanzado la santidad y la vida eterna en el cielo. No solo abarca a los santos canonizados, también a todas las almas santas que vivieron en unión con Dios, y cuya vida fue un testimonio de fe. Es una celebración de esperanza y de comunión. Al honrar a los santos, recordamos que la santidad y la unión con Dios son posibles y que constituyen el objetivo último de la vida. Los santos son ejemplos de fe, amor, sacrificio y virtud que nos inspiran a vivir una vida cristiana más plena.

La Comunión de los Santos es la creencia de que todos los cristianos (vivos, fallecidos en proceso de purificación y santos en el cielo) están unidos en una “comunidad de fe”. La Iglesia considera que los santos interceden por nosotros, y esta relación espiritual fortalece la unidad del Cuerpo de Cristo.

El Día de los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre, es un día para recordar y orar por las almas de nuestros familiares, amigos y conocidos ya fallecidos, que están en proceso de purificación, es decir, en el purgatorio, con el fin de alcanzar la presencia de Dios. Este día está marcado por la esperanza en la resurrección y la misericordia divina, y nos invita a orar y ofrecer sacrificios por las almas que necesitan purificación.

El Día de los Fieles Difuntos tiene un tono de intercesión y caridad espiritual. Es una oportunidad de mostrar amor y solidaridad hacia los difuntos mediante la oración, considerada una obra de misericordia. Las oraciones y ofrendas de los vivos pueden ayudar a las almas de los fieles difuntos a alcanzar la paz eterna.

En las últimas décadas, se ha popularizado la moda del Halloween, que nada tiene que ver con el sentido cristiano de la muerte y que desvía la atención de lo que verdaderamente importa. Algunos cristianos lo rechazan por su conexión con rituales paganos, mientras otros lo ven como una fiesta cultural sin intención de contradicción con su fe. La temática del Halloween centrada en la muerte y el miedo contradice el sentido cristiano de la vida.

Los días 1 y 2 de noviembre tienen un mensaje de comunión, esperanza y caridad. Celebrar Todos los Santos y los Fieles Difuntos invita a los cristianos a reflexionar sobre su vida y a recordarles vivir en santidad y amor hacia Dios y hacia los demás. Esta conmemoración recuerda que la muerte no es el final, sino el inicio de una vida eterna, y que el amor y la fe pueden superar las barreras del tiempo y espacio, manteniendo a vivos y difuntos unidos en Cristo.

Para los cristianos, estas festividades no solo son momentos de recuerdo, sino también de transformación espiritual, orientados hacia una vida que refleje los valores del Evangelio, en la esperanza de la resurrección y la vida eterna.

Humberto Pérez-Tomé

martes, 12 de noviembre de 2024

LA MUSICA EN LA MISA

          Luis Meseguer, un compositor católico se lamenta: «Seamos honestos, se han empobrecido los cantos en la Misa». Este joven compositor trabaja para recuperar en las celebraciones litúrgicas el sentido de lo sacro.

La música ha tenido desde hace muchos siglos un importante papel a la hora de vivir la fe cristiana, bien con las grandes composiciones clásicas, el Magnificat de Bach o el Réquiem de Mozart, o con otras más actuales como las del grupo Hakuna o las de Hillsong. En este último apartado se inscribe el joven catalán Luis Meseguer, autor de Ángelus, Sanctus o Liturgia misal, para órgano, y director de la revista de arte sacro Transfiguración.  En una reciente entrevista en la Asociación Católica de Propagandistas reflexiona sobre cómo se usa la música en la liturgia.

Para el autor la música religiosa está hecha para la religión, pero la música sacra tiene un valor añadido: es sagrada, ungida. La música moderna puede ayudar para la devoción popular o para la evangelización, pero durante la liturgia, la veo difícil. Veamos porqué: La reforma litúrgica del siglo XX puso mucho empeño en que el pueblo participase y se descubrió el aspecto comunitario de las celebraciones, pero para conseguirlo se han empobrecido los cantos, y es una pena. Para que haya equilibrio y la gente participe y pueda cantar, tiene que haber un buen nivel musical.

Ante todo, hay que partir de la Palabra. La liturgia tiene textos muy claros, el Kyrie, el Agnus Dei o el Sanctus, que han de guiar cómo debe ser la música. La Eucaristía es una fiesta y es sobre todo una boda: La de Jesús, el esposo, y nosotros, la Iglesia. Que sea muy solemne no quiere decir que sea una celebración aburrida. Seriedad no significa aburrimiento, pero hay que ser elegantes. El día de la boda los novios se vestirán con símbolo de respeto y amor entre ambos.

Como muchos no tienen sensibilidad musical debe haber un equilibrio entre cercanía al pueblo y liturgia. El problema es meter con calzador un lenguaje musical que al pueblo no le encaje. La música pegadiza capta la atención, pero existe el peligro de que atrofie la sensibilidad. Lo mejor es introducir pequeños pasajes que abran un poco las ventanas: en vez del canto habitual del santo, poner el Sanctus de Schubert, no todo tiene que ser Mozart ni cantos breves modernos, sino una mezcla de lo mejor de cada género. Hay quienes han disfrutado con el Veni Creator Spiritus gregoriano.

La revista anual Transfiguración quiere recoger el fenómeno del arte sacro actual, como algo global: no solo el arte litúrgico, también el arte donde se manifiesta lo sagrado. Hay artistas interesados en lo sagrado: en su álbum, Motomami, Rosalía concluye una canción con un audio de su abuela diciendo en catalán que Dios es lo más importante para ella. Además, cuenta con la colaboración de una fotógrafa que imprime sobre pan de oro, que habla de toda la tradición de fondos dorados e iconos bizantinos. Como obsequio, a los suscriptores se les entrega una radiografía del Niño Jesús, que simboliza el nacimiento de la revista. El primer número trataba sobre la luz, y poniendo esa lámina a contraluz, se ve cómo la luz se filtra a través de Jesús.

Sobre el texto anterior, un lector comenta: La Misa ha perdido el recogimiento y la unión espiritual con Dios que tenía hace años. Ahora es un guirigay de guitarras, panderetas y voces desafinadas que rozan el ridículo. Se ha eliminado el sentido trascendental de la función, en sintonía con el mal gusto.

Guillermo Altarriba Vilanova
Periodista

miércoles, 23 de octubre de 2024

JOB

Job era un varón justo y temeroso de Dios, un ejemplo de generosidad y honradez, que contaba con la bendición divina. Vivía con su mujer y tenía siete hijos y tres hijas. Era muy rico, poseía ovejas, camellos, yuntas de bueyes, asnos y muchos servidores. Cuando sus hijos celebraban banquetes, invitaban a sus hermanas, y al terminar Job los purificaba por si habían pecado contra Dios.

Un día que Satanás, el adversario de Cielo, deambulaba por la tierra, Dios le preguntó: “¿Te has fijado en Job? Es un hombre que vive apartado del mal y persiste en su honradez”. Al oírlo Satanás tentó a Dios: “Hiérelo y verás cómo te maldice” y Dios contestó: “Tú haz lo que quieras, pero respétale la vida”.

Satanás continuó su camino, vio a Job y lo hirió con llagas malignas de pies a cabeza. Job se raspó, se sentó en el polvo y su mujer le dijo: “¿Persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete”. Él contestó: “Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?”. Job desoyó a su mujer y no pecó.

Tres amigos de Job, Elifaz, Bildad y Sofar, al conocer sus desgracias, acudieron para consolarlo. Al verlo rompieron a llorar, se rasgaron los vestidos y sufrieron con él durante siete días. Al cabo Job habló: “¡Muera el día en que nací! Conviértase ese día en tinieblas. Me sucede lo que temía y carezco de paz y de sosiego”.

Lo oyeron sus amigos, e intervinieron. Primero Elifaz dijo: “Tú, que a tantos instruías, ¿ahora te espantas? ¿No confiabas en tu piedad? ¿No ponías la esperanza en tu honradez?”. “Yo, en tu caso, apelaría a Dios. Él hace prodigios misteriosos; dichoso es el mortal a quien Dios corrige y pone a los humildes en lo alto”.

Job respondió: “Llevo clavadas las flechas del Todopoderoso. Ojalá que Dios se decida triturarme. Me serviría de consuelo no haber renegado de sus palabras. ¿Qué fuerzas me quedan para esperar? Aclaradme en qué me he equivocado si pensáis que es viento lo que dice un desesperado”

Después intervino Bildad: “¿Hasta cuándo hablarás así? Si buscas a Dios, si diriges tu súplica al Todopoderoso, si eres intachable y recto, Él velará por ti y te devolverá tu legítima morada. Dios no rechaza al honrado, ni sostiene al malvado. Llenará tu boca de risas, y lanzarás gritos de alegría” 

Respondió Job: Sé que el mortal no es justo ante Dios. Él es sabio y poderoso y hace prodigios insondables: Desplaza montañas, estremece la tierra, manda al sol que no brille y guarda las estrellas. Pero siento asco de mi existencia y daré rienda suelta a mis quejas. Diré a Dios: “No me tengas por culpable; dime porqué disfrutas viéndome oprimido, mientras apruebas los planes del malvado. Aléjate de mí, deja que disfrute antes de que vaya al país tenebroso, con sombras de muertos, en la oscuridad”. 

Sofar le contestó: “Con tanta palabrería, ¿daremos la razón a un charlatán? Tú has dicho: “Mi doctrina es limpia, nada puedes reprochar”. Ojalá, Dios te hablase y te enseñase secretos de sabiduría; sabrías que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece. ¿Pretendes descubrir la perfección del Todopoderoso?  Si diriges tu mente a Dios, si le extiendes tus manos, y no alojas la injusticia, podrás alzar la frente, te sentirás seguro y sin temor, y olvidaras tu sufrimiento”.

Job no sabe que sus males vienen de Satanás y no de Dios que trata de probar su fidelidad. No apela a Dios; lo acusa de mala voluntad, y dice sentirse abandonado por Dios y por sus amigos: “Sabed que Dios me ha hecho daño y vosotros me habéis humillado”. Ahora Sofar se centra en la sabiduría divina y Elifaz le pide que vuelva al Todopoderoso para rehabilitarse.

Cuando Dios se hace presente no atiende las quejas de Job, le habla de las maravillas de la Creación y le pregunta: “¿Conoces las leyes del Cielo?”, “¿Tienes el poder de Dios?”. Job le responde: “Te conocía de oídas, pero ahora que te han visto mis ojos, me retracto y me arrepiento”. Quedó rehabilitado.

Dios bendijo a Job al final de sus días. Murió anciano tras una larga vida, rodeado de sus hijos, sus nietos y biznietos.

                                                                                                               José Giménez Soria

viernes, 4 de octubre de 2024

MIGUELA

           Conocí a Miguela un viernes por la noche en el centro de la ciudad. Estaba en la puerta de una iglesia y por espacio de unas dos horas su misión consistía en salir al encuentro de todos los que pasaban por allí para invitarlos a entrar a encontrarse con el Señor.

En el todos incluyo a chavales jóvenes de la edad de Miguela, algunos la miraban con burla o desprecio. A ella le daba igual, porque tenía algo demasiado grande que ofrecer a los viandantes como para, por miedo, pasar un mal momento.

Miguela hace de lo que muchos hablan, pero pocos practican: ir a las periferias. No para quedarse vagando por allí sino para que el alejado se acerque, que de eso va la evangelización. La gente que Miguela conseguía conquistar con su sonrisa -sonrisa de Dios- encendía una vela y andaba por el pasillo central de la iglesia hasta el altar, donde estaba expuesto el Santísimo. Algunos se arrodillaban, otros dejaban la vela y se quedaban un rato de pie, otros rompían a llorar. Miguela iba con ellos, a veces con la mano encima del hombro, o caminaba detrás por si necesitaban algo y siempre los acompañaba hasta la puerta con su eterna sonrisa.

El pasillo del templo se convirtió en un desfile de personajes que no habían pisado una iglesia en su vida, pero el Señor había salido a su encuentro valiéndose de Miguela y habían aceptado la invitación.

Lo preocupante es que Miguela sea una anomalía o desaparezca. Ella es el rostro de Cristo que sale a nuestro encuentro sabiendo que puede llevarse un bufido. Miguela en dos horas hace lo que nosotros estamos llamados a hacer toda nuestra vida: encontrarnos con el Señor y buscar a otros para que se encuentren con Él.

Nosotros nos resistimos a ser como Miguela, por vanidad, por respeto humano o porque simplemente no dejamos que Dios actúe en nosotros. Por eso en el mundo empieza a haber escasez de Miguelas. Todos en algún momento, necesitamos una Miguela en nuestra vida.

Jaume Vives. Periodista

viernes, 6 de septiembre de 2024

¿QUÉ ES EL SALIENTE?

Carta para los peregrinos de la Romería 2024: Extracto.

        Muy queridos peregrinos:

Hace años, un catedrático aragonés ascendió hasta el Roel para investigar acerca de nuestro Santuario y pidió entrevistarme. Cuando nos encontramos, me preguntó ¿Qué es el Saliente? No era una pregunta sencilla, como lo prueba la cantidad de respuestas con que, a lo largo de la historia, se ha tratado esta cuestión. Ahí están los historiadores que acumulan sus tesis al respecto y las buenas gentes que excitan su fantasía con leyendas más o menos piadosas. También los antropólogos, escasos por estos lares, se esfuerzan por realizar analogías con otros lugares sagrados y no faltan los comerciantes que, ávidos de ganancia, tratan del atractivo del lugar. Quizás los poetas y los artistas intuyen algo del misterio que aquí sucede.

¿Qué es – por tanto – el Saliente? Cada peregrino abriga un interrogante similar. A semejanza de los coetáneos de Jesús, un interrogatorio parecido al que Él les planteó: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?» (Mt 11, 7 – 9). En efecto, cuando los pies del peregrino se encaminan hacia el desierto del Buen Retiro, aquí se encuentra algo que enmudece las palabras y abre el corazón.

En el Saliente se descubre la historia de la Salvación. Dios, haciéndose peregrino en el seno de María, se hace camino y meta de los peregrinos. Al Saliente llega el peregrino cargado de recuerdos y dolorido por las ausencias; pero con la certeza de ser transformado para continuar la peregrinación de la vida. El verdadero peregrino no se escandaliza por la evolución de los tiempos ni tiene miedo por el futuro. Tampoco es esclavo del pasado, porque su razón de ser es avanzar y saludar las nuevas realidades. El Saliente no es una recreación del ayer, ni está encadenado a más nombres que el de María… siempre viva como Madre de todos los Desamparados.

El Saliente es una experiencia de encuentro, personal y transcendente. Si la religión cristiana, más que una transmisión de conocimientos divinos es un encuentro con Jesús, este Santuario es un punto privilegiado para encontrarse. Esto lo confirman los miles de peregrinos que compartís vuestras experiencias. Sois personas de distintas edades, condiciones sociales y niveles culturales, con muy distintas creencias religiosas que, de un modo asombroso, experimentáis en este Santuario un encuentro muy especial. ¡Cuántas veces he escuchado a peregrinos que por su presencia en el Saliente han descubierto un sentido nuevo en su existencia!, ¡Cuántas personas han encontrado en el Saliente un motivo para seguir viviendo y afrontar las dificultades. 

En el Saliente María, como en las bodas de Caná (Jn2,1-11), advierte nuestras necesidades y las presenta a Jesús. Eso es el Saliente. Es la caricia maternal, dinámica y resolutiva, que nos abre a la esperanza. Peregrinar al Saliente es decir al propio corazón de uno: “¡Sigue adelante, la vida vale la pena y tú embelleces al mundo!”.

Nuestra vida no es un miedo a que nos arrebaten la felicidad, sino peregrinación de lucha hacia la victoria definitiva. En María, «…mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap.12,1), vencemos las amenazas del dragón. Peregrinar al Saliente es liberarse de los miedos, enfrentarse a los problemas y vencer con Jesús.

                                                                             Antonio J. M. Saldaña Martínez  
Rector del Santuario del Saliente

lunes, 2 de septiembre de 2024

EN HONOR A LA VIRGEN DEL SALIENTE

La imagen de la Virgen tiene un lugar de honor en su Santuario del monte Roel. Al proclamar su grandeza la honramos como Reina del Universo y Mediadora Santísima en el camino de la Redención.



 


I.-Coro popular:

Oros del sol naciente en tu corona,
siglos de amor forjaron cada estrella,
mirando los fulgores de tu cara
se hace dulce el dolor, la vida bella.
Pon en la emigración y la sequía
la cosecha feliz de tu mirada,
Señora del Saliente, Madre mía.

II.-Invocación:

De los riscos desciende
una fiesta de pájaros
al quedar la corona
colocada en tus sienes,
y flota tu mirada
en un viento de trinos
mientras tu manto cubre
a la tierra desnuda.
Señora del Saliente, Madre mía.

 

III.-Estrofas

Lázaro de Martos tuvo
visiones de primavera
la orquesta de Dios sonaba
y el cielo se hizo ladera.
Estos ángeles sostienen
el peso de la alegría.
Por amor se hizo serrana
la hermosura de María.

Vocación de nido tienen
tus manos de amor unidas
dejando un cálido hueco
para cobijar la vida.
Se hace fecundo el desierto
la pena se hace alegría,
el amor se hace plegaria
la tristeza romería.

Tu manto flota cubriendo
a todo desamparado
y cesa el dolor del mundo
en su viento enamorado.
Sálvanos de la sequía,
de un corazón sin veneros;
que llevemos en la frente
un concilio de luceros.

 

Autor del poema Julio Alfredo Egea 1988

martes, 6 de agosto de 2024

PARTICIPAR EN LA MISA

Con frecuencia se dice “Voy a oír Misa”, siendo más correcto afirmar “Voy a participar en la Misa”, porque quien acude a una Iglesia donde un sacerdote celebra la Santa Misa, participa en ella, o debe participar en ella. Lo contrario es como ir al cine y ser un simple espectador de la película.

Después de la Resurrección, los discípulos empezaron a celebrar lo que hoy llamamos la Santa Misa, recordando lo que hizo Jesús en la Última Cena y su posterior sacrificio en la Cruz. Los primeros cristianos la llamaban “la fracción del pan” y pronunciaban las mismas palabras de Jesús, para la consagración. Pronto se fueron concretando los ritos litúrgicos, los gestos, las posturas y el ritual, que observaban las comunidades cristianas.

El modo de la celebración de la Misa ha cambiado. Hoy mantiene este ritual: La preside el sacerdote celebrante; el diácono, los acólitos y los lectores le ayudan, y los fieles participan. La celebración comprende dos partes: La Liturgia de la Palabra, centrada en las lecturas bíblicas y en la oración de los fieles, y la Liturgia Eucarística que comprende la Consagración y la Comunión hasta el final.

Después del concilio Vaticano II, al comienzo del Misal de 1970 se incluye la «Ordenación General del Misal Romano», que expone lo que se celebra en la Misa, detalla cada una de sus partes y los gestos, posturas, vestiduras y lugares, a tener presentes. Es un conjunto de normas y explicaciones para que los fieles participantes en la Misa lo hagan de forma adecuada, y sientan y comprendan que la celebración sirve para santificar a las personas y para dar gloria a Dios.

Salvo por razones de salud u otras circunstancias siempre hay que mantener determinadas posturas durante la Misa. En posición de pie, se estará desde la entrada del sacerdote hasta el inicio de las lecturas y también en el aleluya, en el evangelio, en el credo, en la oración de los fieles y desde la oración de las ofrendas hasta el final. Se podrá estar sentado durante las lecturas bíblicas -salvo el Evangelio-, en la homilía, en la preparación del altar y antes de que empiece la oración después de la Comunión. Finalmente se estará de rodillas en la Consagración desde la invocación del Espíritu Santo, cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino, hasta la aclamación: “Éste es el sacramento de nuestra fe”, y después de comulgar.

Todas las posturas tienen un significado. Ponerse de pie es señal de respeto hacia el celebrante y de reconocer la Palabra de Dios en el Evangelio. La postura de rodillas se identifica con penitencia, con adoración, y estar sentados es postura para la escucha, -las lecturas bíblicas- y meditación, después de la Comunión. Las posturas manifiestan la participación en la Misa y no vale acomodarlas a ningún antojo.

Otra faceta de la celebración Eucarística son los gestos. El más común es la Señal de la Cruz con la que empieza y termina la Misa. Es el símbolo de la Redención. Otro es el Saludo de la Paz, con un apretón de manos y un saludo. Por último, la Instrucción General, nos pide que hagamos una señal de reverencia antes de recibir la Comunión.

Las posturas y los gestos no son ceremoniales. Tienen un gran significado, porque así realzan nuestra participación personal en la Misa. Son actos que nos integran en la celebración de la Santa Misa.

Juan Manuel Sierra López
Doctor en Liturgia y Profesor de la Universidad San Dámaso

viernes, 5 de julio de 2024

LA OPCION BENEDICTINA

Rod Dreher, periodista y escritor norteamericano, es el autor del libro “La opción benedictina”, una obra con gran éxito en los EE. UU., poco conocida en España. El libro contiene propuestas interesantes para los cristianos, que a juicio del autor son asumibles.

Ante la avalancha de secularismo, películas, series, aborto, divorcio, pornografía, educación estatal, novelas inmorales y todo un complejo cultural y social anticristiano, Dreher propone que los cristianos creen «lugares», «tiempos», instituciones, en las que poder vivir cristianamente.

La opción de Dreher no es apartarse del mundo, ni encerrarse en monasterios, sino crear espacios y tiempos del día y de la interacción social que no estén ligados a la lógica del mundo anticristiano.

Su propuesta siempre ha tenido su espacio en la Iglesia, es como la oración respecto de la acción cristiana, un «lugar» de recogimiento y entrega al Dios cristiano que impregne luego toda la vida social, trabajando porque finalmente toda ella se haga cristiana y se adopten formas de vida social cristianas. Eso llegará, y llegará con el esfuerzo del misionero, del soldado que defiende una tierra, del político hábil para buscar un acuerdo ventajoso para todos, con la catequesis del párroco y la vigilancia del obispo, pero no olvidemos que el alma de todo ello, el alma de ese cuerpo cristiano es la oración, el recogimiento y la vida espiritual, todo lo opuesto en suma a esa vida social y cultural actual donde algunos se sienten tan cómodos.

No olvidemos que a fin de cuentas quien cristianizó la sociedad en los siglos de la alta edad media, cristianización de la que aún seguimos viviendo, no fueron los intelectuales públicos, sino los monjes, en especial, los benedictinos.

Jacobo Negueruela Avellà. Profesor de Humanidades.
Universidad CEU Cardenal Herrera

sábado, 22 de junio de 2024

ELOGIO DE LA SABIDURÍA

Del último libro del Antiguo Testamento, titulado Sabiduría,

no se conoce la identidad de su autor.

Pudo ser un judío religioso de la diáspora que se inspiró en textos de la Escritura.

En los versículos siguientes, Salomón primero elogia la sabiduría

 para después pedir a Dios ese don para gobernar al pueblo con justicia.

 

En ella hay un espíritu inteligente, santo, único, múltiple. sutil, ágil, penetrante, inmaculado, diáfano, invulnerable, amante del bien, agudo, libre, benéfico, amigo de los hombres, firme, seguro, sin inquietudes, que todo lo puede, todo lo observa y penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros y hasta los más sutiles.

La Sabiduría es más ágil que cualquier movimiento, y en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo. Es efluvio del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada manchado la alcanza.

Ella es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.

Aunque siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas. Pues Dios solo ama a quien convive con la sabiduría.

 

Ella es más bella que el sol y supera a todas las constelaciones. Comparada con la luz del día, sale vencedora, porque la luz deja paso a la noche, mientras que a la sabiduría no la domina el mal.

Se despliega con vigor de un confín a otro, y todo lo gobierna con acierto.

Libro de la Sabiduría (7,22-8,1)